Días de inocentes

CORTO Y PUNTUAL

No importa el día, la hora, es lo de menos, tenían avisada la llegada. No se sabe el año exacto, unos no quieren recordar, otros el miedo les hizo olvidar. Todos recuerdan su paso por las calles. Las casas siguen de pie, otras pintadas de otro color, puerta nueva y techos con teja de barro, si hablan los muros de las casas, contarían otras versiones de lo vivido y lo acontecido.

Muchos perdieron parte de su familia, un tío, un primo, un hermano, el papá, la mamá, el abuelo, la abuela, la prima, la suegra. Todos esperaban la llegada, había zozobra, había un temor, un miedo parecido al que describen los relatos de la aventuras de los caballeros medievales en las cruzadas. Nadie permanecía en la calle, hasta muy tarde, ni salían temprano a la jornada de trabajo. La única calle del pueblecito tenía despacho parroquial, granero, bar, fonda, peluquería y venta de helados.

Todos habían convivido, desde siempre, muy niños algunos, otros llegando tenían que acoplarse a las situaciones que tenía el territorio, hacia parte de su ambiente natural. Llegaban los de Marquetalia y los del Campamento del Cura Pérez. Tenían reglas y hasta manual de convivencia.  Llegaban vestidos de camuflado, otros con ropa cotidiana. Otros armados hasta en los dientes. Temían a las alarmas. A quiénes no conocían ponían la pistola en la cabeza. Muchos no recordaban que habían niños y ancianos que preservar sus vidas.

Con los años llegaron los otros, los de Ralito, desplazaron y arrinconaron a los que por años tenia control de intendencias y comisarías. Aparece la figura de generales comprometidos en la masacre de millones de ciudadanos. En pocos años tuvieron dominio nacional y sus distintivos eran servidores en defensa del campo y la ciudad. De vez en cuando eran entrevistados por los grandes de la radio y la televisión. Se denominaron refundadores de la patria y hablaron duro desde el capitolio nacional. A los pocos meses fueron extraditados al país del norte. Muchos hablan y otros solo esperan que pase el tiempo de reclusión. Parece todo muy fácil y es tan lejana la paz y no se acelera la transición para lograr diálogos para poner fin a los libretos de los buenos y malos muchachos. Así se pasan los días de inocentes.

Diego Calle Pérez

Especialista en Gestión Pública. Escuela Superior de Administración Pública ESAP
Especialista Gerencia Educativa con énfasis en Proyectos. Universidad Católica de Manizales.
Historiador - Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín - Analista Político
Miembro fundador de columnistaslibres.com