El 2017 termina en una tormenta política, un inconformismo cercano al pesimismo frente a la economía y con un país profundamente dividido, nuestras ideas no festejaron año nuevo, no decidieron cambiar ni muchos menos intentaron mirar nuevos horizontes. Siguen tan testarudas, tan arraigadas, tan ellas como siempre.
Nuestro país -para algunas de ellas- sigue su camino hacia la inevitable destrucción del socialismo del siglo XVI, nuestras cocinas padecerán la inanición de perniles y nuestros bolsillos popochos de billetes se presentarán como las herramientas más inútiles de nuestra vestimenta, seremos gobernados por ilustres personajes que en su poco espacio craneal encontraremos reducida la cantidad de materia gris y que quizás, si somos afortunados, algún cóndor llegue volando al palacio de Nariño y siendo la reencarnación de alguno de nuestros “ ilustres” padres de la patria nos dé alguno que otro consejito.
Para otros seremos el farol que guíe el cambio de una américa latina manoseada por los tentáculos de un animalito corrupto (con acento brasilero) que poco a poco se asfixia en la verdad, con la ética que llenará el país y trascenderá las barreras sociales y morales. Recibiendo así al mesías que le mostrará al Colombiano de a pie que su intachable forma de ser, tan avispada y honesta, expresada en el robo al prójimo, el desconocimiento de la ley, la intolerancia y la celebración de las plomaceras del monte, no es tan correcta como el así pensaba, nos mostrará como se debe ganar el pan con el sudor de la frente, NO con el sudor del de enfrente. Pero que vaina, hay que tener fe en que le creerán, porque en lo que fuera el país más feliz del mundo, la culpa siempre es ajena y la responsabilidad siempre es extraña.
Pero es válido tener propósitos, metas para esta 2018, quizás algunos lleguen a sus casas como ese tal ausente de la canción (no los corruptos) o quizás veamos una versión mas elegante de una matanza electoral y una caída económica. Pero ante todo fe y esperanza pueblo colombiano, los invito a ¡pensar! luego de tanto es una invitación sensata. Prospero año 2018.