Hace una semana el mundo se escandalizó con los papeles de Panamá, una filtración de documentos de operaciones fiscales no muy éticas, pero no ilegales. Realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), esta filtración generó de inmediato un tsunami que en tamaño superaba a WikiLeaks o las filtraciones de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) hechas por Edward Snowden.
La publicación cuenta con 11 millones de archivos de operaciones fiscales realizadas en los últimos 40 años, y compromete a políticos, empresarios, deportistas y artistas. El escándalo llega en un momento donde las tensiones sociales se sienten con mayor fuerza en países como China o Rusia, seriamente comprometidos dentro de las revelaciones, ya que algunos líderes o familiares de estos aparecen en los documentos.
China fue de los primeros países en reaccionar de manera contundente, al bloquear en internet toda la información referente a los “papeles de Panamá”. Esto no debe sorprendernos, debido al autoritarismo que ejerce el gobierno de Pekín hacia cualquier elemento que pueda desestabilizarlo, el proceso político de China nos puede parecer extraño desde Occidente, pero debemos recordar que dicho sistema político a garantizado el desarrollo económico de la segunda potencia del mundo, esto más allá de los dilemas morales y éticos sobre su forma de proceder.
La prensa occidental ha hecho hincapié en ventilar lo que acontece con los funcionarios públicos chinos comprometidos en el escándalo. Pero parece olvidar a los funcionarios y empresarios occidentales involucrados en los Papeles de Panamá. Nada raro, si se tiene en cuenta que desde hace algunos años Occidente ha presionado a China por sus prácticas corruptas, mientras se impone como un modelo de “ética intachable”.
La prensa informa que el escandalo compromete al centro del poder chino, con familiares del presidente Xi Jinping o Zhang Gaoli y Liu Yunshan dos de los siete miembros del Comité Permanente, el máximo órgano de mando al frente del Partido Comunista, también tienen familiares implicados; su yerno y nuera, respectivamente. Por esta razón, el gobierno chino activó una muralla cibernética, debido a que en las últimas semanas se ha presentado un proceso de presión social impulsado por el cambio de su modelo económico, lo cual ha llevado a una desaceleración.
Dicha desestabilización ha contribuido a una fuerte salida de capitales del gigante asiático. Occidente, en su lucha frontal contra la corrupción, sigue presionando al régimen chino para que flexibilice sus políticas hacia una “democracia” o al menos disminuir el secretismo del régimen de Pekín en sus políticas económicas.
Lo cierto es que el gobierno chino, además de bloquear la información en internet, ha optado por guardar silencio. Un silencio que debe incomodar a Xi Jinping, quien ha dirigido una lucha contra la corrupción dentro del mundo empresarial chino, pero que no loga tener una postura fuerte referente a la corrupción dentro del Partido Comunista o la clase política china que actúan como los antiguos clanes de familias imperiales. Este escándalo lo deja en una posición débil, y más aún cuando en el último año se han presentado manifestaciones convocadas por los trabajadores en diferentes regiones del país para exigir su renuncia.
El gobierno chino observa de manera tranquila los acontecimientos, mientras que la prensa occidental pretende mantener el rotulo sobre China de una “superpotencia peligrosa para los valores occidentales”. Pero Pekín no es el único en recibir dichos embates, Moscú también se encuentra en el ojo del huracán, tanto así que la agencia de noticias estatales RT ha hecho toda una campaña para desvirtuar la información salida de los papeles de Panamá.
Mientras Occidente le respira en la nuca a China y Rusia, los más beneficiados con este nuevo escándalo mediático son los mismos millonarios, ya que mientras Occidente acusa a sus enemigos de corruptos, las revelaciones perderán vigencia y la prensa nos informará que si bien su accionar fue éticamente reprochable, ninguno incurrió en delito alguno. Al respecto, el consejo editorial del New York Times aseguró que “tardaremos años en ver que esa información sea utilizada para llevar a los corruptos a pagar por su accionar”.
Mientras tanto, China seguirá ocultando las revelaciones de los Papeles de Panamá y buscará cumplir con el objetivo trazado por el presidente Xi Jinping: hacer una nación descentralizada y en vías de promover el consumo interno como motor de crecimiento, más allá de los intentos de Occidente por desestabilizarlo. China tiene los recursos para poder salir de este escándalo de manera mucho más victoriosa, eso gracias a su modelo político, el cual enorgullece a muchos chinos, así la percepción para nosotros sea que viven en una dictadura.
Autor: Mauricio Gil Arboleda
Imagen: By Jakub Hałun – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6909926
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