Innovación, una palabra ya bastante desgastada pero que en tiempos de crisis resuena por un sin número de medios como la solución milagrosa ante cualquier problemática. Pero ¿Qué es innovación? y ¿Por qué se le reclama tanto, en la coyuntura actual, al Gobierno Nacional por su capacidad (o incapacidad) para innovar?
Siguiendo “la Biblia de los Innovadores”, El Manual de Oslo, por innovación se entiende la introducción de un nuevo (o significativamente mejorado) producto, bien, servicio o proceso. Concepto que, llevado a la grandilocuencia del Estado, termina traducido a Innovación Pública, la cual no es más que “la innovación enfocada en combinar la creatividad y la colaboración para entender desafíos públicos complejos y construir nuevas respuestas ante ellos”, como bien lo define el DNP. En esta última nos enfocaremos en esta columna.
El Centro de Innovación en Gobierno Electrónico, en un Diagnóstico sobre la cultura de Innovación en entidades públicas realizado por MINTIC en el gobierno anterior, se encontró con que tan solo un 37% consideraban que innovaban. Actualmente, siguiendo las buenas prácticas recolectadas por el DNP en su estudio de GovTech y los objetivos planteados en la Línea de Innovación Pública del PDN, podríamos identificar una entidad pública innovadora a través de su actuar en los siguientes aspectos: El uso de datos para la toma de decisiones, la articulación con diferentes actores del ecosistema de innovación para la solución de problemas públicos y de gobierno, la formación de su capital humano en nuevas competencias y la investigación del desarrollo para la adopción de buenas prácticas.
En este sentido, las metas del Plan de Desarrollo fueron las siguientes:
- 300 Servidores Públicos en el orden nacional y territorial capacitados en innovación pública
- 24 Desafíos caracterizados y conectados con el ecosistema de innovación del sector privado
- 50 Entidades del Orden Nacional y Territorial medidas con el Índice Colombiano de Innovación Pública
Unas metas no muy ambiciosas, pero relativamente oportunas ante el contexto en el cual fueron formuladas y ante las necesidades del Gobierno en ese entonces. No obstante, desde el pasado 6 de marzo, día en que se comprobó el primer caso de COVID-19 en el país, el Estado se ha enfrentado a grandes retos, todos ellos enmarcados en su capacidad para Innovar. Les muestro:
- La interoperabilidad de sus bases de datos para cruzar información. En un principio, datos de Migración y de entidades territoriales – que ya se encontraban haciendo autodiagnósticos – para determinar los posibles casos de contagio. En un segundo momento, el actual, para ubicar de manera quirúrgica los focos de necesidad ante el asilamiento y evitar beneficiarios con múltiples auxilios o ciudadanos con necesidades sin auxiliar.
- La búsqueda articulada (universidad, empresa, estado) de soluciones inmediatas ante retos como: el inminente colapso del sistema de salud, la crisis económica, el desabastecimiento y el monitoreo al aislamiento; sumado al precario sistema estatal para, una vez encontrada la solución, llevarla a la ejecución.
- La adopción de nuevas tecnologías para la continuación de las funciones estatales que no pueden ser postergadas y que ahora tienen como limitante la imposibilidad del contacto funcionario – usuario para llevarse a acabo. Funcionarios y ciudadanos que vienen realizando dichos procesos durante años a través de la presencialidad y la normalización de la tramitología estatal. Una alcahuetería, en muchos casos, ante la deficiente labor del Gobierno Nacional por avanzar en una política robusta de conectividad y cultura digital. Alcahuetería que en esta crisis nos cobra factura.
