Entrevista a Marcela Trujillo, Directora Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia

Nos gustaría para empezar que nos hable de usted y su trayectoria

Bueno, yo creo que desde siempre he sido una enamorada de todo lo que tiene que ver con la gestión artística y cultural. Siempre he estado convencida de la capacidad creadora y creativa que tenemos los seres humanos porque sí; yo no creo que el talento sea un súper poder o un súper don, yo no creo que eso sea un privilegio de seres humanos súper dotados, de súper hombres o súper mujeres; creo que todos los seres humanos tenemos la capacidad de crear y de ser creativos, y otra cosa es que el talento requiera caminos y eso sí es un tema de oportunidad y posibilidad. No todos encontramos el camino, así que desde siempre lo que me ha gustado es hacer posibles los caminos para justamente desarrollar los talentos y las posibilidades creativas del ser humano.

Ahora cuando me haces la pregunta me pongo a pensar en qué momento yo me enamoré del arte y de la cultura, y creo que tiene que ver con temas de influencia obviamente, pues un hermano mayor con el que crecí, al que siempre estaba viendo leer, era al que le robaba sus libros de la biblioteca, el que me llevaba a cine los domingos en la mañana, con el que compartía los conciertos de música clásica, con el que iba a ver Carmina Burana todos los años… pues, cosas como esas que me fueron acercando cada vez más. Y ya obviamente empecé a ver el mundo con mis propios ojos y a interesarme en el mundo del teatro, tuve un grupo de narración oral durante aproximadamente diez años, me dediqué a la cuentería por mucho tiempo así que pude recorrerme un poco esta ciudad y los escenarios donde hacíamos cuentería en aquel entonces, de una manera bastante amplia.

¿Cómo se llamaba el grupo?

Inventario Cotidiano se llamaba y hemos tenido por ahí la inquietud y las ganas de volvernos a juntar porque seguimos siendo grandes amigos, pero todos estamos en este momento en unos lugares en los que la vida nos fue poniendo y lo que de alguna manera impidió que siguiéramos contando juntos, porque esto ya requería un ejercicio mucho más profesional, mucho más disciplinado, mucho más riguroso, y aunque siempre tratamos de ser muy juiciosos pues obviamente en el momento en que nos separamos ya era porque las ocupaciones que teníamos como en la vida personal y laboral nos exigían otro tiempo. Pero digamos que es una de las cosas que yo amo hacer en la vida, contar cuentos, y siempre he pensado que esa es una manera de encontrarnos como seres humanos, en la palabra.

Estimula la conversación, rompe las distancias…

Recupera la memoria, nos conecta con las emociones, con la sensibilidad, nos lleva de viaje por mundos y lugares absolutamente desconocidos, nos ofrece posibilidad de conocer personajes que no existen, que solamente existen en esos otros mundos posibles. Entonces siempre he creído en el poder de la palabra y en el privilegio que significó trabajar con la palabra. Soy una mujer de radio también, amo la radio esencialmente como medio de comunicación, cuando empecé a enamorarme de la radio justamente estando en la universidad…aquí me acabo de acordar que cuando tuve que hacer mis prácticas de radio obviamente busqué hacer periodismo cultural, esa era el área que a mí me gustaba cubrir. Y luego ya tuve la oportunidad de empezar a trabajar en temas mucho más cercanos: dirigir la emisora de la Universidad Nacional cuando todavía estaba muy en ciernes, así que tuve la posibilidad de conocer el proceso muy desde la base, cuando UN Radio estaba comenzando.

