Cuando una sociedad se crispa hasta las últimas consecuencias, demanda acciones colectivas que construyan escenarios en donde los contendientes, armados y no armados, puedan decantar sus métodos y dar la palabra a las víctimas, a las madres de los deudos y de los asesinados, a la juventud estigmatizada y valorada como coto de caza. Acciones donde el dolor se exprese sin el terror provocado por la amenaza del poder que se ejerce desde el Estado, la contrainsurgencia o las bandas para estatales y sicariales o de quienes apelan a la fuerza letal a nombre de ideales que consideran sublimes, o de grupos organizados que imponen el despojo de sus vecinos desde un orden financiado por el narcotráfico.
La complejidad territorial y corporal de barriadas y corregimientos de la ciudad, se enmaraña en medio de actos de barbarie, que desdice del sentido de lo humano, y que, a contrapelo, ha sido resistida, durante los últimos cuarenta años por jóvenes y organizaciones que desde la ética, el amor, la fraternidad y la creatividad, se convierten hoy en un valor espiritual, cultural y político, donde debe abrevar una política pública que ponga en su horizonte, la proclamación de la No violencia y la convivencia, al mismo tiempo, camino y meta, para resolver la inequidad, la desigualdad y la miseria.
Como augurio de buen futuro, decenas de miles de jóvenes habitan está ciudad sembrando su huella cultural, corporal, política y ambiental, que se desmarca de métodos violentos, para resolver en sus territorios, la dicotomía entre una herencia premoderna y un mundo visitado disruptivamente por la complejidad, la cuarta revolución industrial, el mundo convergente de lo nano-lo biológico-lo cognitivo-lo tecnológico (Revolución Nbci).
Las juventudes y sus organizaciones sociales están llamadas a jugar un papel preponderante en la decisión tomada por la Alcaldía de Ciudad, de crear, a partir del 1 de septiembre, la Secretaría de la No Violencia. Su papel protagónico será mayor si en el proceso inicial las juventudes son vinculadas, en la conducción de la misma, en responsabilidades misionales y territoriales, como adopción de los principios de reparación del daño y de justicia restaurativa de sus derechos.
La Secretaría de la No Violencia, será un espacio privilegiado para que la institucionalidad se reconcilie con las víctimas y las juventudes de los barrios, si sus voces y sus cicatrices, sus experiencias de duelo y de esperanza, si las luchas denodadas por el derecho a la vida de las últimas generaciones, que se grafitean en las laderas y las esquinas, si las liricas que cantan y danzan en los parches, si los zancos y las artes circenses que abren las comparsas populares se reconocen como espacios privilegiados de memoria y de resistencia a la muerte indigna.
La cuarta revolución y la Nbci, serán un acto ético de No violencia, en la medida que las artes populares se conjuguen con el acceso a la tecnología de punta; la convergencia de la tecnología y las expresiones culturales barriales, serán manifestación de convivencia pacifica en tanto los cuerpos diversos, las manifestaciones de amor plural, el derecho a la ciencia y a las redes sean parte de la garantía del goce efectivo de los derechos de las juventudes y de las víctimas, fruto de la construcción de territorios justos y seguros para sus habitantes: la construcción de una Medellín con futuro.
Las juventudes constructoras de vida, como lo han hecho en las últimas cuatro décadas, enarbolan la utopía de un país del tamaño de sus sueños, sin hacer eco de cantos apocalípticos que convocan a deshacerse del distinto, del que piensa desde otra orilla.
Medellín parece condenada a vivir en un enorme y prolongado espiral de violencia afianzado en la desigualdad patriarcal gamonal e industrial y sus muy cercanos socios narcotraficantes, quienes han aprovechado el empobrecimiento de las barriadas populares y sus jóvenes para armar ejercicios que actúan como el mejor dispositivo comercial de su polvo blanco y de sus extorsiones y de paso sumir a la población en un control cruzado de vacunas, miedos y asesinatos. La pregunta sería ¿cómo romper ese círculo de violencia tan arraigado y aclamado? Es suficiente con la expresión artística de los jóvenes que siguen siendo asesinados por las letras de sus canciones insurrectas? Descomunal trabajo el que le espera a una secretaria encargada de promover la No violencia como valor y filosofía de vida en un contexto donde la violencia es el atributo para la pervivencia del statu quo y quizás, como diría la politólogo María Teresa Uribe, la más eficaz forma de control político