El clan de Itagüí

Foto: Andresferrespo

Si en Itagüí eligen otra vez al de Trujillo, la corrupción va a fortalecer sus tentáculos en este municipio, que es de los que más aporte hace al PIB de Antioquia, solo por debajo de Medellín y a la par con Envigado.

Si en política se le tiene que temer a algo es a la combinación del pronombre el, la preposición de y un nombre o apellido de algún poderoso: el de Uribe, el de Fajardo, el de Petro, el del que sea. Hace un daño enorme a la competencia por el poder, porque detrás de esos están otros que por cuestiones legales no pueden ocupar el puesto de candidato. Y esto es muy común, porque los poderosos saben que en el país es nula la lectura crítica del ciudadano, que se deja llevar por las recomendaciones del gamonal o del caudillo político del momento que pretende seguir gobernando en cuerpo ajeno. Si lo dice él, debe ser bueno, dicen.

Yunis Turbay decía que el colombiano piensa por extensión, que es un individuo que piensa por reflejo, por lo que dicen, y que por eso hay tan poco espíritu crítico. No se equivoca. Si aquel fue buen ministro, aunque no lo haya sido, pero los medios lo pintan como tal, será buen presidente, dicen, y votan por él; si fue buen alcalde, aunque no lo haya sido, votan por él; o si este, que fue “buen alcalde”, dice que hay que votar por aquel, pues hay que votar por aquel. Somos miopes, somos apoltronados; relegamos nuestra decisión al vecino, al que “más sabe”. Somos, a la larga, menores de edad kantianos.  Con la elección de “el de Uribe”, ya vemos cómo nos está yendo, eligiendo a un joven sin más experiencia que un período como congresista y toda una vida viviendo en Washington ocupando puestos segundones… un “aprendiz”, como lo llamaría la Revista Semana.

Itagüí no escapa a esta realidad. Acá está creciendo un sujeto peligroso que puede llegar a ocupar importantes cargos de elección popular en el país y que ya ha puesto a un alcalde y pretende subir a otro. Hablo de Carlos Andrés Trujillo que, hay que decirlo, es un mago de la política, hecho a pulso, pero peligroso. Inició en la política como secretario de la Junta de Acción Comunal de su barrio para luego ser su presidente.  Desde ahí fue configurando su juego político: tejer alianzas con los poderosos. Con el apoyo del hoy cuestionado Luis Alfredo Ramos, en 2003 se lanzó al Concejo de Itagüí y ganó, formando un grupo de poder de concejales conservadores del estilo del entonces alcalde Carlos Arturo Betancur. En el 2008 llegó a ser diputado de la mano del mismo Luis Alfredo Ramos, quien buscaría y conseguiría la Gobernación.

En el 2010 lanzó a Nidia Marcela Osorio a la Cámara, en llave con Olga Suárez, investigada en su momento por parapolítica. Ya el lector sabrá qué tipo de familia es la Suárez Mira en Bello, Antioquia (ver Suárez Mira, los escándalos e investigaciones tras el clan que detenta el poder en Bello). Quizá esta ha sido la alianza más peligrosa que ha tenido Trujillo. Además, en el 2014 Osorio presentó la ponencia en el congreso que permitió el ascenso del entonces brigadier Nicasio de Jesús Martínez, a mayor general, quien estuvo envuelto en escándalos de corrupción al interior de las fuerzas militares luego de que se comprobara que estaban desviando recursos del Ejército en Antioquia y, dicho sea de paso, hoy sigue envuelto en escándalos como el regreso de los falsos positivos.  Por otra parte, el año pasado la Corte Suprema de Justicia abrió investigación preliminar a más de 200 congresistas y excongresistas, por la muy conocida ‘mermelada’, o el supuesto mal manejo de los cupos indicativos; entre esa cantidad de senadores, estuvo el nombre de la amiga de Trujillo.

Luego de tejer toda esta red local y nacional, este líder conservador consiguió la alcaldía de Itagüí para el período 2011-2015, pero de ella salió con varios escándalos, entre ellos el de peculado por apropiación al utilizar dineros públicos para el beneficio personal de miembros de la Policía, además de haberle adjudicado contratos a familiares, irregularidades en la contratación, detrimento patrimonial, entre otros escándalos. Hoy, todas esas denuncias permanecen dormidas en Bogotá.

Ahora que ya es senador por el Partido Conservador, su casa política, se la juega con personalidades también cuestionadas, como Jaime Cano a la Asamblea (ver), quien en su momento fue aliado de los Suarez Mira y ya era cercano a Trujillo desde hacía algunos años. Esta alianza es delicada porque Cano, según un testigo, habría hecho trámites para alterar las auditorías de una Unidad de Reacción Inmediata (URI) en Segovia, lo cual se dio a conocer luego de la captura del Contralor de Antioquia, que hoy está libre (ver Los políticos antioqueños que estarían enredados en caso de contralor). Hoy, su publicidad sigue por todas partes, y de la mano de Trujillo, quien no ha tomado distancia.

Como esas hay muchas alianzas cuestionables de Trujillo. No es una, ni dos, ni tres, son muchas (ver Trujillo, el barón godo que siempre gana las elecciones). Dime con quién andas, y te diré quién eres, dice el adagio popular.

Hoy, luego de poner a León Mario Bedoya como actual alcalde, busca poner a quien fuera secretario de Infraestructura de su administración y de la de Bedoya. Ese secretario, José Fernando Escobar, hoy es el candidato oficial de la continuidad. Escobar firmó decenas de contratos, cuyo valor en conjunto ascienden al casi medio billón de pesos durante sus dos gestiones. Es normal que un secretario de esta cartera firme contratos por tal cantidad de dinero porque la infraestructura es costosa, pero cuando se entra a mirar con lupa algunos de esos contratos, hay cantidad de sorpresas que no dejan de llamar la atención, de lo cual me ocuparé en la siguiente entrega.

Si en Itagüí eligen otra vez al de Trujillo, la corrupción va a fortalecer sus tentáculos en este municipio, que es de los que más aporte hace al PIB de Antioquia, solo por debajo de Medellín y a la par con Envigado. El hoy senador pretende enquistar su poder en este municipio.

Santiago Molina

Licenciado en Humanidades, Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia.​