Luego trabajo un tiempo en temas de emprendimiento cultural, un poco más cerca a ese tema del Parque del Emprendimiento de la Universidad de Antioquia y de ahí me voy a dirigir una organización que se llama Circo Momo, que es una organización de circo social, es de donde yo siempre digo donde mi ADN se configura de manera definitiva frente al quehacer artístico y cultural, y es justamente el arte como una herramienta de transformación social. Digamos que esa es una creencia poderosa, pero además es un enfoque en el que yo estoy absolutamente convencida del arte, soy absolutamente contundente en decir que a mí el “arte por el arte” no me sirve; lo respeto, sé que obviamente hace parte del hacer del arte también, pero no es lo que a mí me sirva ni como gestora, ni como promotora de la gestión cultural y artística, ni en la ciudad, el departamento, ni el territorio nacional, yo creo que el arte tiene que un propósito y en este caso estoy convencida de que es una herramienta poderosa de transformación social, de construcción de tejido social, de desarrollo humano integral, de memoria, de reconstrucción, de conexión con los saberes. Entonces creo que el arte, a través de todas sus formas y múltiples posibilidades, lo que nos ofrece es justamente una posibilidad de encontrarnos como seres humanos y de crecer desde ahí, de múltiples maneras.

Estoy frente a la dirección general de Circo Momo por siete años y de ahí me voy a la Secretaría de Cultura Ciudadana, em cabeza de María del Rosario Escobar en ese momento, y asumo la subsecretaría de Ciudadanía Cultural, justamente integrando los temas de conocimiento de gestión del arte y la cultura con poblaciones y enfoque diferencial haciendo una apuesta también por la construcción de ciudadanías, por el reconocimiento de la diversidad, por dar voz a la multiplicidad de saberes que nosotros tenemos en esta ciudad y a las diferentes formas que tenemos de construir esas relaciones y ese tejido social de la ciudad día a día. Ahí fue un trabajo sumamente interesante no solamente en lo que tiene que ver en materia de diversidad y poblacional, sino también en atención a temas como movilidad humana y generación de posibilidades de movilidad sostenible, entonces todo el apoyo que tenía y todo el relacionamiento a los temas que tenían que ver con moverse en bici, por ejemplo, desde el Área Metropolitana y la Secretaría de Cultura hicimos en ese momento una articulación muy interesante, y también los temas de pedagogía o de trabajo y acercamiento de relacionamiento con los diferentes actores que tienen que ver con el mundo del fútbol, y pues ahí obviamente un trabajo con las barras de los diferentes equipos de la ciudad y con los actores que intervienen y que no necesariamente son las barras.

Yo termino mi periodo como subsecretaria y me voy para Bogotá a trabajar en el Ministerio de Cultura, en la Dirección de Artes, como asesora en el área de Teatro y Circo; una experiencia muy importante porque para quienes trabajamos desde la región en temas de arte y cultura el Ministerio siempre será un referente, entonces tener el panorama de lo nacional, el contexto, y saber cuál es el manejo y tener el conocimiento de lo real, de cómo se vive y se maneja desde allí, es muy interesante. Digamos que es un aprendizaje necesario.

Luego me voy a trabajar a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá a través de un proyecto con la Universidad Pedagógica Distrital, coordinando todo el componente de reformulación del Sistema Distrital de Arte, Cultura y Patrimonio, que es el que regula la participación del sector cultural en el Distrito, y que es un sistema con más de 25 años de historia pero que ya necesitaba ser articulado a este tiempo, necesitaba otros términos, otros lenguajes, otros caminos, otros espacios de participación, otras formas de regular pero también que fueran mucho más flexibles y que le dieran realmente el poder a los ciudadanos y no espacios ciudadanos institucionalizados. Entonces ahí acompañé ese proceso de reformulación del decreto y luego me voy a trabajar a IDARTES, el Instituto Distrital de las Artes, estoy como asesora de la Dirección por un año y luego asumo la Subdirección de Formación Artística, donde se desprenden dos grandes programas: un programa de experiencias artísticas para primera infancia y que tiene que ver con todo ese potencial que tiene el arte como un elemento fundamental en el desarrollo de los niños y niñas desde su primera infancia como un elemento dinamizador del desarrollo integral del ser humano, y otro programa que es el programa CREA, que es un programa mucho más amplio de formación en todo el Distrito Capital, que tiene veinte sedes en once localidades donde se imparten siete disciplinas artísticas distintas y donde los niños y niñas de la ciudad tienen la posibilidad de empezar a conectarse con el arte como una posibilidad de ser en la vida y de ser creativos y de generar un pensamiento crítico, y de encontrarse con otras lógicas diferentes a las del sistema educativo convencional.

