Mencionando obviedades, el Partido Popular fue el partido que más votos obtuvo. Mencionando más obviedades, los votos obtenidos no le concedieron la suficiente legitimidad para volver a formar Gobierno en el Estado español por sí solos. Para finalizar con las obviedades, el Partido Popular no es capaz de encontrar apoyos con otros representantes para conseguir formar Gobierno. Su prepotencia, sus formas totalitarias en la gobernanza, su rodillo, su ausencia de diálogo o su cinismo en él han impedido, siguen impidiendo y continuarán impidiendo los consensos que en otras épocas de minorías mayoritarias si les concedieron la gobernanza.
Estos, los representantes de la mayor minoría quieren acudir a unas terceras elecciones generales. Unas elecciones en las que pretenden ganar algún voto más, en la segundas elecciones obtuvieron 700.000 votos más después de haber perdido más de 3 millones y medio. Aprovechar el hastío del votante progresista, quien tiende a desanimarse, aburrirse y pasar de ir a votar con mayor facilidad que el votante conservador. Y así obtener una supuesta mayoría absoluta que le permita legitimar los grandísimos problemas sociales, laborales, democráticos y territoriales creados durante estos últimos cinco años.
Constantemente se justifican distintas piruetas aritméticas, implicando a cuantos partidos fueran necesarios, que concederían la gobernanza a Mariano Rajoy basado en la necesidad de respuestas que tienen las diversas problemáticas que asolan a España, o de la cantidad de oportunidades que estamos perdiendo por la falta de un Gobierno que ponga en marcha iniciativas atractivas para inversión foránea. Sin embargo, de cuando en cuando alguien recuerda que, tal como están las cosas, el Partido Popular no es imprescindible para formar un gobierno en España, y que incluso estando este Partido Popular tan marcado y significado por la multitud de casos de corrupción en los que se encuentra, probablemente no sea ni recomendable su estancia en el Gobierno. De cuando en cuando se recuerda que otras posibilidades pueden ser exploradas en pos de esa creación de Gobierno tan demandada por tantos sectores.
Sin embargo, cuando alguien señala estas conclusiones, rápidamente aparece la derecha política y mediática españolista a avisar de que esta opción es totalmente inviable. La última ocurrencia para desprestigiar cualquier pacto que dejara fuera al Partido Popular es la denominación del “Gobierno Frankenstein”, obviando, olvidando interesadamente que ya González, Aznar o Zapatero gobernaron con el apoyo parlamentario, democrático y legítimo de PNV, CiU (Ahora renombrada a PDC), CC, CHA, BNG… grupos ahora vetados, definidos entre muchas otras cosas como no aptos para que sumen, siempre que no sean para sumar a las necesidades concretas del Partido Popular.
Pero ¿Cuál es la imagen que nos intentan transmitir desde sectores derechosos con esta calificación de “Gobierno Frankenstein”? ¿El del proyecto creado que desencadena en una suerte de monstruo que aniquila la vida de las personas con las que topa? ¿No es eso precisamente lo que ha demostrado ser el gobierno de Rajoy durante los últimos cinco años?, ¿Un monstruo que destroza la vida de personas desempleadas, de desahuciadas, de migrantes?, ¿No ha sido un monstruo que ha destrozado las libertades de manifestantes, de mujeres decisoras de la interrupción de sus embarazos, de trabajadores y trabajadoras en lucha de salarios dignos en una época de salarios insuficientes e indignos?, ¿No ha sido un monstruo que ha destrozado la credibilidad en las instituciones a través de la corrupción, la inacción en su lucha y el cinismo en su defensa?, ¿No ha sido precisamente este gobierno del Partido Popular dirigido por Mariano Rajoy ese monstruo que destroza la vida de nuestra sociedad y que en el último momento, en cada campaña electoral, nos hace ver que juega inocentemente con flores y con niñas relativizando y escondiendo el daño causado?
El verdadero Gobierno Frankenstein es el que preside en este momento Mariano Rajoy. Y llegados a este punto, cualquier Gobierno no vale. En este momento de la historia en el que la derecha y la extrema derecha campa a sus anchas por medio mundo necesitamos un Gobierno preferiblemente progresista, pero cuando menos demócrata y democrático, fruto del diálogo y el consenso, que nos devuelva la ilusión y la esperanza, y que permita recuperar a nuestra sociedad todo aquello que esta larga, sombría y penosa legislatura se ha llevado.