Mujer reguetonera

Uno se cansa, a veces, de los hombres. Al menos en el reggaetón, con la estética forzosamente masculina de carros lujosos, apartamentos caros y ordinarios, botellas de champaña y hoteles de cinco estrellas. Estilos producidos y estandarizados para reforzar la relación entre los hombres, el éxito sexual y el éxito económico. Nada más triste, teniendo en cuenta el origen popular y  callejero de este ritmo que floreció en los barrios de Puerto Rico y República Dominicana (que incluso en sus orígenes tuvo ciertas pretensiones de denuncia social), y que precisamente esos referentes estéticos encarnan repertorios visuales ricos y poderosos.

Pero están las mujeres reguetoneras, interesantes, puercas, inteligentes, con estéticas de lujo barato, joyas de imitación, guardarropas de envidia. Estilo, en últimas. La primera de la que tuvimos referencia masiva fue Ivy Queen, que con su eslogan de “La Diva, La Caballota” y sus letras de mujer que para la cama no va supo robarse nuestros corazones. Y, para no ir tan lejos, hay que recordar la fama que en su momento tuvo Farina, que se dio a conocer por medio de un programa de talento musical transmitido por televisión en el 2005. Farina regresa, fuerte en el 2013 con El Pum Pum, una colaboración con Ñengo Flow, y en el 2016 con Casanova, en colaboración con  Wyclef Jean. Canción imperdible de una Farina sensual, hermosa y operada:

Pero en los últimos años han salido al ruedo mujeres reguetoneras de más bajo perfil, con estéticas menos prediseñadas, al menos en el sentido de producción comercial tradicional y estandarizada. Vuelven a los orígenes populares y de barrio del reguetón, lo que de entrada me parece una ganancia. La primera de estas mujeres la vi en los rincones de YouTube. Es Tomasa del Real, de Iquique (Chile), tatuadora que canta de sexo, drogas, pandilleros, ropa cara, mujeres que quieren amor sin compromisos. Tomasa dice sus letras cantan historias inventadas, ficciones de lo que le parece interesante, apto para perrear. No es su vida, es su creación influenciada por Iquique, una ciudad en donde el reggaetón suena en todas las esquinas. En una entrevista le preguntan a Tomasa por su vida allí y ella responde, literaria: “Me despierto, miro por mi ventana y veo 40 palmeras, el mar y la arena. Al lado hay una hueá de milicos y pasan helicópteros, entonces me siento como en una película o en un video de Lana del Rey”.

La Favi, de San Francisco, con ascendencia española, una flamenco-reguetonera, de letras sobre de amores duros y lejanos. Son canciones con base flamenca de sentimientos andaluces, trágicos y románticos, producidos con influencias de dembow y bases de trap. La Favi sabe cantar y por ello no recurre al auto-tune, que no tiene nada de malo, sobre todo al tener en cuenta los métodos de producción de muchas de estas artistas: en sus casas, por internet, a punta de favores.

 

Por asociación directa (pues colaboran unas con otras), llegué a Ms Nina, la más reguetonera de todas, la que lleva al límite y a las últimas consecuencias el sentido del reggaetón: el goce, el deseo, la provocación, el cuerpo. Ms Nina es una Argentina de nacimiento, pero vive en Granada (España). Ella apela a la estética kitsch callejera, de grafitis, cadenas doradas, decoración de miscelánea, ropa de baratillos con un sentido estético fascinante, noventero y explosivo. Sus videos e imágenes son brutalistas: de montajes en forma de collage y toda la actitud que una mujer cani pueda tener. Personalmente estoy fascinado con su propuesta visual, con su manera de cantar y de moverse, segura, infame, retadora.

Dice que ser una mujer no es sinónimo de rosado, escarcha y delicadeza, y por eso le canta, frontal, al sexo que no es precisamente monógamo y de puertas para adentro. En todo caso, dice Ms Nina en una de sus letras “Soy una princesa y no una guarra”.

Finalmente, Bad Gyal la más joven (19 años), una catalana que vive en Vilassar de Mar (en Cataluña, España), un municipio de pescadores bordeado por un mar turquesa. Bad Gyal mezcla trap, dancehall, sonidos jamaiquinos y el poder del reggaetón. No tiene dinero ni muchas posibilidades de producción, así que un amigo le envía las pistas por internet, ella canta en la casa de un vecino, y luego envía todos los audios al mismo que le hizo llegar la pista para las mezclas finales. Ella tiene un estilo juvenil y fresco muy a la moda; una Rihanna de ciudad chica, pero mejor.

Los temas por detrás

No serán feministas a lo Judith Butler, y no se la pasarán llenando sus muro de Facebook con citas de feministas porque no hace falta tanto alarido. Se reconocen como feministas, consientes del rol de las mujeres en la escena musical y en la sociedad en general, por lo que adoptan posiciones pensadas sobre los temas a los que les cantan como la sexualidad, el cuerpo, la calle, el amor, y también de otras agendas, por lo que se declaran a favor del aborto como opción, y de la no sumisión del trabajo de las mujeres a la aprobación de los hombres.

Este es, por supuesto, el tema frecuente de sus entrevistas, pues a las mujeres se les pregunta por su “condición” femenina que debe ser justificada. No he leído muchas entrevistas musicales o culturales en las que les pregunten a los hombres cómo se la llevan con el privilegio masculino. Sus propuestas son para escuchar y ser vistas: las mujeres encuentran en ese reconocimiento de su ser-estar-en-el-mundo universos creativos y estéticos populares, armados con los mismos repertorios de lo femenino (desdibujado) que nos son familiares. El feminismo podría cantar sus agendas a la inversa de lo que Arjona proclamó en una de sus devastadoras canciones: hombres, lo que nos pidan podemos, si no podemos no existe, y si no existe lo inventamos por (culpa de) ustedes, hombres. Y, para no desdeñar, hay que mencionar este reggaetón callejero que trae colaboraciones blasfemas y de fantasía:

No hay visiones omnicomprensivas de lo que es y no es un o una posición feminista en la música, y por ello el reggaetón no es esencialmente un lugar de denigración de las mujeres.  Habría que revisar todos los ritmos musicales, pues sin ser reggaetón “Dame tu mujer José” o “Te compro tu novia” no son precisamente empoderadoras. Hacen música desde lugares comunes o en la búsqueda de otras expresiones, por lo que en ser mujer y ser reguetonera hay tantas posibilidades y diversión como granos de arena.

Tantas que, para cerrar, porque no hay rosas sin espinas, Manuela Gómez, la misma de Protagonistas de Novela, tiene su reggaetón, que en cierto sentidos es una joya musical, máximo exponente del auto-tune. Para disfrutar la canción hay que ponerse en escena: fiesta a las tres de la mañana, con sus amigos coreando la letra de Manuela “no me voy a complicar más la vida, esta noche tomaré sin medida, oiga mesero traiga otro tequila”, mientras alguien lo cuelga como historia de Instagram. Perreo inolvidable.

 

Edward Salazar

Sociólogo y Magister en Estudios Culturales. Me he vinculado en diferentes iniciativas culturales y de investigación en artes y humanidades, y con ellas he obtenido algunas becas y reconocimientos. Escribo para equivocarme.