Desde 1981 cada 25 de noviembre se conmemora el Dia Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres en honor a la memoria de las hermanas Mirabal, activistas dominicanas muertas a manos de la dictadura de Trujillo. A principios de los 90, esta conmemoración tuvo reconocimiento de los organismos internacionales.
En el contexto de la conmemoración el movimiento Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) dio a conocer un informe sobre femicidios en la Argentina, que deriva de un relevamiento de medios gráficos y digitales de todo el país entre el 1 de enero y el 17 de noviembre de 2017.
Durante el período evaluado, el análisis reveló 254 femicidios, de los cuales 12 estuvieron vinculados de mujeres y niñas; 19 vinculados de hombres y niños y cuatro fueron travesticidios. La mayoría de las víctimas fueron jóvenes de entre 15 y 25 años.
El informe distingue entre los femicidios que fueron cometidos por hombres del círculo íntimo de los que fueron perpetrados por extraños. Deriva que un 75% de los crímenes fueron cometidos por hombres del círculo íntimo, un 13% eran conocidos de la víctima, un 5% eran extraños y de un 7% se desconocen datos. Casi la mitad de las víctimas convivía con su asesino. Mientras que el 65% de los feminicidios se cometieron en la vivienda de la víctima, un 26% fueron cometidos en la vía pública, un 3% en la vivienda de un familiar, un 3% en la vivienda del agresor y otro 3% en otro lugar.
Si bien estas cifras no dejan de ser escalofriantes, no pretendo ahondar en estos datos. No debemos olvidar que la violencia contra las mujeres no es una sola, no hay una única forma de violentarnos. Las violencias contra las mujeres abarcan diferentes aspectos de la vida, las mujeres sufrimos diferentes grados de agresión que muchas veces no detectamos de tan naturalizados que tenemos algunos comportamientos.
La cotidianidad de la vida urbana nos depara algunas de estas violencias. En los últimos tiempos se ha empezado a discutir el derecho de las mujeres a transitar las calles sin ser víctimas del acoso callejero, tanto así que en diferentes ciudades este comportamiento otrora naturalizado se ha convertido en una contravención. Pero no solo esto, hace poco se publicó un estudio que resaltaba una situación tan naturalizada en nuestras ciudades que no deja de sorprender que recién ahora la estemos problematizando:
Las mujeres gastamos más dinero y caminamos menos en nuestros recorridos urbanos, porque no nos sentimos seguras. Todas las mujeres armamos nuestros recorridos por la ciudad en función de nuestra seguridad personal y no solo por temor al delito callejero – hurtos y raponazos – uno de nuestros mayores temores es el acoso.
Todas tenemos anécdotas que denotan estas situaciones y por lo tanto, todas desarrollamos estrategias para prevenirlos. Algunas prefieren tomar taxi, antes que caminar o acceder al transporte público. Otras, nos sentimos más seguras en el transporte público y todas tenemos razones justificadas para hacerlo.
Por último, quiero señalar la necesidad de una planificación urbana con perspectiva de género. El Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, Hábitat, habla de la importancia de implementar medidas encaminadas a pensar el urbanismo de las ciudades con perspectiva de género: «La falta de seguridad y movilidad es un serio obstáculo para alcanzar la igualdad de género en la ciudad, en la medida que limita el derecho de las personas a participar plena y libremente como ciudadanos en sus comunidades».