Comienza 2023, año de elecciones locales: gobernadores, diputados departamentales, alcaldes, concejales municipales, y ediles empiezan a barajar sus cartas para ponerlas de la mejor manera para cada uno, en el escenario político departamental.
En estas elecciones particularmente entran en juego el presente y el futuro de la ciudad que como ya es sabido durante el periodo actual se han fracturado relaciones y alianzas estratégicas que fueron un salvavidas para recuperar a Medellín después de los años 90. También se han desfinanciado proyectos sociales de gran impacto para la niñez, las madres gestantes, los adultos mayores, habitantes de calle, población migrante, consumidores de estupefacientes. Se han aumentado los niveles de miseria y pobreza, la ciudad está fea, hay basura regada por todas partes.
Poca iluminación en lugares peligrosos haciéndolos más sórdidos y más peligrosos aún. La inseguridad nos asusta a todos en esta ciudad tan difícil de recorrer caminando, en moto, en bicicleta o en carro.
Hay un abanico de posibilidades para alcaldías y gobernación. Desde personas con experiencia, decentes, con comportamientos ejemplares hasta personas sin ningún atisbo de honestidad ni de ética.
La corrupción se adueña de sus formas más macabras, falsas promesas, compra de votos, clanes políticos que quieren ser eternos, falsos gritos de independencia de otros partidos políticos, clientelismo, alianzas estratégicas hasta con grupos al margen de la ley con tal de llegar al poder. ¿Poder para qué? Para poder hacer, y es el hacer el que define moral y éticamente a los políticos.
La ética del siglo XXI es considerada como bioética por todas las situaciones que desde las diferentes disciplinas tiene que intervenir como, por ejemplo: la eutanasia, el aborto, los retos virales de tik tok en donde tantos niños y niñas están perdiendo la vida, la exposición de menores en redes sociales. suicidios cada vez a más temprana edad. También la política tendría que considerarse como biopolítica, es decir un tipo de política que vaya en beneficio de las vidas de todos los seres vivos. Como especie y como cadena vital.
El país aun no salía del estremecimiento por el asesinato de Valentina Trespalacios, por la manera desalmada y fría con la que “JP” se deshace de su cuerpo. Y de nuevo en Pitalito Huila otra niña de 10 años, María Camila Plazas es violada y asesinada por un sujeto que acababa de salir de la cárcel. ¿Dónde está el estado? Para unos y otros. ¿Por qué la legislación no alcanza para protegernos? ¿por qué los decretos no funcionan? Algo está cambiando en la sociedad y de manera impresionantemente rápido. A veces pareciera que la velocidad de la humanidad y la ley es como la caricatura del coyote y el correcaminos.
Hay que pensarse la ciudad diferente, hay que identificar los nuevos retos éticos, políticos, sociales, educativos, de salud, movilidad, etc y legislar para esos nuevos retos.
La postpandemia es otro de ellos, el COVID 19 ha dejado a lo largo y ancho del planeta: inflación, pobreza extrema, enfermedades mentales, problemas de aprendizaje que apenas empiezan a vislumbrarse.
Tal vez si todos pensamos la ciudad que queremos sepamos escoger el alcalde que nos merecemos.
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