El DANE en cabeza de Juan Daniel Oviedo entregó los resultados preliminares del Censo 2018 con una cobertura de 99,8% del territorio nacional, equivalente a 517.427 manzanas urbanas y áreas operativas rurales. Los resultados entregaron un desfase del 9% a la baja en las proyecciones de la institución. Oviedo señala que esto pudo deberse al retraso de tres años en la operación estadística nacional y que las proyecciones no fueron ajustadas de acuerdo a la dinámica socioeconómica del país durante estos años.
El DANE entregó una cifra de 45,5 millones de colombianos con una proporción de 95 hombres por cada 100 mujeres y 106 mujeres por cada 100 hombres, viéndose reducido el porcentaje de hombres y aumentado el de mujeres respecto al Censo del 2005. Esta brecha entre hombres y mujeres viene en aumento desde el censo de 1985.
La clasificación por grandes grupos de edades deja serias dudas para la política económica, la reforma pensional es, sin duda, una necesidad, representa el rubro más alto del PGN con 39,6 billones y uno de los que menos personas impacta con 2.1 millones. La población de personas mayores de 60 años crece cada vez más y la de menores de 15 se reduce a un ritmo mayor, significando que, en el largo plazo, el sistema de reparto será un modelo insostenible. Veamos las siguientes cifras, el 64,1% de la población está entre 15 y 59 años, la relación de dependencia demográfica nos dice que por cada 100 personas en edades potencialmente productivas, hay 46 en edades potencialmente dependientes (menores de 15 y mayores de 64), mientras que en 2005 era de 59. Contrastando esto con el índice de juventud, el cual evidencia que por cada 100 personas mayores de 64 años hay 245 menores de 15 años, contra 487 que había en 2005 y 763 en 1993, se vuelve claro que el envejecimiento de la población va a un ritmo vertiginoso y lo único que nos está comprando tiempo es el “Bono demográfico” (Sucede cuando la proporción de población en edad de trabajar es mayor a la población dependiente) en el que nos encontramos y el aumento de la población formal en el mercado laboral ubicándose en un 50% aproximadamente, según el DANE.
Por otra parte, el PIB per cápita tendría que ser corregido debido al menor número de personas en las que se debería dividir la riqueza del país, teniendo una variación cercana al 9% pasando de 19,7 millones de pesos a 21,6 millones.
La pobreza monetaria y multidimensional es otro indicador que tendría que ser corregido en cuanto al número de personas que se encuentran dentro de este porcentaje (26,9% y 17,0%, respectivamente).
Ahora bien, la relación entre la coyuntura socioeconómica nacional y la distribución poblacional presentada por este nuevo Censo, radica en la migración interna y la concentración de población en edades potencialmente productivas, esto tiene una alta correlación con los territorios fructíferos, donde se está centralizando la población. Dejando de lado departamentos como la Guajira, Magdalena, Chocó, Vaupés y Vichada que entre todos no aportan más del 2,9% del PIB nacional. Si bien la dinámica migratoria hacia ciudades con un mayor grado de bienestar es completamente estándar, Bogotá está teniendo un comportamiento atípico dentro del campo de los territorios productivos, está presentando un mayor índice de emigración que de inmigración, lo cual puede estar relacionado con el gran porcentaje de personas que viven en municipios de Cundinamarca pero deciden trabajar en Bogotá.
El Censo es una herramienta que sirve de engranaje e insumo dentro de las políticas económicas y de planeación nacional que requiere de transparencia y puntualidad en su ejecución porque de este dependen una gran variedad de estudios, indicadores y proyecciones estatales, que posteriormente se verán reflejados en datos de uso comparativo para medir la efectividad de las políticas públicas y para la toma de decisiones sobre inversiones y locación de recursos y esfuerzos por parte del Estado colombiano.