Una idea de desarrollo cafetero

Vivo en la zona más olvidada, flagelada y abandonada del país: el campo colombiano; mi pueblo es una muestra clara de lo que es esta gran Nación, sólo basta dar un vistazo a su alrededor para comprender que la zona rural es el motor que hace avanzar este país, soy del lugar que permite que la economía sea creciente, camino por el espacio donde habita el progreso que muchos prometen traer. El último censo agropecuario realizado nos da un mensaje contundente, las bondades que nuestro campo posee están siendo tiradas por la borda, a nadie le interesa lo que allí pasa. Sin embargo y es un hecho contradictorio, es la esperanza de toda una sociedad abatida por el conflicto armado, y carcomida por sistemas corruptos que ,a modo personal, se hacen los de la vista gorda ante nuestras demandas, que a hoy en día se están convirtiendo en nuestras exigencias.

Aunque Colombia es rica en muchos aspectos, los campesinos y la productividad rural han sido olvidados, pues pareciera que la máquina del progreso estuviese diseñada para retroceder más que para avanzar, dado que se ha tomado como modelo de “desarrollo” a las sociedades que se han industrializado y han creado bases tecnológicas centralizadas en las principales urbes y puertos; esto hizo que se entrara en una competencia atlética donde Colombia no tiene ni siquiera pies. Hemos optado por competir en ámbitos donde no tiene conocimiento, y contra países que lo superan por años de desarrollo de las tecnologías, pero¿Para qué competir con quienes tienen el poder? ¿Por qué desgastarnos en querer parecernos a países que tienen otras prioridades? ¿Por qué no aprovechar los recursos que tenemos y desde ahí fundamentar nuestro desarrollo?

6

Este país tuvo el privilegio de alardear con el título de producir el mejor café del mundo, debido a un sistema particular en su proceso que aunque carecía de tecnologías era eficiente y le generaba múltiples beneficios a los productores, pero como estamos en un sistema donde las arcas nunca están lo suficientemente abastecidas, redirigimos nuestro pensamiento y caímos en el juego de preferir cantidad  a calidad, ¡Grave decisión! Iniciamos aplicando máquinas más sofisticadas para el procesado post cosecha, eliminamos las practicas ancestrales de manejo del cultivo y las cambiamos por prácticas más “acordes” a la época, lo que hizo que soltáramos de nuestras manos machete y azadón para alzar mangueras que en rocíos suaves y tenues masacraban lentamente las malezas de nuestros cultivos atentando contra todas las formas de vida, incluyendo la propia.  Siguiendo el orden de ideas de una revolución que pigmentaba el mismo “color de nuestras interminables cadenas de montañas”. Como si nos pareciera que aún incluso no era rentable, se aumentó la densidad de siembra para producir más cantidad en menor área lo que generó que las parcelas autosustentables, prósperas y fértiles, que alimentaron familias numerosas en tiempos anteriores ya sólo se vieran recubiertas por monocultivos que desplazaron a productos de la canasta básica de nuestros hogares campesinos como la yuca, el plátano, el frijol, el maíz, las hortalizas y los frutales; cambiamos sin saber y sabiéndolo una cultura de sostenibilidad por la dependencia absoluta de rezar padre nuestros para que haya buen precio en el único cultivo que tenemos para sustentar una familia, y como si fuera poco, ahora el cansancio de nuestras tierras por el arribo implacable de una sola especie asentada en grandes extensiones nos llevó a que viéramos cada vez con mayor frecuencia la necesidad de adquirir fertilizantes que aumentan en cantidad con el pasar del tiempo para suplir la demanda del árbol de la “prosperidad”.

En una conversación de esas que se forman en todas las veredas luego de haber laborado la tierra arduamente y ante un sol que inclemente se posesiona en lo más alto del paisaje, hacíamos un recuento de las especies de plantas, aves, y animalitos que ya no era tan fácil ver en las fincas, recuerdo decía Don Ramón “ya no se ven los turpiales, los sinsontes, las tórtolas, los congos, tampoco  volví a ver  los pinches, los azulejos, ya esos pájaros no están porque ya no tienen palitos donde hacer nido, ni platanito que comer” inmediatamente Don Alirio y casi quitándole la palabra dijo “es que plátano ni para nosotros” y en realidad es cierto.

Aunque amo el café como amo la tierra donde vivo, hay que ser realistas y ver un poco más allá, el aumento de la densidad de siembra y los nuevos métodos de manejo del cultivo aumentaron considerablemente la producción del grano pero también tuvo sus contras, ya que nos quedamos sin donde sembrar los cultivos de pan coger, hasta el punto de tener que comprar en el mercado del pueblo lo que antes teníamos en nuestras fincas, empezamos una nueva lucha con las plagas y enfermedades que atacan continuamente a los cultivos y la preocupación para adquirir los fertilizantes a los que su precio suben notoriamente y en comparaciones a otros países son muchísimo más costosos. Pero puntos álgidos hay muchos, se me viene a la mente que don Wilder me decía “vea mijo, de nada sirve ya producir más café que antes si hasta las arepas nos toca comprarlas, si ya no hay nada en la finca, y ese café que sacamos ya no tiene la calidad que tenía antes, ya sólo nos da para medio mantener la familia”.

3

Pues bien, nos convertimos en los esclavos de las empresas productoras de plaguicidas y de los compradores de café que minuciosamente buscan la forma de disminuir el precio de compra del grano. Todo esto gracias a unos cuantos dueños de empresas y cooperativas que enviaron personal a vendernos una idea errada de progreso que sumado a la negligencia del Estado central, sus políticas y tratados externos han creado ese abandono que tiene colapsando el campo, tanto así que para ser escuchados tenemos que parar la movilidad.

 

 

Colectivo social y político de Betulia

Somos jóvenes que buscamos generar una propuesta enfocada en el bienestar y en la dignidad de cada persona, generar un impacto social a través de pequeñas obras y demostrar la importancia de la política en nuestra sociedad.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.