Toda una vida dedicada a la gestión cultural ¿Qué retos implica hacer gestión cultural en un contexto como el nuestro? ¿Es fácil o difícil? ¿cómo lo ha vivido usted?

Yo no le voy a poner la categoría ni de fácil, ni de difícil. Pero sí es un desafío permanente, lo que siento al llegar al Instituto es que todos los días me siento desafiada y eso me gusta, por mi carácter y manera de asumir las cosas, pero además porque todo el tiempo me implica pensar en una manera distinta de acercarnos al territorio. Creo que el Instituto tiene que renovarse también, tiene que renovar sus formas, su estructura, su lenguaje, su forma de acercarse al territorio y la manera de estar justamente leyendo el contexto.

No es posible gestionar el arte y la cultura de un territorio desde el escritorio, ni desde el centro de la ciudad, así que tenemos que estar mucho más en la vida de la conversación ciudadana y del diálogo con los agentes culturales que están en la región. Digamos que yo, por lo que te acabo de contar, tengo un poco el panorama de lo local, lo nacional, lo distrital, pero no tenía el panorama de lo departamental, y esto es un universo absolutamente distinto y tiene muchísimas complejidades: el departamento de Antioquia es uno de los departamentos más grandes del país, tenemos 125 municipios pero nuestra acción más contundente está en los 124 si sacamos a Medellín de la ecuación, pero igual también tenemos que generar un relacionamiento y una alianza permanente, al menos en términos de cultura, en nuestro quehacer y ahí tenemos que hablar de temas que podamos articular y de acciones que podamos generar conjuntamente.

Esto es un desafío constante. Uno de esos retos que yo creo que tenemos desde el Instituto en la región es generar, y me lo van a escuchar muchas veces y no quiero que se vuelva discurso, sino que realmente empecemos a generar procesos que puedan dejar capacidad instalada en los territorios. Nosotros podemos tener una Ordenanza 12 que nos dice que tenemos que hacer un programa de convocatorias, pues el programa como tal no existe, que nos dice que tenemos que hacer unas convocatorias públicas para fortalecer los procesos artísticos y culturales, pero si nosotros no fortalecemos las organizaciones, los municipios, los agentes, nos generamos unas condiciones optimas para que puedan acercarse de una manera más efectiva a los recursos públicos pues realmente no estamos generando una incidencia real, sino pasajera, y me interesa generar incidencias en términos de proceso, no de actividades. A veces es muy importante el “artivismo”, pero más importante que eso es que ese “artivismo” pueda generar unos procesos de reflexión y que realmente queden instalados en los territorios y municipios, y que ya con las capacidades instaladas se les puedan dar continuidad.

Ya que usted habla de eso, justamente la semana pasada estuvo en los encuentros subregionales, viajando por las diferentes subregiones del departamento. ¿En materia de cultura qué necesidades encontró en esas subregiones?

Esa es una pregunta muy compleja porque la podría responder muy fácilmente diciendo todas, pero eso también es muy injusto porque los municipios tienen un hacer, un conocimiento, unas prácticas, y lo que más veo que nos falta por hacer es identificar esas prácticas, legitimarlas, visibilizarlas y fortalecerlas. Todos los municipios son distintos, pues justamente este marco de subregiones hace que tengan unas características muy particulares, entonces la subregión del Suroeste tiene unas necesidades muy distintas a las que tiene el Oriente o a las que tiene el Urabá. Creo que las infraestructuras culturales siguen siendo insuficientes, ese no es uno de los ejes, ni de los puntos de acción fundamentales del Instituto porque claramente no hay un musculo que pueda apalancar semejante necesidad, pero sí podemos empezar a generar esa inquietud en los alcaldes y en los diferentes municipios para que puedan empezar a desarrollar unos planes de cultura mucho más sólidos, para que empiecen a pensar en la necesidad de tener justamente unos espacios donde converjan todos los saberes y las prácticas culturales que tengan en el municipio, donde puedan tener unos procesos de formación mucho más contundentes, esa sería otras de las necesidades que yo veo.

