No voy a dar por oficial información que no lo es, lo prudente es esperar que las autoridades de la ciudad esclarezcan los hechos de la muerte de un joven de 16 años, que según reportó Minuto 30, al parecer “murió linchado por cometer un hurto».
Esperemos que no haya sido un linchamiento. Sin embargo, es bueno reflexionar sobre el ímpetu que podría hacer que una muchedumbre enardecida, cometa un hecho tan violento y lamentable.
No voy a dar estadísticas, no voy a citar filósofos, digámoslo de una forma simple: no hay suficiente confianza en la justicia. En la cotidianidad se escucha decir «para qué los cogen, si a las horas los dejan ir».
Tema complejo: el sistema judicial viene colapsado desde hace años, el INPEC requiere billones para adecuar el sistema carcelario en el país y resolver el problema de hacinamiento, las capturas se efectúan y los presuntos ladrones son llevados a una estación de policía, en donde son custodiados por esa institución. Hablando con una agente de policía bastante reflexiva, ella me decía: «Esa no es nuestra función, para eso existe el INPEC». Tiene razón, y con todos esos problemas es difícil que un proceso penal salga adelante con las formalidades exigidas.
El punto no es ese, el punto es la justicia como venganza, el anhelo de la sociedad por vengarse de quien cómete un ilícito, y eso debe hacernos reflexionar.
La justicia penal no es venganza, tampoco puede resolver problemas que son de fondo como la desigualdad. En Medellín se invierte mucho dinero en inclusión social, lo sé, pero el camino es largo. Esto no es una justificación para delinquir ¡JAMÁS!
Se trata de reconocer que existen factores, dentro de ellos la pobreza y la falta de oportunidades, que pueden inclinar a las personas hacia la violencia. Sí, ya sé que muchas personas pobres salen adelante, que el camino es el trabajo, pero si un presunto ladrón comete un error y la sociedad lo señala, lo excluye, lo destruye; lo que vamos a conseguir es que esa persona se convierta en un resentido social que nos vea como sus enemigos.
Todos merecemos oportunidades, un sistema penal que de verdad resocialice, con mayor razón en el caso de los adolescentes. Nuestra sociedad no puede responder ante un menor de edad equivocado con brutalidad, eso desconoce nuestro progreso.
No se deje llevar por el ímpetu, podría terminar en la cárcel por homicidio, porque cuando usted ve a un presunto ladrón ya reducido, usted no fue la víctima y decide ir a golpearlo hasta que lo asesinan, usted lo asesinó también. ¡OJO! No hay legítima defensa a favor de terceros, se desvirtúa completamente.
Controle su ira, piense antes de actuar. Los problemas sociales son un asunto de todos, la sociedad va unida hacia el progreso o va unida hacia la perdición.
Emprenda la legítima defensa de forma proporcional y deténgase a pensar que el otro está equivocado y debe pagar por ello, pero que la vida de todos es sagrada y no se le puede arrebatar a otros por el ímpetu, por una ira colectiva.
Medellín es conocida a nivel mundial como una ciudad innovadora y moderna, pues así debe ser nuestro pensamiento: modernidad es entender que la sociedad debe repararse, y esto no se hace con violencia sin sentido, no se hace con ímpetus equivocados.
Qué su ímpetu sea reconocer al otro, incluso al que hace daño, qué su ímpetu sea reparar la sociedad con sus buenas acciones.
También hay que dejar sobre la mesa la necesidad de profundizar en la justicia restaurativa, en la cual el infractor de la norma repara a la víctima, la víctima es reconocida en su dignidad y la comunidad hace uso de mecanismos alternativos de resolución de conflictos. Esta es una oportunidad para los infractores de reconciliarse con la sociedad, de que la sociedad no los excluya, de eso se trata la convivencia social y la paz. Esto es posible aplicando el artículo 534 de la ley 906 de 2004 (nuestro sistema de procedimiento penal), suspendiendo el proceso a prueba, verificando el cumplimiento de las condiciones impuestas en la resolución del conflicto, por parte de la Fiscalía.
Excelente artículo ????