Cuando vea este título podría esperar un artículo argumentando que la principal razón por la que no votaré ni por Petro ni por Fajardo es por temor a que Colombia se convierta en una segunda Venezuela e instauren un sistema socialista en nuestro país, pero esta no es la razón simplemente porque un sistema de controles excesivos por parte del gobierno no es viable, y espero que nunca lo sea, en Colombia.
La razón que me mueve a no votar por ninguno de estos dos candidatos es sencilla: el bolsillo mío y el suyo, la economía Colombiana. El boom de las exportaciones minero-energéticas, que no fueron convertidas en ahorro ni por el gobierno Uribe ni por el primer periodo de Santos, nos dejó como consecuencia un presupuesto gubernamental débil, tanto así que las principales calificadoras de riesgo están a punto de considerar nuestra deuda soberana como un activo para especular como consecuencia de una mayor probabilidad de que incurramos en moras y en defaults.
Es debido a este contexto que no nos podemos dar el lujo de experimentar con políticas que impliquen más gasto público como las educativas y de saludo que proponen todos los candidatos y las cuales son el eje de la política de Petro y Fajardo, necesitamos un gobierno que sea capaz de poner en orden la casa, que al igual que Merkel con puño de acero, sea capaz de sacrificar réditos políticos en el corto plazo para salvaguardar el futuro del país, políticos que sean serios en sus campañas y no se comprometan a cosas como “no tocar el sistema pensional” porque si hay algo cierto es que el esquema pensional actual del país se asemeja más a una pirámide que a un sistema de ahorro para la vejez.
Ningún candidato ha sido capaz de decir que un ajuste fiscal, tanto de recorte de gasto público como de incrementos en los impuestos va a ser necesario a más tardar 2019 si no queremos comprometer nuestra estabilidad financiera, ninguno de los candidatos actuales va a ser capaz de ordenar la casa para enfrentar los retos de la economía de los años 20 de nuestro siglo. Colombia necesitará austeridad si queremos conservar algo de lo poco que tenemos actualmente, pero para eso se necesita un político serio y aún más una ciudadanía que vaya más allá que una pelea absurda como lo es el llamado “castrochavismo”.