Jason Pontín, director de la MIT Technology Review, dijo en reportaje que le hizo Natalia Estefanía Botero que publicó El Colombiano en la edición sin número, una rareza o estoy ciego, del 21.02.2014, que a las empresas de Latinoamérica les falta ambición para estar en la lista de las cincuenta más innovadoras.
Lo que en verdad me llevó a leer el interesante interrogatorio fue el alarmante titular de la primera página del periódico que reza “En Colombia falta ambición: Pontín”, sobresalto que se me desvaneció un poco al imponerme del texto completo en las páginas 2 y 3.
Lo que en realidad expresó Pontín fué que a los empresarios latinoamericanos, por supuesto a los colombianos, les falta ambición para acceder a los compradores externos y llegar a los mercados de capital.
Bueno, es cierto porque en lugar de llegar a esos proveedores de dineros, salvo contadísimas excepciones, acuden al insuficiente ahorro interno a través de bonos, acciones preferenciales y créditos costosos como los que les corresponde pagar a los usuarios del microcrédito en el sistema financiero, cuando no a los agiotistas y así no se puede, salvo que se ganasen el Baloto para pagar lo muchas veces impagable.
En las respuestas de Pontín hallé un concepto para mí novedoso, el de la innovación disruptiva que si entendí bien tiene que ver con la ruptura de paradigmas empresariales para avanzar hacia otros mercados y el divorcio cuando se requiera con los ya existentes o tomar en serio “productos de poco costo y poco margen de ganancia” para llegar a los compradores desde abajo, según el concepto concebido por Clayton Christensen, profesor de Harvard citado por Pontín.
No dudo un segundo en recomendar la lectura completa del reportaje, más allá del titular de la primera página, equívoco y desconsolador, porque en Colombia lo que hay es ambición ejemplar en los creadores de riqueza y a veces codicia desmesurada como la de los banqueros, demás especuladores y corredores de Bolsa. Lo que falta seguramente es información acerca de la manera de llegar a los mercados de capital, a los fondos de riesgo como aquellos que ha habido detrás del éxito explosivo del Silicon Valley y de la producción creciente de sociedades manufactureras emergentes como la Indo y la China.
Las economías crecen no tanto a partir de lo establecido sino de los emprendimientos, ya sean los de las copias simples y llanas o de los que integran innovaciones a lo ya creado, como ha sido el ejemplo asiático.
La doctora Marta Lucía Ramírez, hoy candidata presidencial, en su ejercicio como ministra de Comercio Exterior proveyó por primera vez al país de una seria política de emprendimiento que, poco a poco, fue pervertida por gobernadores y alcaldes haciendo de ella un instrumento clientelista de favores al menudeo, sin misión, visión y objetivos como quien dijera planes de negocios innovadores, serios, razonables.
Tiro al aire: la sana ambición no rompe el saco, lo llena. La codicia por desmesurada lo rompe y véase si no el caso de Interbolsa.
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