Enfrentar el coronavirus: posibilidad de unos, desventaja de muchos

Proveniente de Wuhan-China, el Coronavirus ha traspasado fronteras. A 16 de marzo, en el mundo ya se presentan 177 mil infectados, 78 mil curados y 7 mil muertos[1]. Específicamente en Colombia, ya hay 57 casos confirmados[2] y, además, 1 caso de alguien recuperado[3]. Para ello, las medidas no se han hecho esperar: lavarse las manos y quedarse en la casa han sido las formas más promovidas por su efectividad para hacerle frente a la situación. Pero aquí surge un problema. No todas las personas están dispuestas, ya sea por su posición social o condiciones económicas, a asumir lo que implica la cuarentena. Por lo que podríamos decir que, a la hora de enfrentar el virus con efectividad, la desigualdad social y las condiciones económicas son un factor determinante y poco visibilizado. Como dicen algunos por redes: “la cuarentena es privilegio de clase”.

Isabell Lorey, teórica política y critica del capitalismo, nos brinda unos conceptos muy concretos para entender este asunto de la desigualdad. Propone tres aspectos de lo precario: condición precaria, precariedad y precarización[4]. Este último no corresponde tratarlo aquí, por lo que solo nos centraremos en los primeros dos.

  • Condición precaria. hablamos de condición precaria cuando nos referimos a esa condición compartida de los cuerpos, en la cual un cuerpo o los cuerpos, pueden ser vulnerables a situaciones naturales, políticas y socioeconómicas propias de un momento histórico específico; un cuerpo se puede enfermar, se puede dañar, se puede desnutrir, etc. Así, consistiría en una condición permanente de todos los seres vivos, que no podría ser totalmente salvada por la voluntad más fuerte o por la mayor de las riquezas posibles; el cuerpo es en sí vulnerable y no es posible protegerlo totalmente. Esta condición implica que desde que nacemos estamos expuestos, por lo que necesitamos del cuidado de los otros, de la interdependencia, porque no podríamos sobrevivir sin una red social.

 

  • La precariedad surge cuando la condición precaria compartida es jerarquizada desde intereses políticos o económicos con fines clasificatorios y discriminativos. De esta manera se fragmenta la vida generando un “encasillado diferencial” de inseguridades simbólicas y materiales, es decir, produce una diferencia al acceso de la protección de la condición precaria entre quienes merecen y quienes no merecen estar protegidos. En una palabra, produce desigualdad.

 

Por ejemplo (así sucintamente), la burguesía y el proletariado. Unos concentran mucha riqueza (proveniente del trabajo ajeno), por lo que no tienen que trabajar ni exponerse a malas condiciones materiales ni ambientales, mientras los otros se exponen a las altas temperaturas, enfermedades y químicos de las fábricas, al estrés y la ansiedad propios de las oficinas, y a la constante inseguridad económica, material y subjetiva del trabajo por cuenta propia.

La cuarentena que, si bien es efectiva y urge que las personas voluntariamente se sometan a ella, no es una opción muy viable para muchos colombianos. Precisamente, según la Escuela Nacional Sindical (ENS), el cuentapropismo se aprecia con el 44% de los más de 22 millones de ocupados, en 2018, por ejemplo, hubo más de 9 millones de trabajadores por cuenta propia[5]. Quienes trabajan de esta manera, como lo decía muy sencillamente, viven en incertidumbre económica debido a que deben lidiar diariamente con su condición precaria. Son quienes tienen que elegir entre comer o el pasaje en momentos de dificultad económica, porque el fruto de su trabajo es muy inestable, varía de acuerdo a lo que las circunstancias le permitan. Es por esto que, quienes trabajan por cuenta propia, no pueden permitirse la cuarentena. A lo mejor si hay muchos trabajadores a los que se les permite suspender sus labores, como aquellos quienes harán uso del teletrabajo (trabajo a distancia). Pero los cuentapropia, quienes están privados de derechos laborales, viven a lo que les dé el día a día, por lo que un día perdido, es un día que verán significativamente reducidos sus ingresos y las capacidades para enfrentar la condición precaria.

