Los recientes escándalos por nexos del narcotráfico en la campaña de Iván Duque son cada vez más dicientes. Los audios revelados donde se evidencia que el reconocido Narco Ñeñe Hernández no solo hizo campaña electoral para el actual presidente, sino que también pagó publicidad, vallas, eventos y hasta compró votos para ganar las elecciones, demuestra que este gobierno está untado hasta los tuétanos de dineros sucios.
Todos hemos visto como los videos de parrandas vallenatas al lado de Silvestre Dangond, donde se evidencia que la relación entre el presidente y este narcotraficante viene de hace años y es muy cercana. Pero no solo este ha sido uno de los vínculos de esta clase política con el narcotráfico, recordemos que su máximo líder Álvaro Uribe ha sido cuestionado en repetidas ocasiones por sus vínculos con personajes al margen de la ley, específicamente líderes paramilitares. Además, el pasado oscuro de este mismo cuando dirigía la Aero Civil donde al parecer concedía licencias de vuelo al reconocido Pablo Escobar.
Por otro lado, tenemos a un embajador en Uruguay en el cual su finca es hallado no uno si no tres laboratorios de cocaína y aunque nadie puede ser declarado culpable antes que se le demuestre lo contrario, lo que si ya sabemos es que nada va pasar, alguien más se inmolará para salvaguardar los intereses de los que están más arriba y la justicia como es costumbre sólo será aplicada para los de ruana.
Pero si esto nos había parecido poco, las relaciones del actual gobierno con el narcotráfico se han incrementado al conocerse hace pocos días que el esposo de la Vicepresidenta Marta Lucía Ramírez tuvo negocios en común con un narco alias ‘Memo’, lo curioso de esto es que al parecer el narcotraficante es de la misma época de Pablo Escobar y el cartel de Medellín pero todos estos años pasó desapercibido por las autoridades Colombianas, a pesar de que Estados Unidos ya había dado conocimiento de la existencia del mismo.
Es entonces donde nos cuestionamos si simplemente estas son casualidades y la ingenuidad de nuestros gobernantes es tanta o si realmente estamos ante una elite que a principios del siglo pasado se distinguía por ser una clase adinerada y que para mantenerse el poder se han aliado a las fuerzas más putrefactas y oscuras de nuestra sociedad, perdiendo esa distinción ‘elegante’ para pasar a ser unos delincuentes de la más baja calaña.