Según la Real Academia Española (RAE), la definición de ‘seguridad’ en una de sus acepciones es una ausencia de peligro o riesgo. Entendiendo esto sabemos que el término inseguridad es el antónimo de seguridad, es decir, la inseguridad sería la existencia de peligro y riesgo.
Hemos escuchado por miembros de las extintas FARC que cuando estaban en el monte vivían en un estado de suspenso por miedo a que la fuerza aérea los bombardearan o fueran emboscados por el comando especial contraguerrilla; cuyos ataques fueron permanentes y fuertes durante los 8 años de la seguridad democrática encabezada por Álvaro Uribe Vélez.
Muestra del miedo que guardan los reinsertados lo vimos todos los colombianos por televisión nacional el día 26 de septiembre del 2016 cuando el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, mejor conocido con el alias de Timoleón Jiménez, daba su discurso sobre el fin del conflicto que vivimos cerca de 52 años con esta guerrilla.
El miedo que se vive hoy por hoy es el mismo que tenían a mediados de los años 80 y 90 los miembros de la Unión Patriótica; partido político que nace con el proceso de paz que se vivió durante el Gobierno de Belisario Betancur. Este partido perdió cerca de 3.500 a 5.000 miembros a manos de los paramilitares o de las fuerzas de seguridad del Estado. De hecho, algunos de estos militantes provenían de las FARC, tal cual como estamos viendo ahora y a los cuales por denuncia de uno de sus miembros ya les colocaron precio por sus vidas, al mejor estilo de los años 80 y 90. Casualmente son los mismos grupos paramilitares que están vivos en el país.
Esta situación es agravada por el asesinato casi que a diario de líderes reclamantes de tierras, líderes sociales, defensores de derechos humanos o miembros del movimiento Marcha Patriótica; la cual defiende en su mayoría los mismos ideales del antiguo grupo guerrillero.
No es un secreto para nadie que recibir a los reinsertados en un país tan polarizado, lleno de odio y rencores, donde aún creemos que las personas no tienen segundas oportunidades y que el guerrillero siempre será guerrillero, para los que pensamos que estas personas tienen los mismos derechos en la población civil; es un acto de valentía y de confianza.
La invitación es que actuemos con estas personas como nos enseña la Biblia, a perdonar 70 veces 7 tal cual como nos lo enseño Jesucristo en Mateo 18-22. Que la visita del Santo Padre en Colombia sea aprovechada para abrazar a tu hermano y decirle al oído que tienes una oportunidad más.