A principios de noviembre de 1914, en Estambul, el Sultán del Imperio Otomano, Mehmed V, recibía la espada del profeta Mahoma, símbolo de su poder sobre el mundo musulmán. Mehmed aprovechó la oportunidad para hacer un llamado a sus súbditos a las armas, el mundo musulmán se alzaría contra las potencias occidentales. La primera yihad de la era moderna.
Esta yihad no era coincidencia, el 29 de octubre de ese mismo año el Imperio Otomano se había unido a los Imperios Centrales (Alemania y Austria-Hungría), en su lucha contra las potencias aliadas (Reino Unido, Francia y Rusia). La entrada de Turquía en la guerra no era un movimiento menor, para Alemania significaba tener el apoyo del líder del mundo musulmán. A principios del siglo XX el imperio británico, según cifras de los historiadores, tenía cerca de 100 millones de musulmanes habitando dentro de sus fronteras, si dicha población se revelará podría resultar un serio revés en la guerra.
La estrategia del yihad como arma de guerra fue ingeniada por el arqueólogo y espía alemán Max Von Oppenheim, un orientalista autoproclamado quien en su vasto conocimiento del mundo musulmán, no desconocía la potencial amenaza que una revuelta del Islam podía representar para las potencias occidentales.
Entre Berlín y Estambul se fraguaron planes para iniciar levantamientos armados en el norte de la India, obstrucciones en el Canal de Suez, incendiar los pozos petroleros en Bakú, pasar armas a los rebeldes musulmanes del norte de áfrica, etc. Para llevar dicha estrategia acabo el Imperio Alemán estableció una agencia dedicada a propagar la Yihad a cargo de Oppenheim.
La agencia envía una expedición alemana a Afganistán para establecer un conflicto armado en la India británica; submarinos alemanes entregan armas y municiones a facciones rebeldes en Libia; se dinamita el oleoducto de la compañía petrolera Anglo-Persa, a lo largo de un tramo de 20 km, costando cerca de 300 millones de litros de petróleo.
El primer campo formal de reducación Yihadista no estuvo ubicado ni en Turquía, ni en Medio Oriente; estuvo en Zossen, un pequeño pueblo a las afueras de Berlín. El campo era conocido como “Halpmondlager”, el campo de la Media Luna. En este campo los prisioneros de guerra coloniales eran llevados y bombardeados con propaganda Yihadistas o ultra-nacionalista, la cual instigaba a la rebelión contra las potencias coloniales. La idea era infiltrar a los prisioneros reeducados a las colonias donde provenían y que estos llamaran a la rebelión dentro de estas, realizaran atentados terroristas a blancos civiles y militares, y asesinatos a políticos opositores.
Como una guerra santa no se puede dirigir desde Europa, Oppenheim viaja en 1915 a Constantinopla para ponerse en contacto con una de las figuras más poderosas del mundo musulmán, el Príncipe Faisal bin Hussein, hijo de Hussein ibn Ali, el Jerife de la Meca. La idea de Oppenheim es que el Jerife y el príncipe inciten la revuelta armada en el norte de la india y en Egipto, para así obligar a Gran Bretaña a desviar recursos del frente occidental para contener las revueltas en sus colonias.
Lo que Oppenheim ignoraba es que los británicos ya tenían contacto con el jerife Hussein, prometiéndole a éste la creación de un Estado Árabe independiente a cambio de que se revelara contra Turquía. Las negociaciones, junto con el apoyo monetario y el traslado de armas estaban a cargo de otro arqueólogo y orientalista, el Mayor T.E. Lawrence. El jerife se inclinó por el lado Inglés.
En 1916 árabes y beduinos empiezan una guerra de guerrillas contra los turcos apoyados por un contingente británico proveniente de Egipto. Ya para diciembre de 1917 el ejército anglo-árabe toma Jerusalén.
Para 1918 la derrota de las potencias centrales era evidente. A pesar de ello, Inglaterra incumple su palabra con el jerife, y en vez de otorgar los terrenos liberados para la conformación de un Estado Árabe independiente, ésta se los divide con su aliado Francia, volviéndolos nuevas colonias. Así finaliza la primera Yihad moderna, trayendo consigo solo beneficios para Francia e Inglaterra.
Es curioso como Europa hoy mira con preocupación el nuevo conflicto en medio oriente. Los movimientos de ultra-derecha europea se niegan a que sus países acepten más refugiados, ignorando que la primera Yihad moderna fue fraguada, financiada e incitada por europeos.