De cómo terminé metido en un concierto de A Otro Nivel

A Otro Nivel, concurso de Canal Caracol, realiza una gira por diferentes ciudades colombianas. Hoy llegará a Bogotá y mañana a Barranquilla. La gira inició en Medellín y aquí le cuento los detalles.

Medellín, 16 de junio de 2016, 6:00 p.m.

¿Qué estoy haciendo aquí? Me pregunto después de sentarme en una silla plástica de color blanco. Estoy en el Centro de Espectáculos La Macarena y frente a mí hay una tarima en la que podría caber un elefante. Pero en vez de un paquidermo aquí se presentarán El Puma del Vallenato, Jhon Onofre, Mr. Steve y Rafy Champion, finalistas de A Otro Nivel; un concurso del Canal Caracol en el que cantantes profesionales de todo el país concursan por una gira nacional.

Antes de presentarse en La Macarena, estos cuatro cantantes tuvieron que superar varios niveles, como interpretar una canción en diferentes géneros musicales (pop, rock o vallenato). También tuvieron que mantener sus fuerzas y convencer con su talento a un jurado conformado por Silvestre Dangond, Kike Santander y Fonseca.

El programa comenzó a emitirse en marzo y su novedoso formato lo hizo ocupar buenos niveles de sintonía. Yo vi los primeros capítulos, pero dejé de ver los demás por una sencilla razón: cuando prendía el televisor y sintonizaba A Otro Nivel me quedaba dormido en cuestión de minutos. No es que el programa fuera aburrido, al contrario, me parecía chévere. Pero esos repentinos ataques de somnolencia, provocados por mis desordenadas horas de sueño, no pude evitarlos al momento de ver este programa.

Dios quiera que el sueño no me coja sentado en esta silla plástica ¡Sería el colmo, caray!  A mi lado derecho dos niños y sus padres juegan con unos globos amarillos que tienen dibujado el logo de Almacenes Éxito. A mi lado izquierdo Yeison Camilo García, periodista como yo y a quien anoche le hice la invitación de venir a este concierto, escribe un mensaje en su celular.

Miro a los niños que están sentados a mi derecha. Sonríen, cantan y juegan con sus globos amarillos. La escena me conmueve y en el fondo quiero ser como ellos. Pero la realidad, la aburrida y fría realidad, me hace preguntarme otra vez qué estoy haciendo aquí. En mi libreta de apuntes escribo con afán estas preguntas: ¿Qué estoy haciendo aquí si desde hace tres meses no veo A Otro Nivel?, ¿Qué hace un “periodista musical” como yo, acostumbrado a escribir notas sobre rock y música clásica, en un lugar como este?

Dejo de escribir estas preguntas inútiles y miro a mi izquierda. Yeison guarda su celular y mueve la cabeza al ritmo de una canción de Tom Jones. A su manera, él disfruta este momento y hace más llevadera la espera. Las luces rojas, azules, verdes y violetas de la tarima nos enceguecen, pero luego admiramos su soberbia estructura. Nos preguntamos cuántas horas y cuántas manos se necesitaron para armar semejante armatoste.

Detrás de nosotros hay varias sillas vacías, pero algunas personas comienzan a sentarse. Todas quieren pasar una noche agradable, puedo intuirlo por la sonrisa que dibujan de oreja a oreja mientras toman asiento o sacan sus celulares para tomarse una selfie.

Levanto la mirada a los palcos de La Macarena. Allí, personas de todas las edades permanecen sentadas, pero no ocultan su alegría. Unas gritan y silban, mientras que otras cantan o mueven los hombros con mucho sabor. Miro a los vendedores de gaseosas y chuzos de pollo abriéndose paso entre la gente para ofrecer sus deliciosos productos. Pienso que esta también será su noche y deseo que sus ventas sean buenas.

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Me paro de la silla y saco de mi mochila una cámara para capturar esta postal colorida y ruidosa. Cuando me siento vuelvo a hacerme esa pregunta que me hice después de pisar el suelo de La Macarena: ¿Qué estoy haciendo aquí? Todos los saben, menos yo. Los finalistas de A Otro Nivel, por obvias razones. La gente que se toma selfies mientras espera el concierto, los vendedores, los logísticos con su cara de desgano, unos socorristas sentados en un palco y que no dejan de bostezar, los niños que juegan a mi derecha y Yeison, quien vuelve a escribir un mensaje en su celular.

