“Violencia. En 25 horas hubo heridos, muertos y asonada a la policía. Se calentó Altavista”. Primera plana de nuestro diario más leído, 3 de abril de 2018.
Los hechos recuerdan (o mejor, repiten) lo sucedido el 10 de julio de 2016, cuando en el mismo sector (Mano de Dios, específicamente Nuevo Amanecer) una asonada a la policía dejó un muerto y siete heridos. Unos cuantos disparos perforaron la pared junto a la puerta de Talento Afro, único espacio cultural del territorio. En la memoria de los habitantes se reforzó la imagen de una policía cruel, un enemigo más aterrador que los mismos delincuentes -en últimas, jóvenes del barrio-. El 27 de agosto siguiente se realizó en Mano de Dios el evento “Abrazo Altavista”; la jornada fue agenciada por la Unidad de Convivencia de la Subsecretaría de Gobierno Local y Convivencia, adscrita a la Secretaría de Seguridad de la Alcaldía de Medellín, y pretendía recomponer el clima social y, puede asumirse, reivindicar al Estado.
Ese sábado de agosto, Andrés Tobón, entonces subsecretario de Gobierno Local, hoy secretario de Seguridad, recorrió el barrio. Yo mismo lo acompañé a la caseta de la Fundación Talento Afro, que usábamos las tardes de sábado para los encuentros de la Red de Artes Visuales. Junto con la Red de Artes Escénicas y los voluntarios de Presupuesto Participativo (que realizaban actividades lamentablemente muy pobres en contenido, según constatamos) éramos la única presencia del Estado en este barrio. Le mostré a Tobón la precaria placa asfáltica que fungía como cancha y espacio de juegos; y la caseta de ladrillo y teja de eternit (ya asediada por las grietas) donde nos reuníamos con alrededor de 30 niños, y que, en medio de la pobreza, acogía también las actividades de un grupo de baile, un colectivo audiovisual, y un grupo de abuelas cantadoras.
Entonces le sugerí a Tobón, con quien había compartido mis primeros años de formación en ciencia política, que si como gobierno creían en la cultura como posibilidad de transformación (como parecía indicarlo la jornada en desarrollo) tenían que ir más allá de una intervención de un día. “Eso se hace”, me dijo convencido. La caseta necesitaba refuerzo estructural y adecuaciones básicas de servicios públicos; Talento Afro requería acompañamiento en la consecución de recursos para financiar una agenda cultural. En la placa podría construirse una cancha, y aún sobraría espacio para seguir desplegando acciones serias.
La intervención de ese día fue bienintencionada, pero desordenada. Representando a la Red de Artes acompañé la actividad central. Se trataba de un mural, dirigido por un artista experto, con la participación activa de decenas de niños. No había agua para beber, ni siquiera para lavar pinceles; llegaba en cantidades insuficientes de manos generosas que descubrían el fallo. El mural fue pintado sobre un muro que sobrevivió a la demolición de una vieja fábrica, y que, por ende, no protege nada; se mantiene ahí como un absurdo. Mientras tanto, funcionarios de cuanta dependencia de la alcaldía había acudido se tomaban fotos con la gente, o jugaban con los niños con telas y bombas llenas de agua (que hubiera servido más en el mural). Buenas intenciones, que no hacen poesía. Un suculento refrigerio aglomeró a las personas alrededor de una tarima destinada a presentaciones de baile y canto. Sobre ella un pendón profesaba amor; a lado y lado custodiaban policías militares sosteniendo armas de alto calibre en postura de guardia. El abrazo se daba en medio de la militarización del territorio.
Un año después, en agosto de 2017, los medios alertaban nuevamente sobre la persistencia de la violencia en Belén Altavista. Por esos días, el 12 de agosto, se realizó un nuevo Abrazo Altavista. La segunda ocasión fue una feria de servicios con mucha institucionalidad, yoga, un ciclopaseo y una siembra símbolica por la vida. Hubo muchos niños, pero muy pocos líderes y comunidad movilizada. Pocos días despúes, el 3 de octubre, ocurrió otra asonada que enfrentó a la población con las autoridades.
Ahora, en 2018, tres nuevos muertos, otra asonada, un nuevo enfrentamiento entre combos en la cara de la fuerza pública… Hoy, por segunda vez en menos de dos años, camuflados desfilan por las calles de un barrio en una imagen escabrosa propia de una guerra civil, no de una democracia. ¿Qué pasó despúes de dos Abrazo Altavista? Nada. Ese tipo de acciones propagandísticas no puede producir nada, porque luego de que los medios y las actas registran la parafernalia, no quedan en desarrollo verdaderas estrategias políticas. “No se genera impacto porque a la comunidad siemrpe al dejan sola. Lo que se necesita es inclusión social”, dice Julia Moreno, líder comunitaria que ha luchado durante más de 12 años por mantener viva la Fundación Talento Afro, que hoy, debido a las dificultades económicas y por la misma problemática de seguridad, está en proceso de liquidación. Es una luz que se extingue.
A la entrada de Mano de Dios sigue el mural que pintamos aquel sábado de 2016. Su encabezado es el otro nombre del barrio: Nuevo Amanecer. Fue el que le dieron en 2005, a la llegada de la comunidad afro desplazada por un incendio en El Pinal sucedido en 2003. Allí habían llegado del Pacífico desplazadas por la violencia. ¿No es desde estas raíces que deben ser arrancados los problemas que nos agobian? El terreno de Altavista donde fueron reasentados colinda con un barrio que, coincidencialmente, también se llama Mano de Dios. Una comunidad que sufre el drama de la pobreza y la violencia, en una mano de Dios y luego en la otra.
La situación actual es la imagen del fracaso de la política de seguridad de Federico Gutiérrez, inspirada en el enfoque guerrerista de Álvaro Uribe, cuya “seguridad democrática” fue exportada a otros gobiernos latinoamericanos por el mismo Gutiérrez en un periodo de su vida profesional. Sobre los hechos recientes, “Andrés Tobón, secretario de Seguridad de Medellín, lamentó que se presenten hechos violentos en una zona donde se ha reforzado la presencia policial”, según El Colombiano. En el mismo artículo, un analista apunta: “La Alcaldía se concentró en el centro, Robledo y Altavista y esas siguen siendo las zonas con mayores índices de criminalidad. Por eso a 27 meses de gobierno decimos que las estadísticas no son favorables para el alcalde”.
¿Qué más se ha hecho aparte de reforzar la presencia policial y realizar acciones “pedagógicas” decorativas? Llamo a la alcaldía a poner los recursos necesarios al servicio de un proyecto para Altavista, construido con nuestras ciencias sociales: historia, ciencia política, derecho, sociología, psicología, trabajo social, etc. Mano de Dios puede ser perfectamente nuestro laboratorio de paz: ¿han estudiado a profundidad (en clave histórica) las múltiples violencias (sociales, raciales, familiares, de género…) que coexisten en este lugar? Por favor socialicen sus estudios. Y si no los han hecho, ¿sobre qué presupuestos elaboran su política? Me temo que lo hacen sobre ideologías del odio, cuyo fracaso es hoy de nuevo evidente.
Si la Alcaldía no me escucha, como seguramente ocurrirá, no me queda más que gritar en el vacío, y hablarle a la ciudad: necesitamos que se inviertan nuestros recursos con amor e inteligencia. Eso no va a hacerlo un gobierno cuyo referente es Álvaro Uribe.