Creo que hay mucha inquietud, mucha necesidad, muchas ganas, en general con los alcaldes con los que hemos venido hablando todos tienen muy claro el énfasis de la cultura en sus planes de desarrollo, pero justamente lo que les hace falta es un empujón y un espaldarazo para poder sacar adelante esas ideas. Y uno de los temas fundamentales ahí siempre será la formación, en todo sentido: en industrias culturales y creativas, fortalecimiento y formulación de proyectos, formación artística en términos de lo disciplinar, profesionalización de los artistas que tenemos en las regiones, ahí el abanico se nos va ampliando.

De alguna manera eso se relaciona con un interés de descentralizar el Instituto, de fortalecer la relación con las subregiones del departamento

Claro, por lo que te decía ahorita: nosotros no podemos pensar, bajo ningún punto de vista, que el apoyo y la gestión cultural y artística del territorio se realiza desde el centro de Medellín o desde un escritorio, para poder hacer lectura de contexto hay que estar en el contexto, para poder saber qué es lo que los pobladores y las comunidades necesitan en términos de todo orden, no solamente de lo cultural, tenemos que establecer una conversación con el territorio. Los agentes culturales son muy activos, buscan los espacios. Creo que en la gran mayoría de escenarios los agentes culturales no se quedan quietos, esperando que llegue la institucionalidad a mediar entre ellos y su necesidad, sino que todo el tiempo están buscando justamente las formas de resolverla. Entonces, ¿quiénes más que ellos van a tener claras cuáles son las necesidades, las debilidades, las fortalezas y las oportunidades que hay en términos de desarrollo cultura? Esa conversación tiene que ser de manera directa, nosotros no podemos perder de vista ese vínculo, nunca.

Aún el Plan de Cultura está en construcción y de hecho usted la semana pasada, en el foro Los cómo de la cultura, habló más que de compromisos, de sueños. Para estos cuatro años ¿cuáles son esos sueños del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia?

Nosotros tenemos unas líneas que son de obligatorio cumplimiento, pero ahí, por ejemplo, se articula uno de los sueños que yo hablaba la semana pasada en el conversatorio. Una de esas líneas son los convocatorias públicas donde por ordenanza, la Ordenanza 12, el Instituto tiene la responsabilidad de designar unos recursos anuales donde obviamente lo que se ofrezca esté destinado a fortalecer todas las áreas artísticas y todos los temas que tienen que ver con el desarrollo cultural en la región, desde formación, circulación, investigación, proyección, programación. Pero lo que yo quiero hacer, y eso tiene una línea dentro del Plan de Desarrollo y aquí es donde viene mi sueño, es fortalecer esa Ordenanza, llevarla al punto de Programa y establecer una Política Pública de Estímulos para el Departamento donde a la vuelta de, esperaría que el próximo año, nosotros seamos capaces de lanzar un Portafolio Departamental de Estímulos porque la convocatoria tiene que ir mucho más allá de lanzar una oferta, la convocatoria lo que nos ofrece son posibilidades de acceso al recurso público de manera abierta, transparente, democrática, participativa, pero nosotros tenemos la responsabilidad de que esa bolsa obedezca a las necesidades del contexto, que era un poco lo que estábamos hablando ahora. Así que espero que ese Portafolio pueda tener una esencia mucho más cercana a los territorios y que realmente articule la oferta, que no sea por un lado Patrimonio, por otro lado Música, por otro lado Visuales, sino que realmente tengamos una oferta contundente y organizada para el departamento desde el Instituto y la Gobernación.

Hay un sueño que es de la fibra de los municipios y territorios, pero además de la fibra de nuestro gobernador, Aníbal Gaviria, y es todo lo que tiene que ver con los Antioquia Vive. Para el departamento y los municipios fue muy importante un primer momento del Antioquia Vive la Música, luego tuvo un segundo momento con Antioquia Vive las Artes y se desarrolló un proceso en música, danza y teatro. Pero, aquí es donde viene mi sueño, yo quiero que el Antioquia Vive pueda ser interdisciplinario y que podamos converger desde todas las manifestaciones y disciplinas artísticas que se expresan en las regiones y los municipios.

