Por fin se presentó al Congreso el proyecto de ley sobre Reforma Tributaria, largamente anunciado por el gobierno nacional. Un proyecto del que dicen sus autores que es estructural, cuando todo el mundo sabe que tiene la intención de corregir unos presuntos excesos tributarios contra el sector productivo, de mantener muchos de los privilegios, exenciones y deducciones injustificados con el argumento de que se van a eliminar, y de cubrir los faltantes con cargas tributarias a los pobres y a la clase media, recurriendo especialmente al más regresivo de todos los impuestos, el IVA.
Equivocado, inoportuno e injusto lo que se pretende hacer. Preferible hubiera sido que el gobierno no presentara la Reforma, como lo solicitó el Partido Liberal. Ahora, el Congreso la estudiará a la ligera, bajo presiones, sin análisis serios, continuando así las rachas reformistas que cada vez hacen más incoherente el Estatuto tributario, y más injusto, hasta que el “el caucho” no estire más, se reviente, y venga la debacle. Nuestros ilustres hacendistas no recuerdan el episodio de la Revolución de los Comuneros.
Existe gran inconformismo, pero muchos apuestan a que, como siempre pasa, el estratega mayor del Ministerio de Hacienda, inteligente y hábil como pocos, logre en el Congreso las mayorías aprobatorias que alumbren tal adefesio. Es posible, pero no será tan fácil como en las anteriores ocasiones, porque ya se sabe que se trata de una propuesta regresiva, inconveniente para pobres y clase media, perjudicial para sectores sociales y empresariales. El Congreso está “entre el tíbiri y el tábara”.
El propósito alcabalero recibió la primera descarga cuando el primer anunció señaló que se subiría un 5% del IVA a los libros y a los cuadernos escolares, que los productos de la canasta familiar subirían del 16% al 19% y se afectarían las pensiones. ¿Qué clase de locato podría estar de acuerdo con semejante despropósito? Ya reculó el Ministerio sobre pensiones y canasta familiar, pero muchos sabemos que el 50% de los productos que realmente la componen están gravados y serán objeto del aumento.
Otras noticias desagradables se conocieron. Pagarán impuesto de renta trabajadores y empleados de pequeños ingresos, y el llamado “monoimpuesto”, que más parece un mico gigante, pondría a pagar a los tenderos, a los peluqueros y zapateros, a vendedores estacionarios y a profesionales de mínima renta. Un directivo de la Asociación de tenderos de Bucaramanga me dijo: “el mono impuesto es letal para los tenderos”.
También se gravarán los computadores, los desarrollos tecnológicos, la ciencia y la cultura, aumentarán los impuestos a la gasolina, a las gaseosas y a infinidad artículos que son de vital importancia para asalariados y clase media. Se eliminarán beneficios que permiten la construcción de vivienda de interés social. ¡No hay derecho!
El desempleo aumenta, se encarecen los productos de primera necesidad, las condiciones laborales son precarias y crece el inconformismo y la frustración.
Los liberales no aprobaremos impuestos regresivos e injustos. Ni el IVA ni otros que afecten al pueblo.