En Pondores, en La Guajira, los guerrilleros dejaron los fusiles a un lado para empuñar palas, baldes y bultos de cemento. La construcción de este punto transitorio de normalización avanza a pasos acelerados desde que los primeros doscientos rebeldes llegaron al sitio para dejar las armas y volver a la vida civil.
Desde el pasado 1 de febrero, cuando 200 hombres y mujeres de las Farc llegaron al lugar en medio de la última marcha guerrillera, la construcción de este Punto Transitorio de Normalización avanza a pasos acelerados. Con la visita del Alto Comisionado para la Paz, Iván Márquez y el General Javier Flórez, la prensa pudo registrar que el terreno de cuatro hectáreas estaba completamente baldío. En una esquina, los constructores levantaron algunas vigas metálicas y pusieron sanitarios que al día siguiente guardaron nuevamente, pues aún el alcantarillado no se encuentra listo ni las habitaciones o zonas comunes.
Los integrantes del Frente 49 que la última marcha trajo a Pondores, se organizan diariamente en tres grupos para avanzar en el trabajo de construcción de sus viviendas, tal como lo acordaron los jefes de las Far con gobierno en los Llanos del Yarí a principios de año, en vista de los retrasos en la logística de zonas y puntos de normalización. El útlimo turno inicia a las 9 pm.
Es importante el trabajo coordinado entre el Gobierno y las Farc. La infraestructura está funcionando
Aseguró Negret Mosquera, Defensor del Pueblo, llamando también la atención pues servicios de salud y educación en el lugar son invisibles aún.
Con la sincronía de un ejército, grupos de siete o quince guerrilleros -incluyendo mujeres- realiza las labores propias de la construcción dándole la mano a los trabajadores civiles que, en el caso de Pondores, ya tienen listo el tratamiento del agua. Y el piso del área de la cocina.
El compromiso de gobierno en Pondores y todas las zonas y puntos de normalización del país (26 en total) era entregar las zonas comunes construidas lo cual no se cumplió en ningún punto del país. La guerrilla, por su parte, hizo caso omiso de las precarias condiciones de habitación para llegar a las zonas y puntos entre el 30 de enero y el 8 de febrero de 2017.
Durante la última semana Colombia vio no solo a guerrilleros apretarse la mano con Ejército y Policía, sino quitarse el camuflado de siempre y empolvarse vestidos de civil con la arena de los pequeños edificios que habitarán para dejar las armas y volver a la democracia.