Justo sobre eso íbamos a preguntarle porque hay muchas personas que han manifestado ese interés de que vuelva Antioquia Vive

Claro que sí, pero dentro de nuestro Plan de Desarrollo no queda inscrito específicamente en una disciplina artística, porque además eso es tremendamente excluyente. Creo que, si algo caracteriza justamente a esta gobernación, y la apuesta de nuestro gobernador, es un tema que tiene que ver mucho más con la inclusión, la equidad, la igualdad de oportunidades, y esto obviamente también lo atraviesa el mundo del arte y la cultura. Entonces nosotros no podemos excluir de manera tan taxativa a las demás disciplinas artísticas, sabiendo que nosotros estamos justamente para promover y fortalecerlas a todas, no solamente a una. Dentro del Plan de Desarrollo queda inscrito como Antioquia Vive y la línea de desarrollo que queremos enfocar es no solamente un tema de circulación -que de alguna manera era como se venía entendiendo y desarrollando-, sino que también tenga un fuerte componente de formación.

El presupuesto en cultura siempre va a ser complejo. ¿Qué estrategias se van a desarrollar para lograr aumentar los recursos que se invierten en cultura?

Que bueno que me preguntes por estrategias y no por plata, porque hay una frase que le repito mucho al equipo: “A nosotros puede que se nos acabe la plata, pero no se nos van a acabar las ideas”. Si tenemos ideas tenemos posibilidad de conseguir recursos. Hay una gran ventaja que tiene esta entidad, es que sea de carácter descentralizado, eso quiere decir que no solamente percibe los recursos que vienen desde la gobernación, sino que también tiene la posibilidad de salir a buscar aliados estratégicos en su quehacer, y ahí tenemos un camino enorme por recorres. Creo que al instituto le ha faltado estar mucho más de la mano del empresariado antioqueño, de las empresas privadas, de las organizaciones de base que tenemos en las regiones, porque muchas veces las ideas no tienen que pasar por un recurso económico para poder ser llevadas a cabo. Hay ideas que solamente necesitan de voluntades para poderse llevar y esa es una línea de mi intención, una línea gerencial, una línea de liderazgo: buscar alianzas. Con la idea de ampliar la acción del instituto en términos de recursos, pero también buscar alianzas estratégicas que nos faciliten la región en el territorio, donde no necesariamente el tema pase por un asunto de dinero contante y sonante, sino de ideas.

Hablabas de una intención de integrar la parte patrimonial del centro de Medellín. ¿Cómo va a ser esta activación de este espacio? Para la ciudad y para el departamento.

La iniciativa ya existe. Es una iniciativa de la cual hace parte la Universidad de Antioquia desde el Paraninfo, las cajas de compensación, Comfama ha sido super fuerte con este tema, el Banco de la Republica, el museo de Antioquia, este nodo cultural está dado por naturaleza. Lo que nosotros tenemos que hacer es integrarnos a ese nodo cultural y fortalecer la oferta que podemos tener dentro de este palacio, que además es patrimonio nacional. El Palacio Rafael Uribe Uribe es un bien de interés cultural de carácter nacional, entonces tiene una declaratoria del Ministerio de Cultura como tal y muchas veces la misma gente no lo conoce ni lo reconoce. Ni su historia, ni su riqueza arquitectónica, ni el papel que jugo en el desarrollo del departamento, ni que aquí funcionaba la Gobernación de Antioquia hasta 1987.

Para mucha gente, de hecho, esto es una iglesia…

Para mucha gente sigue siendo una iglesia y es una cosa bien particular que creo hace parte de esas historias maravillosas también del lugar y es que, como no hay una apropiación de lo que significa el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe cuando se piensa que es una iglesia, pasan por el frente se dan la bendición. Eso pasaba en 1920, cuando empezaba a ser construida y sigue pasando en el 2020 en pleno Parque de Berrio, en plena Plaza de Botero, al frente del Museo de Antioquia que la gente se sigue santiguando.

