Era de esperarse que los guerrilleros rasos de la banda terrorista Farc, retornarían a sus andanzas criminales. Por su calidad de lacayos de la revolución, era evidente que estarían inconformes con el acuerdo habanero, pues tan atractivos beneficios estaban reservados para los integrantes del secretariado, mas no para combatientes de medio pelo como ellos.
En el occidente colombiano aproximadamente 200 guerrilleros retomaron las armas para darle continuidad al crimen organizado, aduciendo dizque “corrupción, incumplimiento y abandono por parte de sus comandantes”. Ingenuos por demás, esos bandidos que visualizaron algún cumplimiento para su beneficio. Se tragaron el cuento, o tal vez, conservaron la ilusión a sabiendas de que los traicionarían. Bajo la mesa de la Habana, siempre tuvieron presente que, el punto relevante de los acuerdos era satisfacer la voluntad de los cabecillas, pero no de sus secuaces.
Era sabido también, que un ampón de poca monta, acostumbrado a delinquir en su cotidianidad, no soportaría semejante ardor en las zonas veredales. En la selva por lo menos contaban con la facultad de hacer y deshacer, libres en su accionar delictivo, mientras que, en las zonas de concentración convivían aglutinados como perros de circo. Y fue ello lo que desesperó su olfato criminal: los pillos, por excelencia, prefieren regresar a sus huestes que, someterse al yugo de la legalidad. He ahí el motivo del superávit de la reincidencia; el problema es psicológico y sociológico: el bandido solo vive para el bandidaje, no le busque más.
De esta manera, surge una nueva facción terrorista denominada: ‘Comando Conjunto de Occidente de las Farc- Nuevo Frente Sexto’ el cual es dirigido por el asesino alias ‘Mordisco’: un terrorista que, desde el inicio, expuso su descontento con el ‘proceso de paz’, porque a diferencia de los demás, tuvo claro que sus jefes en complicidad del Gobierno pretendían meterle los dedos a la boca para luego desecharlo como un trapo sucio. Este bandido siempre supo que las concesiones del Gobierno Nacional no lo beneficiarían a él de la misma manera que a sus jefes. Por ello, se preocupó desde el inicio y se opuso a los diálogos de la Habana. Hay que reconocer que ‘Mordisco’ es bruto, pero no bobo.
Lo grave de la situación es que, a la actividad de estos guerrilleros de poca monta, se sumarán otras amenazas con sed de sangre y de venganza. Y estando aquellos unidos, efectivamente, harán estragos en la población. Sin desconocer que también, continúan vigentes el ELN y las Bacrim en asocio para delinquir de manera potencial: algunos desmovilizados de Farc se fueron para el ELN y los demás para las Bacrim, y algunos otros, continúan en el brazo armado a través de las disidencias. El peligro es efectivo, pero a ello algunos optimistas le llaman “posconflicto’.
Lo inquietante es que, se trata de una amenaza inminente porque con ello incrementarán, próximamente, atentados, hostigaciones, secuestros, y extorsiones de aquel grupo maligno. Con el agravante de que, aplicarán ese funesto precedente propiciado por el Gobierno Nacional, consistente en que, entre más crueles sean, mayores indulgencias obtendrán.
Inexorablemente, el próximo Gobierno tendrá innumerables retos por sobrellevar: combatir esta nueva facción de las Farc, introducirle sustanciales cambios al acuerdo de la impunidad, combatir la ola de narcotráfico que nos aqueja, mejorar las condiciones de la economía, pero prioritariamente, sustraer ese despreciable legado de Santos que reza: ‘ser pillo, paga’.
No es fácil recibir a un país descuadernado…