A finales del siglo XX, en muchas de nuestras ciudades latinoamericanas, se empezaron a ejecutar políticas urbanas de renovación, restauración y/o refuncionalización edilicia con el propósito de recuperar áreas urbanas o edificios desuetos. Estas intervenciones urbanas que bien fueron financiadas por empresas privadas o con dineros públicos, modificaron el paisaje urbano de diferentes ciudades. En líneas generales fueron intervenidas edificaciones industriales o de equipamiento urbano, por ejemplo la intervención que hizo de la antigua cervecería Bavaria en el centro de Bogotá, el parque Central Bavaria. O más recientemente la remodelación que convirtió el antiguo matadero distrital una moderna biblioteca.
En la ciudad de Buenos Aires estas intervenciones -típicas del urbanismo neoliberal-, fueron moneda corriente en muchos de sus barrios tradicionales, por nombrar uno de los más emblemáticos, la conversión del antiguo mercado del Abasto en un centro comercial o la célebre reconversión del antiguo puerto en el moderno barrio de Puerto Madero.
Tradicionalmente, la zona sur ha sido relegada en el crecimiento (formal, la mayoría de los asentamientos irregulares están ubicados al sur) y desarrollo de la ciudad, pero aún así no fue ajena a esta tendencia de remodelaciones urbanas. Así, en 2001 se presentó la primera parte de la obra de renovación del Antiguo Mercado de Pescado en el barrio de Barracas, cuyo edificio data de 1934 y fue abandonado luego de medio siglo de funcionamiento.
Para el año de 2010 la remodelación del edificio había dado lugar a la transformación del mercado de pescado en el moderno Centro Metropolitano de Diseño (CMD), que desde su inauguración busca fomentar el desarrollo del diseño y ofrecer un centro cultural y creativo para los vecinos de la zona sur de la Ciudad, en el marco de la política de creación de los distritos económicos. La creación del Distrito de Diseño en el barrio de Barracas tiene como objetivo “conformar un clúster, y posicionar a la ciudad como centro competitivo regional”. Para esto se fomentan las condiciones favorables que permitan potenciar y exportar diseño local.
El Distrito de Diseño revitaliza un barrio de pasado industrial que cuenta con espacios industriales de alto valor patrimonial, que se renovaron en pos de cumplir con algunos objetivos fundamentales de la Ley N°4761 de Promoción de las actividades de diseño en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que da vida al Distrito de Diseño. Así la refuncionalización del antiguo mercado de pescado en el CMD permitió un espacio físico para crear el polo generador de creación y diseño, e incentivar la instalación de profesionales del diseño en este sector del barrio de Barracas.
Pero el éxito de esta intervención es cuando menos relativo. Es cierto que el CMD alberga muchos emprendimientos productivos que se apoyan en la ejecución de políticas publicas concretas y que es sede de varias escuelas de oficios que dan formación gratuita a una población numerosa. Pero se mantiene como una isla ajena al barrio. Los vecinos no lo asumen como propio, lo ven como una edificación del Gobierno de la Ciudad en la que no son bienvenidos. La integración al tejido social del barrio es lenta y está teñida de situaciones por demás complejas.
Los habitantes del CMD llegan desde otros puntos de la ciudad: los trabajadores estatales, los empleados de las oficinas, los estudiantes de las escuelas de oficios, tampoco son vecinos del barrio. ¿Qué ha fallado en el proceso de integración? A pesar de los servicios que brinda, de la múltiple oferta de actividades de formación, por qué el edificio se ve vacío. Un edificio vacío no deja de ser un decorado, una escenografía. ¿Qué se oculta atrás de ese decorado? Es sólo que la integración ha tardado más de lo esperado, o es que la intervención urbana pretende expulsar y no integrar.