El resultado del plebiscito celebrado el pasado 2 de Octubre le dio el triunfo al No. Sin embargo, el gran ganador en esta jornada electoral fue el abstencionismo y la polarización.
El 2 de octubre de 2016 será recordado como un día clave en la historia de Colombia. Contra todo pronóstico, contra las voluntades del Gobierno, de casi la totalidad de los líderes políticos tradicionales y de izquierda, de los grupos armados ilegales y de la comunidad internacional; los colombianos se manifestaron en contra del Acuerdo alcanzado: luego de una reñida contienda electoral, la opción ganadora en el Plebiscito celebrado este domingo fue la del No con una suma de 6’431.376 votos frente al Sí con una suma de 6’377.482 votos. En total acudió a las urnas el 37.43% del censo nacional habilitado para votar (dejando un margen de abstención del 62,58%, uno de los más altos desde hace muchos años), y de todos los votos se presentaron 170.946 votos nulos. A continuación el mapa electoral:
Como se puede evidenciar, la tendencia hacia el Sí es en la periferia del país, mientras que la tendencia hacia el No fue en el centro del país. En el exterior fue mayoritario el Sí. De parte y parte se presentaron municipios afectados por la violencia: en Bojayá ganó el Sí mientras que en Granada ganó el No. Sin embargo, no es necesario detenerse en enumerar los ganadores y perdedores políticos de la jornada electoral. Lo que se demostró ayer es que un sector importante del pueblo, activo e interesado en los temas coyunturales de la nación se sintió excluido por las distintas colectividades que viajaron a Cuba; además de otro sector igualmente activo que sí se sintió incluido frente a éstas. Gran polarización.
Al conocerse el resultado, los diferentes colectivos que representaban el no manifestaron inmediamente sus sensaciones. Quienes eran defensores del No celebraron su triunfo con alegría, mientras quienes eran defensores del Sí vivieron momentos de lágrimas y tristeza.
Posteriormente, los diferentes líderes políticos y personalidades comenzaron a manifestarse. Rodrigo Londoño alias Timochenko manifestó la voluntad de las Farc de mantener las negociaciones y seguir en búsqueda de aquella paz que tanto anhelan los colombianos. El turno le siguió al presidente Juan Manuel Santos, por lo cual mediante alocución presidencial manifestó su voluntad de seguir en las negociaciones, de mantener a como diera lugar el cese al fuego bilateral y de convocar a una reunión de las colectividades políticas. Finalmente el turno fue para el senador Álvaro Uribe Vélez, quien triunfó el posicionamiento del No en el plebiscito y aprovechó para hacer un llamado a la comunidad donde se construyera una nueva vía negociada que incluyera disposiciones diferentes.
Fue una campaña plena en insultos y desinformación de lado y lado, que polarizó al país como no había ocurrido en la historia reciente. Esto sin embargo no opacó a un numeroso grupo de jóvenes que le apostaron con transparencia y convicción a sus campañas en ambos bandos, ni opacó la tranquilidad con la que se celebró la jornada electoral. Se reportaron mínimas alteraciones del orden público antes, durante y después de la votación. Lo que se puede evidenciar es que más allá de la alegría o las lágrimas, quien fue el gran ganador en estas elecciones fue el abstencionismo. Contra todos los pronósticos igualmente, la presencia en las urnas y el ejercicio del derecho político al voto por parte de los colombianos fue muy reducida; lo que en parte permitió dar tan pequeño margen de diferencia entre ambas opciones.
Se debe resaltar que todas las partes en este proceso han manifestado su voluntad de continuar en las negociaciones. Independientemente de que el jefe negociador del Gobierno Humberto de la Calle haya considerado pertinente presentar su renuncia o de que la bancada del Centro Democrático no haya asistido a la cumbre política convocada por el presidente en horas de la mañana de este día, hay que admitir que la esperanza no se ha perdido. Ahora la decisión está en manos de todos: el Gobierno, el Centro Democrático y la oposición, la sociedad civil y las víctimas. Son ellos quienes tienen el deber histórico con el pueblo colombiano de participar en las negociaciones, dialogar con los demás sectores democráticos del país y sacar adelante un acuerdo que represente, esta vez sí, la paz de todos los colombianos.
La gran conclusión de toda la jornada electoral es la división y polarización política que sufre el pueblo colombiano. Aquella cláusula de “pueblo” colombiano se hace muy difícil de sostener con una diferencia en la opción de menos del 1% del censo nacional electoral; por lo que la paz como reconciliación entre este mismo pueblo parece ser la real meta a consolidar. Estamos hoy ante un país con una mayoría apática, escéptica y representada en un abstencionismo histórico
Sea quien sea quien en este momento esté encargado de dirigir el rumbo del país (Presidente, ministros, congresistas, negociadores, oposición, Farc, víctimas y comunidad civil), deberá siempre tener en cuenta que además de un No ganador, hay un Sí casi del mismo tamaño; y que además de un Sí perdedor, hay un No un poco más grande. Todos con muchos colombianos detrás con esperanzas de una paz estable y duradera.
La esperanza presente está ahora apostada toda en el diálogo. Ya queda totalmente claro que esta cláusula de “pueblo” colombiano es muy ambigua y polarizada, por lo que la primera acción de todos los sectores sociales, no sólo del sector político; debe ser la de propender al diálogo entre todos para que se construyan propuestas concretas y efectivas en el nuevo porvenir de Colombia.