Acá funciona la biblioteca departamental Carlos Castro Saavedra, está el archivo departamental, está la fonoteca departamental. ¿Cómo van a reactivar estos espacios también para que la gente venga y se apropie de ellos?

Nosotros tenemos una responsabilidad enorme, frente a lo que te decía ahorita y es el reconocimiento y la apropiación de este edificio como un valor patrimonial de la ciudad, pero también de todos los antioqueños. Así que si nosotros vamos a conectar esta relación con el territorio, necesariamente este espacio tiene que ser un espacio de circulación para, justamente todas las expresiones y productos artísticos y culturales que puedan venir de los diferentes municipios. Hay unas limitaciones que siempre serán de carácter técnico y logístico, pero que tendremos que ir tratando de manejar y superar. Hay algunas expresiones que se pueden perfectamente presentar en el auditorio del palacio. Otro tema tiene que ver con una practica que se ha venido perdiendo y queremos recuperar y es la invitación a que la ciudadanía conozca este espacio a través de los recorridos guiados. Que los turistas puedan tener un ejercicio mucho más, si se quiere académico, pero también cercano a lo que sucedió en esta estructura y para que les cuenten esto ¿por qué?, ¿de dónde salió?, ¿quién lo construyó?, ¿qué ha pasado?, ¿quiénes han pasado por este palacio?, ¿quién era Rafael Uribe Uribe?, ¿por qué este palacio lleva su nombre?, ¿qué importancia jugó en la historia del país? Ahí tenemos una cantidad de temas por hacer.

Como lo dices bien no solamente esta la biblioteca departamental, que es un espacio de consulta y de recepción permanente de publico y lo que queremos hacer justamente es alentar a que pueda ser un espacio cada vez más visitado, también tiene una sala de sistema cada vez más dotada en donde venimos atendiendo una gran cantidad de población inmigrante, entonces, por el contexto en el que estamos también nos tenemos que pensar para ellos. ¿Cómo los atendemos?, ¿cómo nos relacionamos?, ¿qué oferta también generamos para ellos? Porque no puede ser solamente un palacio vacío donde ellos vengan a conectarse a internet y ya. Del otro lado está La Fonoteca, es un espacio absolutamente maravilloso, impresionante, que en este momento no tiene un gran acceso a público. Lo visitan unos estudiantes o inquietos, coleccionistas, investigadores con temas muy puntuales. Pero, una de esas apuestas y esos sueños también es poder sacar La Fonoteca de los muros del palacio y empezar a generar conversaciones, reflexiones, contenidos que doten de mayor significado esa fonoteca que puede ser una de las más importantes de Latinoamérica, por la cantidad de material fonográfico y audio grabado que tenemos allí y tiene una primera catalogación, pero que tenemos que seguir clasificando y revisando, pero además tenemos que buscar formas de amplificarlo y sacarlo de ahí. Esto no puede ser como un “ombliguito”, está, pero nos miramos para adentro y solamente lo visitan algunas personas y no pasa nada con este material hacia afuera, sino que esto tiene que ser una riqueza compartida.

¿Van a trabajar de la mano con las bibliotecas populares en los municipios?

Nosotros tenemos en la red de biblioteca departamental un desafío gigantesco y es, primero poder generar un dialogo que sea mucho más fluido y unas acciones mucho más articuladas, pero sobre todo que tengan continuidad en el tiempo. Con una de las dificultades que nosotros nos encontramos muchas veces es que este personaje tan fundamental en la vida de un municipio que es el bibliotecólogo o bibliotecario, que maneja la biblioteca municipal o la biblioteca popular como bien lo dices está ahí por periodos de tiempo cortos y no nos permite hacer unas acciones mucho más continuadas y realmente generar esas capacidades instaladas. Ahí tenemos un desafío gigantesco, pero la idea es justamente poder hacer que ese “hacer” de la red realmente sea eso. Que esté conectada, fluida, que comparta información, que genere conocimiento, que haya transferencia, que haya dialogo de saberes, más allá de unos temas de dotación, que sabemos que son necesarios, pero la dotación sin conocimiento y sin información ni transferencia realmente también queda vacía.

