No, no va a comenzar la tercera guerra mundial. Sin embargo, no es necesario un conflicto bélico internacional apocalíptico de la más alta categoría, que pueda eventualmente destruir ciudades enteras, para preocuparse por la situación. Hasta el conflicto o la tensión más mínima puede afectarnos, incluso, a los Colombianos.
¿Qué viene pasando en Siria?
En resumidos términos, Siria se encuentra en un conflicto armado interno que se ha ido convirtiendo lentamente en un conflicto de clase internacional por la participación de diversos países, entre ellos, Estados Unidos y Rusia. La situación se ha tornado compleja desde que Bashar Al Assad, presidente de Siria, ha sido cuestionado por su forma de gobierno. Hay una crisis al interior de Siria puesto que algunos sectores de la ciudadanía consideran a Assad como un tirano o un dictador (no sólo por la permanencia en el poder que ha tenido sino también por atribuirle represiones violentas al pueblo sirio). Es por esto que dentro de Siria comenzaron a formarse pequeñas parcelas de grupos armados -considerados obviamente terroristas por parte del Gobierno, o libertadores por parte de los ciudadanos que están en contra del Gobierno-, que a través de actos violentos han intentado tomarse el poder. Con el paso del tiempo estos grupos se fueron organizando hasta convertirse en la «Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria», como la máxima organización insurgente de este país.
Es aquí cuando las cosas se vuelven legales o ilegales desde el punto de vista que se le mire: técnicamente no hay prueba en contrario, definitiva, que pueda afirmar que el gobierno de Assad llegó al poder de forma ilegal, así como tampoco hay prueba definitiva que pruebe que él llegó de forma legal. Y es así como comienzan las especulaciones y los bandos.
En el derecho internacional hay una figura que ha sido llamado como «la autodeterminación de los pueblos». Ésta es, en resumidas cuentas, la posibilidad que tiene todo pueblo a revelarse contra su gobernante cuando éste sea un tirano y abuse del poder, haya llegado de forma ilegal a éste y sea un común violador de los derechos humanos en el país. Así es, existe el derecho a hacer la revolución (y es por eso que existe la amnistía para los delitos políticos, puesto que los «delitos políticos», son nada más que aquellos delitos que intentan tumbar al Estado y a todo lo que es, en miras a defender este derecho de la liberación popular). Para defender la democracia, la libertad, los derechos humanos y el derecho internacional; países como Estados Unidos se han dado a la tarea de apoyar militarmente a las fuerzas de la oposición siria.
Pero ahí no termina el problema.
Además del derecho a la autodeterminación de los pueblos, existe una figura muy conocida y usada en el derecho internacional llamada «soberanía». La soberanía, entre otras cosas, consiste en que un gobernante, por el hecho de haber llegado de forma legal al poder y por ende ser el representante legítimo de su pueblo; no puede ser atacado por los demás países porque éstos no tienen por qué meterse en sus asuntos internos. Es algo así como que un Estado soberano debe ser respetado y por lo tanto los demás países no tienen por qué meterse en sus asuntos y mucho menos atacarlo (pues estarían atacando, simbólicamente, al pueblo que lo eligió legalmente). Es así como Rusia ve entonces las cosas: apoyan al régimen de Assad porque lo consideran legítimo y legal, y creen que toda intervención es un ataque hacia un «estado soberano».
¿Por qué atacó Estados Unidos?
Es interesante notar que el presidente de EE.UU. Donald Trump nunca se pronunció directamente diciendo que atacaría al régimen de Assad. Incluso, algo que parece muy sorpresivo, es que el discurso de Trump en campaña siempre mostró la idea de no meterse con otras países porque «América iba primero» que cualquier cosa. En él se veía un neonacionalismo en toda su expresión, más aún cuando siempre criticó al expresidente Obama por su intervencionismo militar en Siria, diciendo que había cosas más importantes por las cuales preocuparse adentro de Estados Unidos.
