“Conocemos el hambre, estamos acostumbrados al hambre: sentimos hambre dos, tres veces al día. No hay nada más frecuente, más constante, más presente en nuestras vidas que el hambre. Y al mismo tiempo, para muchos de nosotros, nada más lejano que el hambre verdadera.” Martín Caparrós.
La próxima pandemia mundial será de hambre. Según la ONU, unos 811 millones de personas -la décima parte de la población-, padecen subalimentación hoy en el mundo. Junto a eso, se espera que la población mundial aumente cerca de 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando de los 7.837 millones actuales a 9.700 millones en 2050.[1] El científico británico James Lovelock, mencionó en una ocasión que hemos crecido tanto en número, al punto que nuestra presencia afecta al planeta como si fuéramos una enfermedad.
A los economistas, mucho se nos recomienda que nos alejemos de la futurología, pero se hace cada vez más pertinente analizar algunos de los posibles escenarios a los que nos podemos enfrentar como especie. No deja de ser asombroso y de demandar un análisis especial, el hecho de que, regularmente, existan tendencias o proyecciones mundiales acertadas.
Por ejemplo, una de estas predicciones fue publicada en marzo de este año. Es el informe Global Trends (Tendencias Globales), que es realizado por el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC, por sus siglas en inglés) y que se entrega al presidente entrante de los Estados Unidos. Este informe está basado en cientos de consultas a expertos en muchas disciplinas en todo el mundo. En el año 2008, el NIC hizo una predicción fuera se serie, dijo que en el año 2025 estallaría un virus chino, y que paralizaría la economía de los países ricos.[2] Todo esto sucedió cinco años antes, y dicha pandemia no tocó solo a los países ricos, el impacto fue global y con una fuerza desmedida.
El informe Global Trends 2040, prevé ahora que la conectividad nos ayudará a producir nuevas eficiencias, comodidades y avances en los niveles de vida, pero que cada vez será más notorio el crecimiento fragmentado de las preferencias políticas y de la estabilidad social. Una de estas eficiencias es que el desarrollo sostenible basado en el uso de las energías renovables se ha puesto de moda como forma de convivencia con la Tierra, aunque se hayan convertido en parte del programa de algunos políticos oportunistas. Entre muchos otros temas, este informe sostiene que el sistema internacional, incluidas las organizaciones, alianzas, reglas y normas están mal configuradas para enfrentar los desafíos globales, las necesidades, agendas y expectativas que enfrentan las poblaciones. Sostiene también que, paradójicamente, a medida que el mundo ha crecido más conectado por medio de la tecnología, el comercio y el movimiento de los individuos, esa misma conectividad ha dividido a las personas y ha fragmentado a los países más débiles.[3]
La tendencia en sí, es que, durante los próximos 20 años, los efectos del cambio climático -las temperaturas más altas, el aumento del nivel del mar y los eventos extremos como el agotamiento de los recursos y la degradación ambiental- afecten a todos los países. Mirándolo así, la posibilidad frente al agotamiento de los recursos y la arremetida de la pobreza explosiva tras una catástrofe alimentaria mundial causada por los eventos climáticos y la degradación ambiental, a lo único que debería llevarnos a pensar es a que las desigualdades colectivas requieren de soluciones colectivas. Y esto no se trata de “intentar” enfriar al planeta; la NASA ha argumentado que, en 14 años (2035), llegaremos al punto de ´NO RETORNO´. Que el planeta, climáticamente hablando, será más inestable, más adverso y más invivible; no muy distinto a lo que vivimos hoy, por supuesto: con sequías más prolongadas, incendios forestales más brutales o lluvias cada vez más violentas.
Sin duda, la desnutrición, las guerras, el hambre, la pobreza y la degradación ambiental, son solo algunos resultados de nuestros fenómenos socioeconómicos y políticos, por tanto, los países cuyas democracias en el tránsito hacia 2040 sean más efectivas, serán los que puedan construir un consenso social que mitigue de manera severa el impacto de las emisiones e impulsen de forma más rápida las energías limpias. Pero, sobre todo, los organismos multilaterales, los países y los pueblos, deberán plantear unos objetivos precisos y adecuados para atacar el des-orden establecido en este momento histórico.
El hambre es algo que no he podido definir, muchos de nosotros no la conocemos, esta escasez de alimentos intensiva ha causado muchos estragos y ha condenado a una parte considerable de la humanidad, y si no es atacada, el único camino que nos llevaría a nuestro porvenir es el de la afrenta. La próxima pandemia mundial será de hambre.
[1] Con base en las series de datos del Banco Mundial.
[2] Tomado de: Global Trends 2025: A transformed World. Noviembre de 2008. Pág. 75.
[3] Global Trends 2040: A more contested World. Marzo de 2021.
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