Pienso en la semana de mierda que tuve y quizás estoy aquí para relajarme, así al otro día tenga que escribir sobre este concierto. Pero más tarde pienso en eso. Por ahora quiero que ya empiece el show y pararme de esta silla a bailar, así me mueva con la sensualidad de una mesa coja.

Faltan pocos minutos para las 7:00 p.m. y el concierto aún no ha empezado. Pienso en El Puma del Vallenato, Jhon Onofre, Mr. Steve y Rafy Champion ¿Qué pasará por su cabeza en estos momentos? ¿Qué pensarán de esa fama que antes les era esquiva y que hoy les hace un guiño cómplice? Aunque dos horas antes Yeison y yo entramos al camerino para conversar con ellos, aún quedan en el aire estas preguntas.

….

El camerino no es muy grande y lo ilumina una luz blanca. Hay una mesa de madera, también blanca, con varias botellas de agua, platanitos, uvas y otros snacks. El Puma del Vallenato, Mr. Steve y Rafy Champion permanecen sentados en un sofá blanco en el que atienden a varios periodistas. Todos, supongo, les preguntarán por sus expectativas y su repentino salto a la fama. Y ellos, supongo, responderán que están felices y sorprendidos por el enorme paso que han dado.

Todo esto lo supongo fuera del camerino. Yeison y yo esperamos nuestro turno para entrevistarlos y aún no sabemos qué vamos a preguntarles. Yeison, periodista de derechos humanos, trabaja en el IPC (Instituto Popular de Capacitación), mientras que yo escribo notas sobre bandas de rock para Al Poniente y otras publicaciones virtuales. Pero henos aquí, esperando una entrevista de la que no tenemos la menor idea de cómo la vamos a hacer. “Pues pensándolo bien, venimos a conocer y ya”, le digo y nos reímos.

Pasadas las 5:00 p.m. Carolina, la agente de prensa del Canal Caracol, nos indica que ya podemos pasar y ambos nos miramos confundidos. Saco de mi mochila una grabadora, un lapicero, una libreta de apuntes y una cámara que le paso a Yeison con afán. “Vos sos el fotógrafo”, le digo bromeando mientras él busca el botón de encendido.

Entramos al camerino y nos encontramos a los cantantes pegados a sus celulares. Cuando se percatan de nuestra presencia nos saludan muy efusivos y nos dan la mano con fuerza, como si fuéramos amigos de toda la vida. Me sorprende su calidez y tranquilidad, más aun cuando en unas horas se subirán a una tarima y cantarán ante cientos de personas. Están radiantes, bien vestidos y nos escuchan atentos. Ninguno es un manojo de nervios.

Después de presentarnos, los miro a los ojos y en mi mente anoto las tres preguntas que les haré ¡Menos mal! Yeison toma unas cuantas fotos y yo empiezo la entrevista preguntándoles por las sensaciones que tienen antes de dar el concierto. Una pregunta más bien tonta, lo sé, pero muy útil para romper el hielo. Rafy Champion toma la vocería y con su voz de cantante de salsa da esta enérgica respuesta:

-Estamos muy ansiosos de empezar esta gira aquí en Medellín. Para nosotros es satisfacción y estamos muy contentos, felices.

Rafy también agradece a Dios, al Canal Caracol, a los jurados y a los televidentes por este momento que está viviendo. Mientras habla me mira a los ojos con sus lentes oscuros; hay una confianza admirable y al mismo tiempo arrolladora en cada uno de sus gestos.

Los demás responden la pregunta muy seguros de sí mismos. El Puma del Vallenato no duda en considerarse un ganador, ya que además de amigos y conocimientos ganó “muchísima experiencia”. Mr. Steve, sanandresano y exponente de la champeta, comenta que después de “una lucha constante, de altibajos, de puertas que se cerraban y abrían” ahora está en un punto donde “puede ver la luz”.

Yeison sigue tomando fotos y en ese momento entra Jhon Onofre, cantante de joropo y ganador de A Otro Nivel. Luego de sentarse al lado de Mr. Steve se presenta como “representante de los llanos de Colombia y Venezuela” y dice que esta experiencia ha sido un logro no sólo para él, sino también para “toda una región”. “Luché porque nuestra música no muriera y no quedara en el olvido”, agrega orgulloso.

Todos hablan con naturalidad, pero por un momento parece que sus palabras fueran dichas con anterioridad, como si ellos hubieran previsto el día en que la fama los visitaría. Me los imagino detrás de las cámaras de televisión repitiendo este mantra: “voy a ser famoso, grabaré un disco, haré conciertos por toda Colombia y seré el centro de todas las miradas”.

