¿Y AHORA? LA RENUNCIA Por @sangarccs

¿Y AHORA?
LA RENUNCIA

Antonio Sánchez García @sangarccs

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No es por azar: el acontecimiento político más trascendental desde el 12 de febrero de 2014, cuando se abriera un nuevo ciclo en la historia de la oposición venezolana, desenmascarando la naturaleza dictatorial del régimen ante un mundo conmocionado por la vesania empleada en la represión de las pacíficas protestas de nuestra juventud estudiantil, con un saldo de medio centenar de asesinatos – que ningún gobierno democrático hubiera podido permitirse sin ser violentamente desalojado del Poder – ha sido la de este 30 de mayo, cuando el país opositor volvió a responder masiva, espontánea y pacíficamente a la convocatoria de Leopoldo López a manifestarse por la liberación de nuestros presos políticos.

Desde ese febrero memorable, las vías opositoras han terminado por bifurcarse irremediablemente. Más allá de las apariencias, la convivencia y los acuerdos dientes afuera, dos estrategias encontradas se han impuesto aparentemente sin posible reencuentro: la del comportamiento estrictamente electoralista que, para sustentarse con un mínimo de credibilidad debe sostener lo insostenible: en lo macro, como lo ha expresado su vocero Teodoro Petkoff, que este régimen no es dictatorial. En lo micro, como insisten en destacarlo los funcionarios de los principales partidos de la MUD y su coordinador general, que ella es derrotable y desalojable electoralmente, mediante una táctica ominosa: acoplarse en sumisión a las determinaciones del régimen y a su calendario de sobrevivencia – de aquí al 2019 – , respetar sus decisiones y aceptar los vergonzantes condicionamientos impuestos desde el ejecutivo. Un CNE a su hechura y semejanza. Se vota, pero no se elige. O no se vota, como pareciera la intención de sus directivas. Sin otra contraprestación que permitir las elecciones y mantener las apariencias democráticas de la dictadura bajo ciertos formalismos. Como se ha impuesto en el seno de la UNASUR: en Venezuela se vota, Maduro ha sido electo, luego a condenar cualquier intromisión o ruptura del “hilo constitucional” – inexistente, por cierto – y a respaldar la dictadura a todo trance y lugar.

La otra vía, que urge y empuja desde aquel inolvidable 12/F, es la de propiciar LA SALIDA, desalojando al régimen dictatorial con el respaldo y la movilización popular y por las vías que la Constitución establece: el imperativo de luchar contra quienes la violen, los artículos 333 y 350 y, sobre todo, la exigencia perentoria de la renuncia del principal responsable del gobierno dictatorial, así como la del gobierno en pleno. Una salida que hemos respaldado anteriormente y que Luis Ugalde, compartiendo nuestros términos, considera incluso elegante. En efecto, el 17 de enero pasado escribimos: “La renuncia de Maduro es una forma elegante de exonerar a los venezolanos de ejercer su derecho a la legítima defensa. Y asumir la pesada carga de su histórica responsabilidad ante esta ignominia. Pero aún así: sigue siendo la fórmula menos onerosa.” Y terminábamos señalando:  “Vuelve a elevarse el clamor por la renuncia. Con una diferencia tan de bulto, que avergüenza subrayarla: Venezuela no es la loca inmadura y caprichosa en manos de sus delirios golpistas, como cuando los Idus de Carlos Andrés Pérez. Es una ruina, una cloaca moral, un matadero. Con un pueblo cada día más indignado.” En entrevista radial del pasado 25 de mayo, Luis Ugalde afirma que no sólo es lógico, sino hasta elegante que Nicolás Maduro renuncie. Palabras más, palabras menos, la idea y la propuesta es la misma; ante la ruina, la cloaca moral y el matadero, Maduro debe renunciar. Y nosotros agregamos: cuanto antes. Con la movilización de las fuerzas populares, subraya el prelado. Más claro, imposible.
 
