Proceso de Inducción Universidad Nacional, ejemplo para el país

Escribir mi columna semanal para el portal Al Poniente a veces me resulta fácil y en otras ocasiones me asaltan muchas dudas al momento de elegir el tema. Los pensamientos de un columnista aficionado, como yo, giran alrededor de si el tema es atractivo para el lector y, en mi caso, si éste genera algunas reflexiones en los lectores o en la sociedad misma.

 

El tema de la presente columna está relacionado con el proceso de inducción para los estudiantes nuevos que, en una alta proporción, llegan a la Universidad Nacional de Colombia apenas entrando en la compleja etapa de la adolescencia.

 

La adolescencia es una etapa de transición entre la infancia y la adultez donde el individuo experimenta importantes cambios tanto en su cuerpo como en su mente. Y a esto se suma que dichos cambios afectan el entorno familiar y escolar. La psicología nos enseña que un niño entra a la adolescencia entre los 13 y los 15 años y la supera alrededor de los 19 años.

 

Ya no es extraño encontrar que muchos de jóvenes que no han superado los quince años ingresan a la universidad, lo cual indica que al graduarse como profesionales apenas estarán superando la adolescencia.

 

Para responder a esa situación la Universidad Nacional tiene un completo programa de inducción para los estudiantes nuevos, donde se involucra a los padres de familia de esos niños universitarios. Este es un programa de gran relevancia para el alma máter de los colombianos y es una responsabilidad de las instancias de Bienestar Universitario.

 

Caminando por las calles de la ciudad de Medellín me encontré con una antigua alumna quien me contó que estaba escribiendo una carta para la Universidad motivada por su participación en el proceso de inducción del primer semestre de 2015, en calidad de mamá de uno de los nuevos estudiantes. Le pedí que me la compartiera para publicarla como parte de la presente columna:

 

Señores Bienestar Universitario

Universidad Nacional de Colombia.

 

Imposible quedarme en silencio, frente a un proceso que ha sido demasiado importante y que ha generado un gran impacto en nuestra familia, como es el Proceso de Inducción con el que nos han acompañado al ingresar nuestro hijo a la Universidad Nacional.

 

Orgullo UN:

Un slogan que al escucharlo despierta en mi corazón una emoción profunda y ante todo una inmensa gratitud.

Soy egresada de la Facultad de Minas del año 1991 y durante estos años desafortunadamente perdí el vínculo con mi universidad. No fue sino hasta hace un par de meses, momento en que mi hijo mayor decidió presentarse a Ingeniería Civil, que tuve la oportunidad de volver a mi Alma Mater, de ver muchos cambios en su estructura física y percibir una transformación muy significativa en su esencia, en algo que es difícil colocar en palabras, pero que tu percibes en el alma, como una búsqueda de la excelencia, en el servicio a los otros.

 

Con los temores que todos los padres «primiparos» experimentan cuando su hijo inicia esta etapa universitaria, fuimos sorprendidos al vernos incluidos dentro del programa de inducción, que aunque claramente decía: «importante, no obligatorio», mi esposo y yo no dudamos ni un momento en asistir a dicha reunión.

 

La reunión fue clara y precisa, nos dio una visión más amplia de como apoyar a nuestro hijo y de entender el privilegio que tenemos como familia de haber ingresado a la Universidad Nacional.

 

Hoy tenemos la certeza de que a través de los múltiples programas de bienestar universitario, en última instancia lo que nos están diciendo es: «su hijo nos importa y aquí estamos para ayudarlo a desarrollarse integralmente»

 

Creo que está transformación que percibo es producto del trabajo arduo de varios equipos de trabajo bien conformados, que le han apostado por varios años al mejoramiento y posicionamiento de la universidad.

 

Agradezco de todo corazón a las directivas de la universidad que han sabido dar un norte claro y que hoy nos hace sentir orgullosos de la institución.

 

Siempre he amado la universidad, pero esta experiencia me ha hecho valorarla y respetarla mucho más.

 

Que orgullo ser egresada de la Universidad Nacional…  Que orgullo que mi hijo estudie en ella.

Atentamente,

Luz Victoria Naranjo” 

Estas manifestaciones de los padres de familia son un reconocimiento al trabajo de la Universidad Nacional que puede mostrarse con orgullo al país y a sus ciudadanos.

Los retos del Bienestar en la UN nunca se agotarán, dada la responsabilidad institucional de formar las nuevas generaciones de ciudadanos.

Quiero terminar la presente columna emulando al profesor Aquilino Polaino (1) con la siguiente reflexión:

Dentro de cincuenta años no importará:

El tipo de coche que condujiste.

El tipo de casa donde viviste.

La cantidad de dinero que tuviste en el banco.

Ni la calidad de la ropa que usaste.

Pero el mundo tal vez sea un poco mejor… porque fuiste importante en la vida de un joven.

Diego Germán Arango Muñoz

Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing.

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