Sin embargo, parece que Donald Trump chocó con la realidad de un mundo inestable, o tal vez acaba de mostrar que su real faceta era otra. Es por esto que, con el ataque químico reciente en Siria, decidió atacar.
Hace algunos días se conoció la noticia mundial de que se registró el uso de armas químicas contra la población en Siria. Evidentemente estas armas iban dirigidas a los actores del conflicto, pero ya sabemos que los civiles víctimas siempre terminan sufriendo daños colaterales con esto. El uso de armas químicas es, en derecho internacional, algo denominado un «crimen de guerra». Los crímenes de guerra -como el uso de armas químicas- son tan graves, que además de ser juzgados por la Corte Penal Internacional, habilitan a un Estado para ejercer la legítima defensa internacional, y atacar.
Y fue así como Estados Unidos -o más bien Trump- tomó la sorpresiva decisión de intervenir militarmente. En el discurso con el cual explicó su intervención, Trump afirmó que era un interés vital de seguridad de los Estados Unidos el hecho de atacar para impedir el uso de armas químicas contra su población y más aún en defensa de los civiles y los niños que se vieron afectados por esto. Según él, soldados de Estados Unidos se vieron afectados por el uso de armas químicas; atribuyéndole este ataque al régimen de Assad y respondiendo contundentemente.
Pero ya sabemos que no hay prueba real que muestre a Assad como el responsable de esto, por lo que muchos han considerado el ataque de Trump como «prematuro» y «provocativo».
Por el otro lado, Rusia afirma que con el ataque de Trump, algunos soldados rusos fueron atacados igualmente -evidentemente por tener presencia en las bases militares sirias-; y fue así como Putin levantó el cese al fuego que había con Estados Unidos y afirmó que por ser una agresión contra un Estado soberano y contra militares suyos, dejaría de cooperar con Estados Unidos y lo prepararía para una respuesta a este ataque.
¿Y qué va a pasar entonces?
Rusia citó una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de urgencia para tratar el tema, pero se encontró con que la mayoría de los países aprobaban la intervención de Trump. Sólo Bolivia y China consideraron pertinente las razones de Rusia para estar molesta. Incluso, en una intervención un tanto sorpresiva, Bolivia afirmó que la intervención de Estados Unidos respondía únicamente a intereses políticos y económicos puesto que no tenía ninguna prueba para saber que fue Assad quien ordenó el ataque. Justo como pasó, afirmó Bolivia, con el caso de George Bush luego del ataque a las torres gemelas contra Bin Ladem.
Incluso, pareciendo todavía más provocativos, la embajadora de Estados Unidos en la ONU afirmó durante su intervención que su país estaba preparado para seguir atacando, pero que esperaban que esto no fuera necesario. Cuestión que, obviamente, molestó y provocó más a Rusia.
Muy posiblemente no comience un ataque directo entre Estados Unidos y Rusia, aunque éste último haya enviado un buque militar al mar perifiérico de Siria. Sin embargo, todo parece apuntar a que las tensiones entre estos dos países comenzarán lentamente a ponerse cada vez más difíciles, hasta el punto de retornar a las épocas de la Guerra Fría: países con conflictos armados en donde ambas potencias tienen ejércitos y están apoyando bandos contrarios, sin enfrentarse ellos directamente.
El mundo está a la espera de la seriedad de ambas potencias, cosa que lamentablemente ha ocurrido pocas veces. En pocos meses de su mandato, Donald Trump se ha levantado entre países como Francia, Inglaterra, Suecia, y otros; como el guardián del orden mundial. Este cambio de política exterior, de ser neutros a convertirse en un total intervencionista, podrán hacer lentamente que esta reputación se le torne en contrario y los países comiencen a ir en contra de él; e incluso, que sus sorpresivas actuaciones comiencen a escalonar una tensión con Rusia que tenga finales no deseados.
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