No obstante, ante la cantidad de retos enunciados y sin enunciar, el Gobierno, en articulación con demás actores, ha venido resolviendo. Casos como el ingreso solidario, el levantamiento de la reserva estadística, los prototipos de ventiladores mecánicos para UCI en el marco de InnspiraMED, el aislamiento y cultivo del SARS-CoV-2 de un paciente por un Grupo de Investigación de la Universidad de Antioquia, entre muchos otros hechos dan muestra de ello y de cómo las crisis son una gran oportunidad para el desarrollo. Bien decía Einstein que “la creatividad nace de la angustia”, y de la solidaridad, agregaría.
Así pues, el Estado tiene una gran oportunidad, en su obligación por velar por el bienestar de sus ciudadanos, de incrementar su proyección en términos de innovación pública. Robusteciendo así el aparato estatal en tanto enfrenta con altura el mayor reto de la humanidad en el Siglo XXI. Como bien lo viene haciendo, claro está.
En ese sentido, el fortalecimiento en términos de Innovación Abierta debe ser decidido. No es posible que – en el Diagnóstico realizado por el DNP para el fortalecimiento del GovTech – 84% de los emprendedores encuestados no conocieran un emprendedor que hubiese contratado con el Estado; y que en el mismo orden el 88% de los servidores encuestados tampoco. Además, en la misma medida, un 62% y 84% de los encuestados del sector público y del sector emprendimiento, respectivamente, no habían escuchado hablar de Compras Públicas para la Innovación. Una herramienta que, según su definición institucional, tiene como objetivo “impulsar la innovación a partir de la oferta y la demanda de nuevas soluciones a proyectos estratégicos del gobierno”, es decir, articular sector público con innovadores.
Así pues, el aparato estatal es conformista, poco creativo y lento. Este es un secreto a voces que pocos quieren transformar. Para esto, la solución a problemas internos, las mejoras a procesos y la co-creación de mejores formas de ejecución de servicios y proyectos(con mayor eficiencia y sostenibilidad) a partir de la articulación con el ecosistema de innovación, tiene que ser un eje fundamental de los gobiernos y debe contar con el liderazgo y la voluntad necesaria.
En este sentido, las recomendaciones fruto del diagnóstico ya mencionado con anterioridad son claras, pero requieren un acelerador. Y este es el momento oportuno:
- Centralizar las iniciativas existentes que hoy se encuentran atomizadas.
- Fortalecer la cultura de compra pública para la innovación existente.
- Capacitar a losservidores públicos en conocimientos de tecnología e innovación.
Por lo tanto, en el ejercicio de ampliar las recomendaciones enunciadas previamente, se propone lo siguiente:
- Se requiere de voluntad y poder para la ejecución. Un liderazgo que permita definir e implementar un Sistema de Innovación Pública al interior del Gobierno Nacional y liderar su establecimiento en entidades territoriales.
- Un fortalecimiento al ecosistema mediante un enfoque mixto, es decir, tanto en términos de CiviTech como de GovTech. Que en otras palabras no es más que una institución innovadora para territorios innovadores.
- Se necesita la definición de una política de cultura y apropiación digital que permita, a través de estrategias de formación para ciudadanos y servidores, fortalecer la interacción Estado – Ciudadano, disminuir los trámites y digitalizar los procesos.
- Impulsar el uso de Tecnologías emergentes, el bigdata y la inteligencia artificial al interior de los procesos de la administración pública. Además, la interoperabilidad de las plataformas públicas para el cruce de información y la toma de decisiones basadas en datos. Todo esto, con una política clara y robusta de privacidad y seguridad informática.
- Finalmente, en el marco del fomento a la participación, promover la formación en nuevas competencias como la creatividad, el lenguaje de programación y la analítica de datos.
Así pues, el Estado colombiano hoy, en el marco de una crisis, presenta la oportunidad de lograr grandes transformaciones y evitar, ante una próxima salida, volver a esa “normalidad” pasiva. El momento histórico para avanzar conjuntamente hacia un Estado más equitativo, eficiente y sostenible. El contexto complejo, pero ideal, para autoevaluarse durante la ejecución y aceptar un cambio futuro, una transformación necesaria de cara a retos venideros.