Comenzaré por decir que estaba expectante y cauteloso con respecto a lo que la Gobernación de Antioquia “Pensando en grande” definiría en su Plan de Desarrollo para el al fortalecimiento del movimiento cultural y artístico antioqueño.
Pasados 3 meses, el panorama no es alentador, aún no se ha definido Director (a) del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia, la información brindada a la ciudadanía es casi nula y vaga, y lo que se puede observar en el documento “Bases del Plan de Desarrollo de Antioquia” en relación a la cultura, componente: Cultura y Patrimonio, línea estratégica 3: Equidad social y movilidad, es una propuesta que no acoge el contexto actual del movimiento cultural antioqueño, y que ni siquiera conversa con la Ley General de Cultura. Documentos como el Plan Departamental de Cultura – Antioquia en sus Diversas Voces 2006 – 2020, los 8 Planes Sectoriales de las Artes y la Cultura 2014 – 2020 y la Política Pública para la Cultura en Antioquia, Ordenanza 12 de 2015, – estos dos últimos documentos, reconocidos por países como México, Argentina, El Salvador, Ecuador, por ser un modelo ejemplar de participación ciudadana -, deberían ser tenidos en cuenta en la ruta de trabajo planteada por el gobierno departamental para estos 4 años.
Yo en realidad no veo nada de “Pensando en Grande” en lo que la Gobernación de Luis Pérez plantea alrededor de las artes y la cultura. Y si se suma lo que las fuentes oficiales, como Diego Calle, Director de Planeación del Instituto han expresado: “sabrán a qué suena un trombón» (Periódico ADN del 18 de marzo), lo que nos espera no será más que presentaciones artísticas sin un sentido profundo de transformación, regidos por lo estético, importante pero no lo único. Un concepto muy pobre y reduccionista de la cultura y el fomento de las artes, que no conjuga con la otra cara de la moneda, donde entendemos la cultura, según los postulados de la Unesco, como la posibilidad que tiene el hombre de expresarse, tomar conciencia de sí mismo, reconocerse como un proyecto inacabado, poniendo en cuestión sus propias realizaciones, buscando incansablemente nuevas significaciones y creando obras que lo trascienden.
Si el movimiento cultural no reacciona, la cultura y el fomento de las artes no será prioridad para este gobierno. No podemos ser una ciudadanía cómoda, que navega al ritmo de las aguas del gobernante de turno, debemos ser una ciudadanía activa, dinámica, que exige y reconoce sus derechos y deberes.
Finalmente, mi invitación para el gobierno es a reconocer los logros y aciertos de las administraciones anteriores, debemos construir sobre lo construido. Cada 4 años no podemos comenzar de cero, hacerlo significa desgastes administrativos, inversión ineficiente de los recursos públicos y pérdida de la historia y la memoria de la gestión pública. No puede ser que la gestión pública en este país, y hoy en Antioquia específicamente, signifique borrar el tablero cada 4 años, por asunto de ego, rayando sobre él lo que el gobernante de turno se imagina. Claramente hay cosas que se deben evaluar, replantear, impregnar el sello, pero no acabar, cuando son recursos públicos. Entienda señor gobernante, no es su plata, es la plata de todos.
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