“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermanos” (Martin Luther King)
Prácticamente desde que nacemos, estamos rodeados de vanidad y de cosas innecesarias que más que facilitar nuestras vidas, estimulan sensorialmente e inducen al recién nacido hacia un mundo lleno de satisfacciones de falsas necesidades y de necesidades nada reales, inducidas por el medio. Claro que me estoy refiriendo a los nacidos en las clases sociales media y alta. En la clase media el satisfactor se origina en la intención de los padres de que el nuevo ser humano, no sufra las necesidades que ellos padecieron y que no fueron satisfechas por sus padres, hoy abuelos. En los estratos superiores del escalafón social, el satisfactor es la estrategia de los padres de “llenar cualquier vacío afectivo” resultado de las barreras que imponen los compromisos sociales con la familia, mediante el suministro de bienes innecesarios que obnubilan al pequeño y lo introducen en las redes de los gastos innecesarios e inútiles, que solo producen satisfacciones sensoriales de carácter transitorio, induciendo en el subconsciente una espiral de demandas insatisfechas resultado de la forma como se ha impactado el mapa psicológico del niño, en los primeros años.
En la medida en que el niño hace tránsito hacia el ser mayor, cada paso de ese proceso está acompañado de la creación de necesidades artificiales que se vuelven reales, al volverse imprescindibles como el celular o, a convertirse en factores de frustración al no poder ser satisfechas como es el caso de los medios audiovisuales que abstraen al adolescente del contacto con la realidad real, al subsumirlo en la realidad virtual, imposible de satisfacer.
En todo este proceso, se ha olvidado el sentido de lo ético y la fuerza de lo moral, ya que solo la satisfacción de las “necesidades inducidas por el mercado” es el motor que impulsa a los seres humanos a actuar de manera egocéntrica y nada solidaria.
Ya adulto, el proceso de deformación psico-cultural está completo y entonces la sociedad asume a un ser humano que solo piensa en los derechos que le corresponde como elemento del conjunto llamado nación y, he ahí que es cuando ésta descubre que el conglomerado que la integra solo busca satisfacer, a cualquier precio, las necesidades que han surgido de esa manera particular de crecer hasta ser adulto.
En ese largo transitar por un desierto carente de principios pero lleno de oasis sensoriales, la única fortaleza del adulto es su egoísmo y su capacidad de subsistir sin importar cómo, su capacidad de ascender apoyándose en los que menos pueden y más necesitan, éstos si sedientos de necesidades reales. Surgen entonces los políticos venales, los funcionarios corruptos, los empresarios carentes de ética que justifican las coimas y las alianzas para desfalcar en función de la satisfacción de sus necesidades de acumulación como factor de poder.
No sé si ustedes mis amigos que me leen, se han puesto a pensar en el momento actual de sus vidas y en la forma como ustedes han contribuido a que todo lo que acabo de mencionar realmente exista, unos por acción y otros por omisión, pero de verdad que quien esté libre de culpa que lance la primera piedra como afirman las Escrituras. Lo paradójico de todo es que muchos de ustedes han triunfado, bajo los criterios de triunfo de lo que acabo de narrar y, no son conscientes de que nada de lo que han logrado acumular, ni siquiera el conocimiento se llevarán cuando inicien el tránsito por el camino definitivo, en ese momento cuando ya sea muy tarde para todo, es posible que piensen en la innecesaria fatuidad del ser.
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