El derecho del niño a ser niño

La mirada del niño parece no tener fondo. Y aunque las tres personas de esta foto se nos muestran destempladas, son los ojos del niño —el punto focal de esta imagen—, los que poseen la suficiente profundidad como para que, los que estamos detenidos viendo esta instantánea, podamos inferir que algo no muy bueno está viendo. Que algo corrosivo le es próximo.

El niño debería estar feliz, quizá como todos los niños de su edad, pero una costumbre se interpone entre su sonrisa y la dicha.

El carnaval de blancos y negros, harta tradición en Colombia y patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, dejó colar esta imagen que obturó el fotógrafo León Hernández (Medellín, 1989), integrante del Club Fotográfico Medellín, en el 2017, en la ciudad de Pasto.

Lo cierto es que la primera infancia debería dar cuenta de etapas cumplidas, de brincos, de juegos, de aprendizaje y de corazones volcados a sonrisas anchas, como lo apuntaría Josefina Urdaneta (Maracaibo, 1925-2016) —pedagoga, escritora y desarrolladora de novedosos métodos centrados en el respeto de las conductas espontáneas infantiles en la vida escolar—. La primera infancia es la fase más importante de un ser humano”, insistía.

“(…) La vida tiene un curso que no se puede violentar. Los niños tienen que jugar, moverse. Yo he sabido de niñas concertistas que se orinaban en la banqueta, frente al piano, porque no las dejaban levantarse de allí, tenían que trabajar ocho horas diarias, como un trabajador obligado a marcar tarjeta. Puede ser que lleguen a ser concertistas distinguidos, pero habrán visto pasar los juegos, los amiguitos, la calle, el folklore… todo, sentados en una banqueta”.

Pero el niño de esta imagen apenas si se está retirando las cascaras del cuerpo y ya se encuentra rodeado de encrucijadas culturales, como la tradición, asaz patriarcal, de la región donde vive, que dicta que, si el padre decide abandonar el hogar, el vástago varón deberá tomar el timón del hogar y, por añadidura, todas las responsabilidades que trae ser cabeza de familia.

Pero, ¿qué ocurre cuando los hijos asumen el rol de los padres?

Cuando los niños sufren presiones extremas corren mayor riesgo de manifestar problemas cognoscitivos, emocionales y de comportamiento, de acuerdo a las precisiones de la UNESCO; quien ha sentenciado que la infancia no cumplida o en desventaja puede afectar a largo plazo la capacidad de los niños, sobre todo, al iniciar los estudios escolares.

“Deben ayudarse a los niños en situación de desventaja”, recomienda la UNESCO. La intención es llevarlos a los estudios escolares en un plano de mayor paridad con los demás niños durante la primera infancia, puesto que el desarrollo cerebral de los niños es más veloz y así, que, de una vez, se sientan las bases del desarrollo cognoscitivo, social y emocional en ellos.

La mirada acuciante de este niño —y canal de comunicación de su mundo interior —, no solo nos hace temblar, sino que además deja en evidencia lo poco o casi nada que se ha avanzado en Colombia en contra de la violencia y se acometen delitos en contra de nuestros niños; que diariamente se asientan 66 casos de violencia; y aún más, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) continúa haciendo las escalofriantes sumas, en lo que va del primer trimestre del año, de 2.855 casos de abuso infantil.

Con todo, esto no significa que en Colombia no se estén realizando esfuerzos para revertir el orden de las cosas y menguar estos desbarajustes sociales. Por eso, justo ahora, en Medellín, Cartagena y en otras ciudades, las calles de andan pintadas con vallas, donde los niños son el epicentro de una campaña de sensibilización, que buscan encaminar por otro rumbo a los ciudadanos, con la idea de hacer conciencia sobre la violencia infantil, bajo la campaña de: #Escúchalos #ConfianzaCiudadana / “No podemos permitir que se sigan vulnerando los derechos de nuestros niños.

Esperemos que a estas campañas se sumen otras iniciativas. Necesitamos a nuestros niños en los parques, en las escuelas y cumpliendo etapas. No cumpliendo profecías patriarcales. En esta misma medida, tendremos un futuro como sociedad más auspiciosa.

Giancarlos Areiza

Escritor y humanista egresado de Universidad Central de Venezuela. Especialista en audiovisuales, de la Escuela de Cine y Televisión.