La segunda pregunta que les hago es igual de cliché que la primera: ¿Cómo era su vida antes de llegar A Otro Nivel? Ya con un tono más reflexivo, todos hablan de las dificultades que tuvieron que sortear para hacerse a un nombre. O mejor dicho, para ser famosos. Rafy Champion vuelve a tomar la vocería:

-En un momento dije que iba a ponerme a trabajar en otra cosa para sacar adelante a mi familia, porque esto de la música es bien difícil. Demasiado. Hay gente que no sabe esto, pero yo le voy a decir una cosa: a nosotros ahorita nos ven felices porque la felicidad que tenemos es inmensa y tenemos que reflejarla. Pero yo creo que todos los que pasamos A Otro Nivel tuvimos una infancia bastante dura. En mi caso, mi padre y mi madre se separaron y a mi mamá le tocó bastante duro. En mi casa, desde que tuve uso de razón, nunca hubo para llevarme a una escuela de música. Pero Dios me dio un don y ahorita lo estoy explotando al máximo.

Por su parte, El Puma del Vallenato comenta que al no poder grabar un sencillo, optó por trabajar como cantante en la discoteca Matildelina de Bogotá. Allí duró cinco años “divirtiendo a la gente” y gracias a ello pudo “llevar la comida a la casa”. “Para mí era un gusto inmenso todos los fines de semana divertir a la gente y divertirme yo. Quería avanzar, pero veía que cada vez era más difícil. Y se presentó este regalazo que nos brindó Dios”, agrega y los demás dicen “amén” como si estuvieran dentro de una iglesia.

Mr. Steve, antes de presentarse al programa, se sentía “down” porque a pesar de “sonar en toda Colombia” no estaba “viviendo de ese boom”:

-Llevo tantos años en la música, he hecho éxitos en San Andrés, he puesto canciones número 1 en mi isla. Y uno siempre quiere salir y mostrarle a otra parte del mundo tu música. Justo antes de presentarme al programa yo tenía la cabeza abajo y me decía: “bueno, logré pegar una canción a nivel nacional, pero no estoy viendo los frutos”. Era una situación rara y sentía a Dios que me decía: “tranquilo, tranquilo que lo tuyo viene”.

El ganador, Jhon Onofre, también tuvo “momentos difíciles”, pero como buen llanero es más bien reservado al momento de hablar sobre ellos:

-Por mi mente vagaba el pensamiento y la decisión de no seguir más con la música, porque eran tantas las cosas que se me presentaban que ni siquiera eran por la carrera que uno mismo estaba haciendo de una manera tan responsable y profesional, porque siempre lo hemos hecho con respeto al público, sino por cuestiones ajenas y totalmente exteriores, personas que a veces llegan y quieren hacerle a uno la zancadilla. Y eso a uno le duele ¿No? Pero mire las cosas de Dios: en diciembre estaba buscando la manera de sostener a mi familia y cuando sale la propaganda de Caracol yo dije “pues voy a botar el anzuelo acá y que sea lo que Dios quiera”.

Los minutos pasan y Carolina, con disimulo, se acerca a decirme al oído que ya es hora de terminar la entrevista, hay más periodistas fuera del camerino esperando su turno. Mi última pregunta tampoco es un derroche de creatividad, pero mientras miro a estos cantantes tan radiantes y seguros de sí mismos me causa curiosidad saber cómo llevan ahora la fama que tanto deseaban.

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Antes de responder a mi pregunta, Jhon Onofre se aparta de sus compañeros, saca del bolsillo de su jean un celular y le pide a Yeison que le tome una foto. Mientras él posa como una estrella los demás aseguran que su anonimato es cosa del pasado, ya que cuando salen a la calle muchas personas, sobre todo niños, les llaman por su flamante nombre y se acercan a pedirles autógrafos y fotos.

-Es muy bonito y yo creo que eso es un regalo, un regalo de Dios que hace parte del plan, de lo que tiene que sentir un artista-, comenta Mr. Steve luego de tomarse una foto con una admiradora que logró entrar al camerino.

La entrevista termina con otro apretón de manos de los cantantes. Jhon Onofre no aparece por ningún lado, tal vez está concediendo otra entrevista. Obvio, es el ganador. Yeison y yo salimos del camerino en completo silencio. Ya no somos los periodistas que no tenían la menor idea de cómo iban a hacer su entrevista, sino un par de muchachos anónimos y con pocos deseos de ser famosos.

….

“¿Quién quiere música?”, pregunta un locutor de Olímpica Stereo desde la tarima. Son las 8:27 p.m. y el público de La Macarena le responde con las manos arriba y una bulla que se hace sentir con fuerza.