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Entre el 12/F y el 30/M se han verificado otros cambios sustanciales. Tantos, como los que se produjeron entre la Venezuela que cometió el acto más irreflexivo de su historia contemporánea – tumbar a Pérez y cambiarlo por Hugo Chávez – : frente a la crisis en que se hunde el régimen, la ruptura entre la sociedad civil y la sociedad política, por una parte, y la ruptura, por ahora insalvable, entre la MUD y LA SALIDA, por la otra. Con un hecho de trascendencia histórica: la sociedad civil, a la hora de la verdad, se inclina definitiva y mayoritariamente por respaldar los pronunciamientos de LA SALIDA, como lo demostrara de manera dramática la exitosa marcha de este sábado 30 de Mayo. Un repudio sotto voce de la ausencia de la MUD.
 
Imposible pasar por alto que este telúrico sacudón de este 30/M, apenas un asomo y un presagio de lo que podría desencadenarse en el país de continuar la catástrofe socioeconómica de este gobierno y agravarse el estado de quienes se mantienen injustamente presos y en huelga de hambre, se realizó a disgusto, contrariando las políticas y estrategias de quienes controlan la MUD. Que han decidido ponerse definitivamente de espaldas al sentimiento popular y boicotear objetivamente la posibilidad real y concreta de desalojar la dictadura. Reafirman, ya sin maquillaje alguno, que su propósito consiste en aguantar – si ello fuera posible – hasta el 2019 y tratar de ganar en esa lejana fecha que hoy parece inalcanzable las elecciones, facilitándole a la dictadura un mutis honorable. Borrón y cuenta nueva.
 
Como bien lo han reafirmado Luis Ugalde y Ramón Piñango en el programa mencionado, tal estrategia obvia la dimensión creciente y pavorosa del desastre que enfrentamos, ahonda las ya gigantescas dificultades que enfrentaremos en el muy supuesto caso que tal estrategia se impusiera y la dictadura aceptara hacer mutis de buen grado, y constituye una traición imperdonable a los anhelos mayoritarios de nuestro pueblo. Lo más probable, sin embargo, es que el volcán sobre el que nos encontramos reviente intempestivamente, arrasando con todo. Los culpables de esa trágica eventualidad tienen nombres y apellidos, las siglas de los partidos que dirigen son de todos conocidas y su tozudez, porfía y mezquindad no requiere de mayores pruebas.
 
De modo que la marcha de este 30/M no sólo muestra la vitalidad y la vigencia de LA SALIDA, sino que establece una línea divisoria por ahora insuperable en el seno de la oposición venezolana. Y exterioriza una necesidad imperiosa. Tal como lo señaláramos en nuestro artículo anterior – SOBRE LA MARCHA: AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR –  para bien de todos, ha llegado la hora de la divisoria de aguas. De un lado los partidos que hoy dominan la MUD, del otro los partidos y grupos que lideran LA SALIDA. Con una fundamental diferencia en la práctica y ejercicio del liderazgo: mientras que dichos partidos se negaron a respaldar la convocatoria de Leopoldo López, reafirmado una vez más como el máximo líder de la oposición democrática de Venezuela, los promotores de la Salida no boicotearán el llamado a la participación electoral. Serán la palanca fundamental del éxito de las elecciones, así la lista de candidatos establecidos por los burócratas de la MUD no corresponda, ni de lejos, al sentimiento verdaderamente mayoritario del país.

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¿Significa el respaldo a la participación electoral de parte de quienes se llevaron este 30/M los laureles de esta magnífica, arrolladora expresión de capacidad movilizadora, la subordinación de LA SALIDA a la línea política de quienes quisieran castrar la fuerza del movimiento popular encasillándolo en una papeleta de votación?  De ninguna manera. Reafirma dónde están y quiénes son quienes detentan el auténtico poder de la oposición democrática, quiénes se encuentran a la cabeza de las luchas y quiénes serán los encargados de desalojar del Poder al régimen cuanto antes sea posible, para frenar el gravísimo y acumulativo deterioro de nuestro país, volver a reconciliar a la fracturada Venezuela, empoderar a sus sectores más pujantes, modernos y progresistas  y echar a andar una transición política, social y económica pacífica pero irrefrenable hacia la República Liberal Democrática que llevará a cabo la profunda transformación revolucionaria que nos demanda la historia.

