Realidad y ciencias sociales

Un acercamiento a las fuentes de las técnicas de investigación social

Cuando tratamos de acercarnos a las ciencias sociales, el gran miedo que se suspende en el aire de la comunidad científica puede traducirse a pregunta: ¿será que estamos haciendo ciencia de lo social? ¿Será que podemos medir la subjetividad del hombre? ¿Podremos contar las externalidades que hay en él? Son preguntas con las que en los últimos tiempos se ha tratado de relegar a la incapacidad y hasta al olvido los logros de las ciencias sociales y su contribución a la sociedad. El camino de las ciencias sociales, por esto, no podrá ser igual al de las ciencias naturales, y por eso buscar en ellas paradigmas similares es utopía.

El paradigma en las ciencias es una noción polisémica. Ya desde la antigüedad griega, desde donde heredamos la cultura y la manera de proceder epistémicamente, se usaba el término para referirse a un modelo o ejemplo del cual se podrían calcar los avances y los métodos en el conocimiento del cosmos, de la naturaleza y del hombre. Pero en nuestro tiempo es impreciso utilizarlo de tal manera, pues a lo largo de la historia el término ha ido tomando connotaciones diferentes a las usadas por Platón y Aristóteles donde paradigma es contado entre los sinónimos de teoría, de articulación entre las teorías, como sistema de ideas, corriente de pensamiento, procedimiento o método utilizado en una ciencia. Piergiorgio Corbetta, profesor Metodología y Técnicas de Investigación Social en la Facultad de Ciencias sociales de la Universidad de Bolonia ha realizado su trabajo en el campo de los métodos y las técnicas compendiado en el libro “Metodología y técnicas de investigación social” (2007)desde donde expone los elementos que contribuyeron a la formación y desarrollo de las técnicas de la investigación social usadas contemporáneamente. Parte su disertación hablando de los paradigmas y unido a Thomas Kuhn habla define que “un paradigma es una perspectiva teórica común a y reconocida por los científicos de una determinada disciplina, basada en los logros de dicha disciplina, mediante el método hipotético deductivo”. Cuando Kuhn llega a esta conclusión habla de que los paradigmas han existido como reflejo de los logros que ha logrado una disciplina, un paradigmas es más que un modelo o una teoría porque no se refiere al contenido pleno de una disciplina sino a los logros que de alguna manera se inmortalizan y se hacen determinantes para la construcción de esas teorías. De esta manera también los paradigmas cambian, se renuevan y se cancelan, pues las necesidades y avances mismos van poniendo fecha de vencimiento en ellos.

Partiendo de esta concepción, continua Corbetta, plantea que los paradigmas construyen la manera de concebir los tres conceptos que en cualquier teoría se convierten en sus características propias. Cualquier enfoque científico busca dar respuesta a tres preguntas: ¿qué conocer? ¿Es posible conocer? ¿Cómo conocer? La respuesta a estas preguntas es a la vez la manera propia con la que cada disciplina construirá su conocimiento científico: responder por la esencia, la epistemología y la metodología de cada disciplina.

Buscar la esencia es preguntarse si el objeto de análisis existe en la realidad, si “son” en sí mismos o son simples construcciones mentales de quienes están en contacto con él. La epistemología responderá a las necesidades reales que existen, y si hay una manera indicada para conocerlo, si hay alguna posibilidad de acceder al conocimiento latente en lo estudiado. Por último, la metodología indica el camino por cual se va a adquirir el conocimiento. La vía escogida es la que a fin de cuentas marca la diferencia entre las distintas maneras de conocer la verdad.

Son muchos los enfoques que han tomado las ciencias sociales para tratar de no perder su categoría de ciencia ni tampoco la posibilidad de abstraer conocimiento del hombre, no como un ser biológico sino como un ser social. Para esto, históricamente las ciencias sociales han tomado dos caminos matriz desde donde se han desprendido muchas más ramas, pero estas dos son expuestas por el autor como fundantes en la construcción de conocimiento, no solo por haber sido las primeras en aparecer, sino porque sus logros  han llegado a ser paradigma: el positivismo y el interpretativismo.

