“Antieditorial al Editorial oficial de El Espectador Edición del 18 de agosto de 2018, a propósito del Caso Kika Nieto vs. Las Igualadas”.
La victimización y el miserablismo como denominaba el doctor Álvaro Gómez Hurtado a ese culto a la miseria, a la degradación humana y a la santificación de la pobreza en todas sus formas, sobre todo a la mental y moral son un buen negocio para muchos en Colombia. Lo vemos en personajes que teniendo millones cuando se ven ante un proceso judicial por alguna falta o violación de derechos, y piden amparo de pobreza por no pagar abogado; lo vemos en las calles y tranporte público de grandes ciudades donde mujeres y hombres tienen la mendicidad de ellos mismos e incluso usando como mendigos y escudos humanos de lástima a sus hijos menores de edad -pero para ellos si no existe ni Policía de Infancia y Adolescencia ni Instituto de Bienestar Familiar-, creando franquicias de la miseria que traspasan fronteras regionales y son fachada de muchas actividades ilegales e inmorales; y por si fuera poco, han sido el caballito de batalla de los que quieren imponer por la violencia y la criminalidad -concretamente la ideología comunista- sistemas políticos y económicos al Estado colombiano para capturar los empleos públicos y los mercados clientelistas-amiguistas y mercantiles internos de Colombia -esto aplica desde los carteles de papel higienico, azúcar y cemento hasta los grandes medios de comunicación de televisión, radio y prensa que no han permitido la democratización del país-.
El caso de Kika Nieto y el fallo final contra su tutela por difamación en un video contra la periodista y activista de la ideología de género y feminismo radical Mariángela Urbina, que trabaja en los productos del diario El Espectador en una sección conocida como Las Igualadas, surgida como secuela del éxito de la sección La Pulla, constituyendo una matríz de odio contra la institucionalidad, los valores y principios de la sociedad colombiana y contra los sectores políticos de centro derecha colombianos y sus líderes. Un problema personal contra una persona particular fue defendido por un editorial oficial del períodico -que como lo confesó en un evento institucional hace poco en la Universidad CESA, Juan Carlos Rincón, director de La Pulla escribe la mayoría de los editoriales del períodico-, es la muestra que efectivamente el diario El Espectador y sus dueños, el grupo empresarial VALOREM o Grupo Santodomingo, TIENEN UN INTERÉS DE INDOCTRINAMIENTO SOCIAL Y UNA LÍNEA EDITORIAL SOCIAL-DEMÓCRATA Y ANTICONSERVADORA.
Este espacio no es para defender a Kika Nieto, persona que no conozco y que viendo sus contenidos no es de los contenidos de mi agrado, ya que como católico tradicional, no estoy de acuerdo con las tácticas de proselitismo y religiosidad light para atraer fieles de las confesiones protestantes, tal cual lo muestra la estética y línea discursiva de los videos de la señorita Nieto, proveniente de la educación universitaria privada de Bogotá. Si no fuese tan grave lo que está sucediendo desde los grandes escenarios de opinión en nuestro país, y las consecuencias que tiene para la libertad de expresión, sería la pelea entre dos extremismos: por un lado una youtuber extremista de izquierda, feminista radical y abortista que en nombre de todas las mujeres choca y muestra una versión más «tierna» pero peligrosa del discurso de La Pulla; y otra, que bajo un discurso y estética banal, sosa y acentuando su regionalismo y su condición de clase media alta impone e incuba su religiosidad y estilo en las masas.
¿Qué tipo de gente consume youtubers profesionales? Niños desde los 9 años hasta adultos jóvenes de 35 a 38 años. Es nuestra juventud la que está, como nunca antes en la historia expuesta a las mentiras, vulgaridad, descontextualización, banalidad e indoctrinamiento a través del internet y las redes sociales. Y los adultos quedan expuestos al conocimiento de sus datos y su vida por parte de corporación que hacen negocio con los mismos. Casos como el juego de la Ballena Azul que causó muchos suicidios o el Whatsapp del supuesto espanto Momo se dice que son experimentos sociales realizados por desarrolladores web o ejecutivos de multinacionales que sin escrúpulo alguno roban información y matan personas quién sabe por qué y para qué, pero seguro es algo grande y nada bueno trae entre manos.
La fanfarronería y actitud alzada y agresiva de El Espectador, es una recordación de que para los ricos si hay justicia, para ellos si hay ley y para los demás… jódanse. Pues no. Ya no vamos a permitir que un gremio empresarial siga monopolizando la vida y bienes de los colombianos pero tomando el dinero de los mismos colombianos para enriquecerse. ¿Un períodico sintiendose perseguido por una acción de tutela de una persona contra un periodista? ¿Habrá licencia para calumniar, destruir y desprestigiar de ahora en adelante para youtubers y periodistas siempre y cuando sean de los grandes grupos? Creo que si es así, la Constitución de 1991 y su Estado Social de Derecho son una gran mentira.
EL NODO COLOMBIA, ha sido perseguido por organizaciones financiadas por George Soros en Colombia como el portal La Silla Vacía y ColombiaCheck, llegando a censurar sus cuentas en Facebook y Twitter. ¿Qué entramado criminal se está gestando en Colombia? ¿Harán la misma trinca mafiosa para no dejar surgir ni un tercer canal de televisión ni tampoco crecer a los medios independientes y digitales?
No lo sé, solo sé que dicho irrespeto merece una respuesta de más de 500 palabras que dan en sus Antieditoriales El Espectador y juramos defender a Colombia, no a la segunda familia más rica del país ni a youtubers cómplices del marxismo cultural ni tampoco a los que confunden buscar a Dios con cambiarse de religión. Por los niños y juventud de Colombia estaremos siempre.
¿Quién dijo miedo?
@armesto1989