“¿Y dónde está la gente que quiere música?”, vuelve a preguntar el locutor. Todos se ponen de pie, gritan y mueven unos globos amarillos, idénticos a los que tenían los niños que estaban sentados a mi derecha.

Yeison y yo permanecemos sentados, aunque luego me paro para grabar con mi cámara este eufórico momento. Minutos antes nos hicimos en las sillas de atrás porque la pésima acústica del lugar estaba haciendo estragos con nuestros oídos y nos hacía sentir mareados.

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No vemos la hora de que empiece el concierto, pero no porque queramos bailar y cantar como los demás. Llevamos tanto rato esperándolo que irnos sin escuchar una canción sería una completa estupidez. Resignados, esperamos a que el reloj corra veloz para que El Puma del Vallenato, Jhon Onofre, Mr. Steve y Rafy Champion salgan a la tarima a hacer lo suyo.

Los minutos pasan, el locutor sigue despertando los ánimos de la gente y pocos se ríen de sus chistes regionalistas (“en Medellín usted siempre va a encontrar lo que es: humor, música, mujeres lindas y hombres feos”). Pero cuando los músicos salen al escenario para acomodar sus instrumentos todos gritan y aplauden. Las luces se apagan y el locutor se baja de la tarima. El show, por fin, va a empezar.

“Buenas noches. Caracol Televisión les da la bienvenida a la gira A Otro Nivel”, se escucha la voz de una mujer que nadie ve. La Macarena se queda en silencio y todos golpean sus globos en señal de jubilosa ansiedad. Una luz estroboscópica se enciende y un guapachoso “¿Cómo están? Areee youuu readyyy?” desata la euforia colectiva. Es Mr. Steve, y aunque no aparece por ningún lado, todos nos contagiamos con su sabrosura isleña.

La alegría está al 100%. Vuelve la oscuridad y la gente no para de gritar. De repente, un juego de luces verdes, rojas y azules iluminan a la tarima. Los músicos comienzan a tocar salsa y Rafy Champion aparece en escena. “¡Buenas noches Medellín!”, dice con micrófono en mano y todos lo ovacionan. “Son las 8:37 p.m., hora legal Colombia” dice Yeison señalándome su reloj y en ese preciso instante Rafy comienza a cantar. El público grita feliz y arma tremendo bailoteo que no parará nadie.

Minutos después se suben a la tarima El Puma del Vallenato, Mr. Steve y Jhon Onofre. “¡Medellín, una bulla!”, clama Mr. Steve y los presentes atienden a su llamado. Cada cantante, en su respectivo género, canta El triste de José José y sus voces despiertan las pasiones de quienes los escuchan embelesados.

El concierto va para largo y yo, que no tenía del todo claro qué hacía aquí, termino bailando El preso y La reina en versión salsa, vallenato, joropo y champeta. Yeison, por su parte, prefiere grabar el concierto con su celular, aunque de vez en cuando mueve los hombros.

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Son las 9:30 p.m., más o menos. Es hora de irnos, pero antes escuchamos a Mr. Steve, quien convierte a La Macarena en una paradisiaca playa donde más de uno mueve las caderas y los pies de forma sensual.

A eso de las 9:43 p.m. salimos de allí y caminamos rumbo a la estación Sudamericana del metro. Hace frío y pocas almas caminan por la calle ¿Conocerán al Puma del Vallenato, Jhon Onofre, Mr. Steve y Rafy Champion? Supongo que sí y si algún día se los encontraran por ahí les pedirían un autógrafo o una foto. Cuando llegamos a la estación, Yeison y yo nos despedimos y tomamos rumbos distintos. Antes de tomar el metro, miro la calle solitaria y me imagino a las estrellas de A Otro Nivel caminando por estos lares. Quizás darán unos cuantos autógrafos a quienes los reconozcan, aunque por un momento también querrán caminar tranquilos y sin tantos ojos encima, como cuando no tenían los 15 o 30 minutos que tanto anhelaban.

Felipe Sánchez Hincapié

Medellín, 1989. Artista plástico, periodista, melómano y fumador empedernido. Ha participado en diferentes exposiciones realizadas en Medellín como Castilla pintoso, organizada por el colectivo venezolano Oficina # 1, en marco del Encuentro Internacional Medellín 07 (MDE07). Hizo su práctica en el periódico El Mundo de Medellín y ha publicado sus textos en publicaciones como Cronopio, Revista Prometeo, Cartel Urbano y Noisey.