Hace unos años, luego de mucha reflexión, y contrariar la decisión mayoritaria de mi familia, decidí votar por el SÍ en el Plebiscito. Hoy no me arrepiento.
Estamos una prueba clara al proceso, al gobierno y a la sociedad: Altos ex mandos de las Farc han vuelto a la guerra. Pero ¿nunca se han preguntado qué tanta voluntad de paz tenemos como sociedad? Porque mientras muchos claman por las «injusticias del acuerdo de la impunidad» continúan en su día a día discriminando, violentando, agrediendo y negándose a reconocer al otro.
¿Que un grupo de disidencias y altos mandos de las desmovilizadas FARC se hayan reintegrado a la guerra es culpa del gobierno y el uribismo? No. Es culpa únicamente de ellos que han decidido volver a abrazar la guerra y la violencia que desangra al pueblo, para luchar contra una supuesta oligarquía, en nombre del pueblo que será desangrado.
Porque los policías, soldados, campesinos y demás que van a morir son del pueblo. Son de nosotros. Esa disidencia de las Farc, que no merece ser llamada guerrilla, en realidad será un grupo narcotraficante y terrorista más. Al que hay que combatir.
¿Entonces acabamos al acuerdo? No. Al Acuerdo hay que abrazarlo, porque ha sido la mejor forma de cerrar el conflicto, de modernizar nuestro Estado y de abrir el debate a los temas urgentes y necesarios del país.
¿Entonces de quién es la culpa de la violencia? Esa sí es de todos.
La culpa es de Santos que dejó un acuerdo desfinanciado y que no logró sacar la paz sin polarización.
La culpa es de Uribe que continúa enfrascado en obstaculizar el postconflicto y nos mantiene en las lógicas de la guerra.
La culpa es de la oposición que no ha logrado un llamado a la unidad por la paz.
La culpa es de Duque que en vez de afrontar los problemas reales del país e implementar el Acuerdo, continúa discutiendo y haciendo campaña.
La culpa es suya, usted que me lee, cuando ha mostrado desidia, violencia, apatía y desinterés. ¿Será que sí construye paz en el día a día?
La culpa es mía por no defender lo suficiente los acordado y presionar lo suficiente a un gobierno irresponsable.
La culpa es nuestra que como sociedad no logramos romper el ciclo de violencia.
Sin embargo, la culpa de que una disidencia vuelva a las armas es de ellos. Ellos pasarán a la historia como el grupo que decidió primar las balas sobre las palabras, la sangre sobre la educación y la muerte sobre el debate.
La culpa de que Colombia no salga de la violencia es de todos. Hay que diferenciar.
¿Se rearmó una disidencia de las Farc? Sí. ¿Hay un peligro inminente para la seguridad nacional de articularse con las otras disidencias y grupos residuales? Sí. ¿Era entonces innecesario el Acuerdo de Paz? ¡No! Para los que no lo han leído, el Acuerdo incluye asuntos básicos y mínimos que independientemente de si hay desmovilización o no teníamos que hacer.
No necesitábamos un acuerdo de paz para saber que teníamos que hacer el Catastro Rural, darle garantías a la oposición, brindar justicia a las víctimas, contar la verdad sobre el conflicto, etc. No se tenía que negociar con las Farc para que hiciéramos las reformas que el país necesita.
Ahí tienen su cortina de humo. Porque si bien la noticia es muy grave, opacará la opinión pública y será usada por amplios sectores para ocultar otros temas de la agenda. Nos tendrán hablando sobre esto un buen tiempo. Cuando en realidad deberíamos estar debatiendo de los grandes problemas que el país tiene en su día a día y que afligen a millones de colombianos. La guerra siempre ha sido la excusa para no abordar los problemas reales del país.
Ya nadie hablará sobre la contrarreforma a la constitución de 1991 que crea un monstruo sin control en la Contraloría.
Ya nadie hablará del desempleo que continúa en alza y nuestro Ministro de Hacienda públicamente dice que no sabe que porqué.
Ya no hablaremos sobre las elecciones locales que hay en dos meses (y si lo hacemos será apoyando a quien condene a las Farc y no debatiendo sobre los programas de gobierno).
Ya nadie hablará del desempleo de Quibdó, que llega al 20%.
Ya nadie hablará de la deforestación, que el gobierno no ha podido controlar.
Ya nadie hablará del paro de maestros que inicia.
Ya nadie hablará de la ley de flexibilización laboral.
Ya nadie hablará de la reforma pensional.
Ya nadie hablará del aumento en los asesinatos de líderes sociales.
Ya nadie hablará sobre las pocas horas que le dio hace 6 meses Iván Duque a Nicolás Maduro para abandonar el poder.
Y así hablaremos de la guerra y ya nadie hablará de todas las deudas que tenemos con Colombia.