La pederastia: la gran mentira de la iglesia católica

Buenos días, saludo a Los lectores del periódico Al Poniente desde el atrio de la Catedral Primada de la ciudad de Bogotá, ubicada en el Barrio la Candelaria, en el corazón del centro histórico y político de la capital de nuestra nación, donde estoy revisando, en mi iPad, las noticias relacionadas con el requerimiento de Naciones Unidas sobre el tema de la pederastia en la Iglesia Católica.

 

El Comité de los Derechos Humanos del Niño, de la ONU, declaró recientemente que el Vaticano debe pronunciarse sobre los casos de sacerdotes pederastas y reclamó que estos sean juzgados por las autoridades civiles. Además le pidió al Vaticano que retire en forma inmediata a los sacerdotes que han abusado de menores bajo la complacencia de las autoridades eclesiásticas.

 

Según informe del periódico El Mundo de España “La Comisión está profundamente preocupada por el hecho de que la Santa Sede no haya reconocido la importancia de los crímenes cometidos, no haya adoptado medidas necesarias para gestionar los casos de abusos sexuales contra menores y proteger a los niños y haya adoptado políticas y prácticas que han llevado a la continuación de los abusos y a la impunidad de los culpables”.

 

Para una mayor ilustración sobre esta problemática vale la pena leer el libro del autor español de la Universidad Autónoma de Barcelona, Pepe Rodríguez, “Pederastia en la Iglesia católica” (Delitos sexuales del clero contra menores, un drama silenciado y encubierto por los obispos), en el cual el autor cuenta como la iglesia católica le hace el quite al problema y lo esconde en forma irresponsable frente a la sociedad.

 

En su libro el autor propone el decálogo básico a partir del cual las autoridades eclesiásticas encubren a los curas pederastas:

 

1) Averiguación discreta de hechos.

2) Inicio de acciones disuasorias con el agresor y la víctima.

3) Encubrimiento del agresor y de los hechos antes de que afloren.

4) Toma de medidas para reforzar el ocultamiento.

5) Negación de los hechos cuando se hacen públicos.

6) Defensa pública del agresor sexual y atribución de méritos.

7) Descalificación pública de la víctima y de su entorno.

8) Atribución paranoide de las acusaciones a campañas orquestadas por «enemigos de la Iglesia».

9) Posibilidad de negociación con la víctima, y

10) protección del abusador sexual.

El informe de Naciones Unidas afirma que a los miembros del clero se les impone una disciplina de silencio que le oculta al mundo la dimensión del problema (1): «A través de un código de silencio impuesto a todos los miembros del clero bajo pena de excomunión, los casos de abusos sexuales difícilmente han sido denunciados a las autoridades judiciales en los países donde se han cometido esos delitos»,

 

Para muestra un botón: en el año 2001 el Cardenal colombiano Darío Castrillón, cuando tenía la dignidad de ser el Prefecto de la Sagrada Congregación del Clero, daba instrucciones de encubrimiento a un obispo francés para proteger a un cura pederasta, que luego fue condenado por las autoridades civiles a 18 años de cárcel: «Os felicito por no haber denunciado a un sacerdote a la administración civil, lo has hecho bien y estoy encantado de tener un compañero en el episcopado que, a los ojos de la historia y de todos los obispos del mundo, habría preferido la cárcel antes que denunciar a su hijo sacerdote».

 

En una entrevista publicada por el periódico El País de España, la vicepresidenta del Comité de la Convención de Derechos del Niño en la ONU, la ecuatoriana Sara Oviedo Fierro, planteó la tesis de que el tema de la pederastia es de carácter estructural y que cuando se logre remover puede generar una hecatombe puesto que compromete a todas las estructuras y autoridades de la iglesia católica.

 

Este es un tema tan grueso que se conjetura fue uno de los motivos de la renuncia del papa Benedicto XVI, y a su vez es el mayor desafío del carismático papa Francisco, que aún no ha dado respuesta a los requerimientos de la ONU, probablemente estudiando a fondo un tema tan sensible que afectaría a grandes jerarcas y jerarquías de la iglesia católica.

 

Sólo nos queda ser optimistas, tal y como lo expresó Sara Oviedo a una pregunta de El País, sobre el silencio del papa Francisco después del informe de la ONU: “A mí me gustan las personas que hablan un poco tarde, pero con consistencia y con la verdad. Me parece coherente que no haya hablado, él debería hablar con hechos y para presentar las propuestas. Si hablase ahora para decir lo que están diciendo los portavoces de la Santa Sede defraudaría a mucha gente. Creo que se está tomando su tiempo para ofrecer respuestas concretas”.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2013/09/580236_172249229563741_1626946748_n1.jpg[/author_image] [author_info]Diego Germán Arango Muñoz Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]