Pues no se trata, – como lo quisieran los viejos partidos y estamentos que hacen vida en la MUD, y temerosos de las nuevas fuerzas emergentes pretendieron boicotear la convocatoria de Leopoldo López -, de transitar hacia una Sexta República: más de lo mismo, pero mejorcito. Tal cual resuena en las palabras de quienes, definitivamente anclados en el limo de la Cuarta República, se niegan a reconocer la naturaleza dictatorial del régimen e insisten en reconocerle virtudes democráticas al principal responsable de la catástrofe humanitaria que nos abruma. Tampoco se trata de maquillar la institución de partidos que fueran incapaces de defender su propia obra. Y seguir bajo el mando de las armas de quienes son acusados ahora mismo con un abrumador cúmulo de pruebas de servir al siniestro entramado del narcotráfico y el terrorismo a nivel global, abandonando sus sagradas obligaciones y deberes constitucionales.

Se trata, muy por el contrario, de aprovechar este gigantesco alud de participación popular como plataforma de combate político y social para la creación de la NUEVA VENEZUELA: una VENEZUELA a la altura de los tiempos de la globalización, joven, pujante, próspera y competitiva. Capaz de realizar el milagro de la RECONSTRUCCIÓN NACIONAL. No sólo de la reconquista de nuestras propias y más importantes riquezas, como la hoy arruinada, desmantelada y esquilmada PDVSA, sino de elevar su capacidad productiva, recuperar y multiplicar sus activos, diversificar el uso de nuestras rentas, desarrollar de una buena vez la agroindustria convirtiendo a nuestros extensos territorios, ricos en recursos, en el vergel que nos convierta en una potencia auto sustentada.

Se trata de erradicar la corrupción, de efectuar una limpieza a fondo y en profundidad de nuestras instituciones de justicia, de actualizar y modernizar nuestro sistema educativo, de crear unas fuerzas armadas honorables, sometidas al estricto control de la civilidad y prestas a servir al desarrollo nacional y expurgar de malandraje y corrupción nuestras fuerzas policiales. Sin hablar del sistema hospitalario, ayer motivo de orgullo, hoy por los suelos.

Todo esto es posible y necesario. Nada de esto es un sueño. Pero sólo y bajo la condición de aunar fuerzas, de prepararnos para el futuro, de conformar ahora mismo, y sin retardo ni dilaciones, las fuerzas que asumirán la dirección del futuro gobierno. Que ya golpea a nuestras puertas. Para convocar sin dilación al respaldo de las principales potencias económicas del mundo.

Al César lo que es del César, decíamos ayer. Hoy, bien podríamos asomar, anticipando un futuro probable, la inolvidable frase que estuviera en labios del gran emperador romano: VINE, VIDI, VICI. La primera de nuestras obligaciones: constituir una JUNTA PATRIÓTICA DE GOBIERNO, UN FRENTE POLÍTICO NACIONAL Y/O UN PARTIDO POR LA DEMOCRACIA.   Hay que liberarse del lastre que nos agobia desde la Cuarta República: más vale solos que mal acompañados. Hay que bifurcar los senderos, sin desmedro de acuerdos puntuales para enfrentar tareas concretas. La primera ya está ad portas: las elecciones parlamentarias. Pero bajo una condición esencial: un programa mínimo de acción, obligante a realizar por quienes resulten electos con nuestro indispensable respaldo.

Y, por ahora, la principal de todas las tareas: promover y lograr lo más pronto posible, el desalojo de la dictadura. Impulsando la exigencia de LA RENUNCIA. De nosotros depende iniciar la transición, crear el programa de gobierno para el futuro inmediato, iniciar el trabajo de la reconstrucción nacional. No hay tiempo que perder: manos a la obra.