El primer lugar donde me tomé un café, cuando llegué a Medellín, fue en un sitio que al pasar por la calle, no pude evitar querer entrar, fue casi como un hechizo, Café Otraparte… tuve la curiosidad de leer e investigar más sobre la vida del principal protagonista de Otraparte, Fernando González Ochoa, un escritor que nos enseña que en la política también hay poesía, que las leyes y los sentimientos si pueden llevársela bien. De allí nuestro poeta de esta semana, colombiano y Envigadeño.
Fernando González Ochoa, fue un filósofo, abogado y escritor antioqueño (Envigado, abril 24 de 1895 – Febrero 16 de 1964). Inventor del país de Otraparte, donde la naturaleza le brindó la comprensión y entendimiento que el país de nación le negó. Hijo de Daniel González, maestro y agricultor, y Pastora Ochoa. En 1910 fue expulsado del colegio de los jesuitas cuando terminaba el cuarto año, por negar el primer principio teológico y por sus lecturas de Friedrich Nietszche, Arthur Shopenhauer y otros filósofos mirados con recelo en el país. Hizo parte del grupo los Panidas, fundado en 1915 y en el cual se reunieron escritores, poetas y artistas de todas las áreas.
Tuvo una vida pública activa como abogado, diplomático, polemista, ensayista y novelista. En 1911, escribió Pensamientos de un viejo y lo publicó por entregas en el periódico La Organización de Medellín, el cual editó como libro en 1916. En 1919 presentó su tesis de grado titulada Derecho a no obedecer, la cual desató una gran polémica que llevó a los jurados a sugerirle que le cambiara de nombre al trabajo. El nuevo título fue «Una tesis». En 1928 fue nombrado Juez Segundo del Circuito de Medellín. En 1929, producto de un viaje que realizó por algunas regiones del país, apareció en París la obra Viaje a pie. En 1932 la misma obra fue traducida al francés y una vez más fue exitosamente recibida por la prensa europea. El 28 de enero de 1932, fue nombrado Cónsul de Colombia en Génova, pero en agosto del mismo año fue expulsado por Benito Mussolini.
El mismo año publicó la obra Mi compadre, basada en un dictador venezolano, e inmediatamente el Gobierno prohibió el ingreso y la difusión del libro en ese país. En 1954 publicó en Bogotá el libro Santander, y esta vez el turno de la persecución fue para Colombia. El Gobierno intentó recoger la edición e impedir la difusión de la obra. En 1954 varios escritores e intelectuales europeos y norteamericanos, entre ellos Jean Paul Sartre y Thornton Wilder, lo nominaron para el Premio Nobel de Literatura, pero la Academia Colombiana de la Lengua se negó a adelantar los trámites respectivos y, en su lugar, postuló a don Ramón Méndez Pidal. Le cobraron así la osadía de reflexionar sobre ciertos próceres de la patria.
En 1957 se refugió en el país que inventó para sí, con el fin de protegerse de ese otro que temía sus pensamientos. A la finca de su propiedad ubicada en Envigado, inicialmente la llamó La huerta del Alemán, como un sinónimo de filosofía de grande vuelo, pero después le cambió el nombre para expresar de forma directa su relación con el lugar, y la llamó Otraparte. Quizá porque el país lo trató como si fuera de otra parte y no como el pensador auténtico que fue capaz de mirar la realidad y esencia de nuestra nacionalidad. En marzo de 1962 apareció su último libro: Tragicomedia del padre Elías y Martina la Velera.
Fernando González murió en Envigado, el 16 de febrero de 1964, a causa de un infarto. Como novelista publicó las ya citadas Don Mirocletes (1932) y Tragicomedia del padre Elías y Martina la Velera (1962). Como ensayista y pensador publicó: Pensamientos de un viejo (1916), Viaje a pie (1929), Mi compadre Juan Vicente (1932), El hermafrodita dormido (1933), Cartas a Estanislao (1935), El remordimiento (1935), El maestro de escuela (1941), Santander (1954), Los negroides (1956), El libro de los viajes y de las presencias (1959), Problemas de teología moral, Mi Simón Bolívar (1969), Poncio Pilatos envigadeño y El entierro de don Tomás (comedia), entre otros.
Sin embargo lo importante para encontrarse con Fernando Gonzales, no es oír hablar de él, sino hundirse en la lectura de sus obras, y esta semana les presentaremos algunos de sus más emblemáticos poemas.
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