Hablabas de la importancia de preservar algunas tradiciones del departamento como la gastronómica. ¿Cómo preservar esas tradiciones?

Vamos a conversar con la Universidad de Antioquia, donde ya hay un trabajo muy adelantado en este sentido. Esta es una inquietud personal con la que llego un tiempo y llego al instituto. Hay también un programa de la primera dama que es Antioquia Mágica, donde hay un componente muy importante en tema gastronómico, con una línea diferente, pero que podemos complementar y articular de una manera muy sencilla, pero además creo que muy enriquecedora porque cuando hablamos de lo cultural no estamos solamente hablando de las disciplinas artísticas o hablando de la construcción de ciudadanías, etc. Estamos hablando de las formas en la que nos relacionamos con el otro, con el entorno, de la forma en la que el cambio mismo del mundo va también generando cambios en nuestras formas de hacer y de conectarnos con la historia y la comida siempre será una forma de conectarnos como seres humanos y de conectarnos con esto que somos y creo que nosotros hemos perdido un poco esos saberes de la historia y ahí hay unos saberes ancestrales riquísimos y maravillosos de los cuales nosotros si no echamos mano en este momento seguramente los vamos a terminar perdiendo, porque si no se hace la debido gestión del conocimiento y la debida transferencia de saberes nosotros no vamos a saber como era que las abuelas manejaban o le daban uso al maíz hace 50 años atrás, porque ya ni siquiera va a existir una pila. Entender que los usos del maíz, por ejemplo, en este territorio, cuando nosotros nos relacionamos con el maíz muchas veces solamente pensamos en arepa y mazamorra, pero que los usos del maíz van muchísimo más allá de esas dos comidas y costumbres que nos han acompañado toda la vida. Creo que ahí podemos hacer un proceso de divulgación bellísimo a través de medios de comunicación, a través de medios de comunicación, conversaciones, reflexiones, rutas turísticas y culturales en los territorios. Tenemos un material de trabajo gigantesco.

¿Qué visión tiene usted de la diversidad y la memoria? ¿Por qué ese énfasis en la diversidad cultural que tenemos y la memoria?

El tema de la diversidad nos atraviesa a todos como seres humanos, pero no lo tenemos visto de esa forma. La diversidad no es un discurso, la diversidad es un tema que nos habita de una manera tan simple como cuando miramos el mapa de Antioquia y nos damos cuenta, lo sabemos desde la clase de geografía que este es un territorio que tiene mar, tiene montaña, tiene una extensión rural importante, pero también llamar resiliencia que siempre nos ha habitado y hace parte de esta identidad. Creo que es importante cambiar ese relato del antioqueño vivo, del antioqueño avispado, porque creo que eso también ha terminado haciendo daño a la larga. Tenemos que transitar hacia un relato del antioqueño sí como un ser humano que se reconoce en la diversidad y en su diferencia, que respeta y asume al otro desde ahí, que es capaz de reconocerse en la comunidad étnica, en la población afro, en el mar que lo atraviesa, en la montaña que lo rodea, en el campo que lo vio crecer – así la tierra nunca haya pasado por sus manos -, en el antioqueño resiliente, en el antioqueño inteligente que es capaz de darle solución y respuesta a las situaciones cotidianas, en el antioqueño que respeta al otro y trabaja con el otro y por el otro.

¿Cómo empezar a ir cambiando esas mentalidades?

No es fácil. Es un relato que nos ha acompañado toda la vida y, de alguna manera, es lo que yo creo ha terminado siendo muy poco beneficiosos, porque esa idea del paisa malicioso, del paisa vivo, del paisa avispado, que se aprovecha de la debilidad del otro para sacar partido es justamente la idea de desarrollo con la que no vamos en esta gobernación, con la que no vamos desde la idea que tenemos de cultura y va mucho más encaminada hacia eso que te estaba diciendo. Pero las transformaciones culturales y de pensamiento nunca se van a dar en cuatro años, son procesos de construcción de largo aliento. Lo que si podemos hacer es empezar a sentar las bases de una ciudadanía mucho más consciente con relación a su quehacer y su responsabilidad frente al otro, que tal vez es un tema que nos ha faltado fortalecer y evidenciar. Nosotros tenemos un principio básico de comportamiento que es la solidaridad, eso nos atraviesa de manera absolutamente natural y muchas veces a partir de esa solidaridad se pueden empezar a construir unos referentes de ciudadanía distintos. Ese es un elemento que en este momento se me viene a la cabeza, pero a partir de ese elemento puede haber muchos más.