El positivismo es comentado desde dos momentos históricos. El de los inicios, en el siglo XIX fue ese positivismo que partió de la noción galileana, el cual defiende el empirismo generando un conocimiento objetivo según el cual la realidad es fenoménica u observable; descartando todo lo que no pueda ser demostrado de manera empírica. El positivismo trata de restaurar la unidad de las ciencias enfocándose en que todos deben tener una misma concepción de la realidad, limitando su espectro de análisis a lo meramente observable y verificable. Quisieron así comparar a la sociedad como la naturaleza, que está movida por leyes estáticas y repetitivas, bajo un modelo de causa-efecto: la predictibilidad. Si bien es cierto que por la aplicación del Método Científico de las ciencias llamadas exactas se pueden llegar a predicciones de fenómenos futuros basados en la observación de las causas que en una constante producen un efecto, se observa que en las ciencias sociales este método para ese fin no tiene ninguna aplicabilidad, pues la naturaleza del Hombre Social es tan impredecible y cambiante que una causa no basta para predecir un efecto, sino que múltiples causas pueden producir múltiples efectos. “La explicación científica se orientará a la formulación de leyes que relacionen fenómenos determinados con construcciones abstractas (matemáticas) presentadas en forma de hipótesis causales. Tales explicaciones estarán sustentadas en la observación de los hechos y en la verificación experimental” (Mejía Quintana, 2003). Esto no es así en las ciencias sociales. Por otro lado, la verificación experimental y la aplicabilidad de las teorías propuestas generan un ambiente de estudio, que impulsa a los Politólogos a dar más y a poner todas las herramientas que hay a su alcance para generar este tipo de procesos y aplicarlos en la sociedad humana.

Luego de los años 20 y hasta los 60 y de allí a nuestros días, los científicos sociales empezaron a construir, sin darse cuenta, un nuevo paradigma, aquel en el que empezar

El análisis de la dinámica social es exportable en el sentido que las técnicas vistas desde las ciencias naturales pueden ser las mismas que de las sociales pero la diferencia radica en el punto de vista del observador. Fue una ruptura entre la ortodoxia del positivismo y la apertura al conocimiento  de la sociedad no necesariamente como un ente matematizable. ¿Es suficiente acercarse a la comunidad con una técnica científica para obtener un saber válido? ¿Una tabla estadística me dice cuál es la real situación de un evento social? Estas preguntas cuestionaron a los sociólogos del circulo de Viena y otros, de lo cual se propuso el Neopositivismo y el Postpositivismo que incluían la probabilidad de certeza entre su epistemología. Al hombre, subjetivo no se le podía conocer solamente desde la observación ni todo se podría verificar empíricamente, pues la certeza que ofrecían estos procesos no eran más que probables respuestas a las necesidades de adquisición de conocimiento.

EL papel del observador ya no es el del pasivo ininfluyente e ininfluido sino que se realza la necesidad de que el investigador también esté en el medio observado, pues en cierta manera es de allí de donde podrá abstraer todo el conocimiento y terminará influyendo en él.

La Ciencia Social es el estudio del hombre como un conjunto de hechos, no es un objeto es una situación, es la humanidad la fuente de donde emanan las noticias que a diario vemos en las portadas de los periódicos y noticieros, desde el secuestro hasta la corrupción. Hemos de notar que esta es la diferencia con las ciencias exactas o naturales, que se estudian hechos sociales para obtener unas soluciones. Sea cual sea la vía por la que se realice este proceso, la veracidad es lo más valioso, tanto de los hechos como de los resultados.  La sociedad no cambia por decretos como decía M. Crozier, pues el análisis no transforma los movimientos o relaciones; antes bien, si queremos alternativas debemos querer también una sociedad en donde dichas alternativas sean factibles.