Como lo cuenta documentadamente bien, el youtuber español Cuellilargo, hay diferencias sociales a la hora de enfrentarse a contingencias de la naturaleza. Por ejemplo, el cantante Kanye West y su esposa Kim Kardashian, ante los incendios en California-EEUU del 2018, contrataron unos bomberos privados para hacerle frente a la contingencia. Lo mismo hicieron algunos hoteles cinco estrellas[6]. De igual forma, compatriotas del youtuber, la familia Aznar (familia rica española) ante el problema del coronavirus decidieron refugiarse en una de sus residencias alejada de las urbes, con 2.141 metros cuadrados a su disposición, a pocos metros del mar y custodiada por la policía[7]. No es lo mismo quienes por decisión libre viven en las afueras con todas las comodidades que quienes por obligación se ven empujados a permanecer en las urbes, donde cada vez se aglomera más gente; o quienes viven en las orillas de grandes ríos, susceptibles de inundarse, a quienes viven en los mejores terrenos y los mejores climas. Como se apreciaba en la película “parásitos”, mientras los ricos vivían en casas grandes y alturas deseables, a los pobres se les inundaban, debido a la lluvia, los sótanos restringidos donde vivían. Es en última instancia la posición económica quien determina cuán protegido puedo estar de los daños y las enfermedades.

Por todo esto, vemos que es necesario una lucha abierta contra la precariedad que en la actualidad se expresa a través de un capitalismo progresivamente salvaje, en el que unos cuantos se vuelven cada vez más ricos y muchos cada vez más pobres[8]. Hay que reivindicar el ejemplo de Chile, por la capacidad que se ha tenido, desde el primer momento, para sostener la movilización y poder resistir a los abusos del Estado. Por la presión, el Gobierno ha tratado de aumentar el gasto social, mejorar las pensiones o salarios mínimos. Claro que esto es un gran avance contra la desigualdad, pero eso no ha tranquilizado a la gente. A mi parecer el mejor avance que se ha tenido es que los chilenos han ganado un grado mayor de conciencia frente a los problemas de desigualdad[9], y eso implicaría que se avance en el objetivo de atacar de raíz la desigualdad social, o lo que viene siendo su causa principal: el capitalismo.

Como decíamos cuando hablábamos de la condición precaria, no podríamos sobrevivir sin una red social, necesitamos la colaboración y el cuidado de los otros para enfrentar las enfermedades y los daños, por esto, lo que es necesario poner en tela de juicio ahora es la red social en la que estamos viviendo.

[1] https://elpais.com/sociedad/2020/03/16/actualidad/1584379038_891570.html

[2] https://www.elespectador.com/coronavirus/nuevos-casos-de-coronavirus-en-colombia-van-57-confirmados-articulo-909213

[3] https://www.lapatria.com/salud/bogota-anuncia-primer-caso-de-coronavirus-recuperado-en-colombia-hay-54-casos-de-contagiados

[4] Lorey, I. (2016). Estado de inseguridad. Gobernar la precariedad (1ª ed.). Madrid: Traficantes de Sueños.

 

[5] http://ail.ens.org.co/informe-especial/el-futuro-del-trabajo-en-colombia-realidades-y-desafios/

[6] https://www.youtube.com/watch?v=g9loewrjb3A

[7] https://www.vanitatis.elconfidencial.com/famosos/2020-03-16/aznar-casa-marbella_2499112/

[8] https://www.youtube.com/watch?v=N5ifVpPT-B4

[9] https://www.dw.com/es/crisis-en-chile-qu%C3%A9-ha-cambiado-en-tres-meses-de-protesta/a-52101121

Mateo Posada Cardona

Estudiante de Psicología de la Universidad de Antioquia.