¿Van a trabajar de llave con Medellín?

Absolutamente.

¿Qué actividades en conjunto piensan realizar?

Ahora justamente tenemos que definir la participación en uno de los eventos culturales más importantes del país en la cual sería muy importante para el instituto y la secretaria de cultura llevar a cabo. Queremos participar conjuntamente con La Feria del Libro.

¿La idea es llevar la Fiesta del Libro a municipios de Antioquia?

Esa es una idea sobre la cual el municipio ya viene trabajando, Medellín tiene una apuesta en ese sentido. Pero, obviamente, la tenemos que hacer de la mano, entonces esa será otra posibilidad de trabajo conjunto. En esto me atrevo a decir que, si en oportunidades anteriores se había visto una relación absolutamente fragmentada y poco articulada, esa no va a ser esa administración, porque, además, lo digo abiertamente, Lina y yo nos conocemos en lo laboral, venimos de compartir un espacio en IDARTES, éramos pares. Entonces, digamos que ya hay una relación de confianza y de afecto también dada que vamos a aprovechar y potenciar en pro de lo que cada una tiene que hacer en el rol que está ejerciendo en este momento. Sabemos que estamos ahí y podemos además contar la una con la otra y podemos generar acciones desde cada uno de los cargos que ejercemos en este momento.

¿Qué más actividades hay en construcción?

Estamos en ello. Yo llegué hace veinte días, entonces tenemos muchas conversaciones pendientes, una de esas conversaciones pendientes es que siempre nos llamamos y nos decimos: “Y cuando nos vamos a sentar vos y yo, tenemos tantas cosas de que hablar”, y en esas estamos. Tenemos muchas cosas que construir, no solamente con la Subsecretaria de Lectura, Biblioteca y Patrimonio, también con la Subsecretaria de Ciudadanía Cultural. Tenemos mucho que aprender también ahí, el proceso que Medellín a fortalecido estos años y es justamente el portafolio de estímulos de arte y cultura, entonces ahí además tenemos unos aprendizajes por compartir muy impresionantes, que para nosotros son muy importantes. En este trabajo que te decía vamos a empezar a apretar muy fuerte para lograr tener un portafolio si es posible el próximo año.

Para Marcela Trujillo, ¿cuál su visión de cultura?

Esa siempre es una pregunta difícil de responder. Estoy convencida que la cultura no se relaciona de manera única y exclusiva con el arte, el arte es una manifestación del ser humano, pero la cultura va mucho más allá y tiene que ver en la forma como nos relacionamos, nos vemos, nos conectamos, nos comunicamos. Esta para mi absolutamente relacionada con los lenguajes, creo que el arte es uno de esos lenguajes, está de manera natural instalada y a veces no tan natural. Digamos que a veces tenemos unos arraigos que terminamos llamando cultura, pero que para mí no lo son. Entonces cuando hablamos de estas herencias nefastas de el narcotráfico, quisiera no tener que hablar de una cultura del narcotráfico porque no tendría porque obedecer a un desarrollo cultural. Creo que la cultura es ese elemento que nos comunica y nos pone en contacto con el otro y con el mundo, a través del cual encontramos una cantidad de lenguajes y manifestaciones y obviamente cambia en la medida en la que va cambiando los tiempos y que seguramente lo que vamos a tener que hacer es una lectura y un reconocimiento del antes y el después, porque la cultura es orgánica, en esto que esta instalado en nosotros y la manera de movernos en el mundo hace que sea absolutamente orgánica y cambiante.

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