Continuando en esta línea temporal, luego de la crisis del positivismo, Corbetta señala a Weber como el iniciador de la “comprensión” como un elementó básico para el estudio social. Éste autor con su propuesta de una sociología comprensiva es preciso para introducirnos a desvelar lo que es “interpretativismo” en las ciencias sociales. Las interacciones simbólicas y significativas son planteadas como decisivas a la hora de analizar la sociedad. Se puede deducir ya desde estas connotaciones al parecer lingüísticas el carácter decisivo en que los términos van tomando significado a partir del contexto en el que los conceptos se interpreten. Así la simbología y el significado de todos los apartados y articulaciones de la sociedad son vistos desde una dimensión trascendente e influyente en el individuo. Se deja de lado la ya visión alejada de un investigador para adentrarse a descubrir que incluso su misma presencia genera dinámicas en el medio, en la comunidad y en la sociedad.

Dilthey es el primer investigador en realizar un profundo sesgo en las connotaciones en las cuales la ciencia social intentaba interpretar a los sujetos: las ciencias naturales y las ciencias del espíritu vienen a proveer a la humanidad de respuestas certeras y verificables pero con la diferencia que sin dejar de perder su carácter científico cada una desarrolla su objeto de estudio y análisis de determinada manera y el fin de su investigación es distinto en cada una. Desde esta visión  –sin negar la importancia del positivismo y sus aportes- se apoyan muchos más autores para analizar al hombre no como una cosa sino como un sujeto lleno de externalidades e internalidades que limitaban o promovían sus acciones.

Weber desarrollo la teoría de la “individualización”: el mundo es constituido por individuos que han de analizarse individualmente y su repercusión en la colectividad. Cada una de estas relaciones generaría que el mundo no fuera visto como cosa objetiva y analizable (desde la ciencia social) sino como un mundo factible y falible según las dinámicas de los individuos. Aquí cabe resaltar aquella idea de que ‘hay tantos mundos posibles como individuos que lo piensen’. Y es que aquello de ver al mismo hombre como un microcosmos nos evoca a la noción de que lo que llamamos realidad no es como aquel éter preexistente e irrefutable sino que es un compuesto variante como cambien sus compuestos. En otras palabras el interpretativismo analiza al mundo como una construcción, no como una estructura preestablecida. Así que es válida la inclusión de “subjetividades” porque al fin de cuentas es esta característica lo que engendra la realidad social.

La ciencia social puede valerse de “abstracciones y generalizaciones” para llegar a cumplir su objetivo que es aquel de no perder el carácter científico de investigación. Buscar leyes como tal, absolutas e omnipresentes, sería caer en el ‘dogmatismo’ proferido por la herencia positivista en el mundo.

Finalmente vale resaltar el papel del observador, del estudioso que se acerca a investigar su objeto para interpretarlo más que descifrarlo. Aunque suene ilógico la connotación de descifrar podría por analogía hablarse del desvelamiento de un códice antiguo ya dado y que necesita no más que una mera traducción. El estudioso, como lo llama Corbetta, cumple el papel de ser no solo el relator de un fenómeno sino ser actor que procure inmiscuirse en el medio y generar transformaciones. No basta con una mera predicción, sino que según este enfoque las descripciones cualitativas y subjetivas hacen las veces de valoraciones “empáticas” que lo conducen a no investigar a su discreción sino trascender a la realidad misma de lo estudiado.

Las ciencias sociales y en particular la ciencia política ponen al alcance de todo aquel que quiera acercarse al hombre social una caja de herramientas entera para que según las necesidades de cada fenómeno lo aborde y procure entenderlo. Somos privilegiados al tener en nuestras manos no solo un objeto de estudio sino un completo tesoro investigativo que por sus matices y destellos responderán no solo ante un sanedrín de científicos sino que permeará la realidad del científico y desde allí se propondrá como los fallos en esa sociedad podrán ser modificados eficientemente.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2013/08/Jose-collazos.jpg[/author_image] [author_info]Jose A. Collazos Molina Huilense, Estudiante de Ciencia Política de la Universidad de Antioquia. Asesor Administrativo en el Comité de Asuntos Estudiantiles del Consejo Académico de la Universidad de Antioquia. Subdirector del Grupo Juvenil Ruah en Prado Centro. Editor y Diagramador en la Escuela de Teología “San Miguel Arcángel” en 2010. Director y conductor del programa radial “El esplendor de la verdad” en 2011. Leer sus columnas. [/author_info] [/author]

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