Mitos, realidades y sesgos cognitivos del Sistema de Salud.

Según la percepción del colombiano promedio, y me permito incluir en esta afirmación al periodista y político promedio, el sistema de salud del país es decididamente malo. Según el Centro Nacional de Consultoría (CNC) el 80% de los colombianos están descontentos con el sistema actual. Políticos como Jorge Enrique Robledo se desgastan la garganta denunciando como la salud se ha convertido en un negocio y una mercancía; y un sinnúmero de periodistas incluido el prominente Juan Gossain han denunciado incontables veces la malversación de los dineros de la salud y la corrupción interna de las EPS. Y aun así estas percepciones son en gran parte erradas.

El periodista estadounidense T.R. Reid nos explica el porqué de estas erradas percepciones con sus tres “leyes” fundamentales de los sistemas de salud:

  1. No importa que tan objetivamente bueno sea el sistema de salud de un país, los ciudadanos siempre se quejaran de éste.
  2. No importa cuántos recursos consuma el sistema de salud, los doctores y hospitales siempre dirán que no es suficiente.
  3. La última reforma al sistema no sirvió para nada.

Y es que a pesar de que el 80% de los colombianos afirma estar descontento con el sistema de salud según el mismo CNC el 60% también dice haber recibido una atención buena o muy buena en su último contacto con el sistema; y aunque son igualmente ciertas las afirmaciones del senador Robledo de que la salud no es una mercancía, los bienes y servicios necesarios para preservarla si lo son, y los médicos y enfermeras cobran sueldo;  finalmente, las revelaciones de Juan Gossain y su gremio, aunque muy necesarias, no son problemas exclusivos del sistema de salud colombiano, o de los sistemas malos, sino de cualquier sistema de salud en el mundo –basta con leer El País de España,  El Daily Mail o The Sun británicos, o Le Monde francés para confirmarlo-.

Si queremos tener un debate sensato y responsable del sistema de salud conviene dejar de lado la retórica y los empirismos vulgares –los cuales son muy susceptibles a ser usados en este tipo de discusiones- y empezar a mirar cifras y números concretos –que a pesar de no capturar todas las realidades de algo tan complejo como la salud, son preferibles a la demagogia y el abuso de frases de cajón-.Un buen punto de partida es por empezar a desmitificar ciertos “problemas” del sistema de salud que han sido magnificados, a mi juicio de forma muy irresponsable, por los medios de comunicación.

Por años se nos ha intentado vender que en Colombia la gente se muere sin que la vea un médico, el problema es que esta afirmación no resiste el menor análisis empírico. En 1990 un 44.5% de los colombianos reportaba no haber tenido ningún tipo de atención médica, esta cifra se elevaba hasta el 67% en los sectores de menores ingresos. Según un estudio realizado por Ursula Gideon y Manuela Villar  para 1993 –año de la reforma- todavía una tercera parte de los colombianos seguía sin tener acceso a ningún tipo de atención médica, esta misma cifra caería hasta solo un 3% para el año 2011.

En cuanto a calidad conviene señalar que para el año 2010  solo un 17% de los pacientes reportó haber recibido una mala atención médica, y esta cifra era aún menor, solo 12%, cuando se refería a la prestación de servicios de salud generales. El 79% de los usuarios reportó haber recibido un suministro total o parcial de los medicamentos necesarios después de la consulta. Aun así se debe reconocer que los usuarios que estaban vinculados en el anterior seguro social si sufrieron una disminución en la calidad del servicio.

Es igualmente falso que el sistema de salud sea cada vez más inaccesible para la población, de hecho la cifra del gasto de bolsillo como parte del gasto total en salud ha pasado del 45% en 1994 a un 14.4% según cifras del propio Ministerio de Salud y Protección Social (MSPS).

Tampoco es cierto que el sistema actual esté funcionando debido a que la tutela combate la negligencia de las EPS, si analizamos el total de servicios prestados en el sistema con aquellos prestados a causa de la acción de tutela veremos que los servicios prestados por tutela solo representa el 1% de la totalidad de servicios según la información suministrada por las encuestas de calidad realizadas anualmente por el MSPS. Teniendo este último punto en cuenta  se debe decir que ya va siendo hora de que los colombianos dejemos de comernos el cuento de que un juez, que es abogado, está más capacitado que un auditor médico, que sí es médico, para  determinar el servicio que se nos debe suministrar.

Entonces, si el sistema es tan bueno… ¿Por qué a nadie parece gustarle? El sistema no es perfecto, está muy lejos de serlo, y presenta una serie de problemas muy grandes, empezando por el de financiación, que requieren una voluntad política y social muy fuerte para corregirlos. No obstante los problemas por los que usualmente es más criticado son producto de un conjunto de errores cognitivos que el premio nobel de economía Daniel Kahneman llama Sesgo de disponibilidad; es decir, en el sistema colombiano se realizan cientos de miles, o incluso hasta un millón, de actividades diarias, por ende si solo el 0.1% de estas actividades presentara complicaciones de todas formas  habría miles de historias tristes que reportar, que son muy jugosas y llamativas para los medios de comunicación, sin que esto necesariamente implicara un empeoramiento de la calidad.

Finalmente quiero aclarar que no pretendo desmeritar el sufrimiento de miles de colombianos que los aqueja una enfermedad en estos momentos y no han recibido la atención médica necesaria, sino denunciar a los numerosos políticos y periodistas que en un vulgar oportunismo aprovechan el padecimiento de estas personas para impulsar sus carreras.

Nota: La expresión empirismos vulgares es acuñada por el propio ministro Alejandro Gaviria, también muy buena parte de las ideas de este artículo surgieron leyendo su blog (agaviria.blogspot.com) el cual recomiendo; es un blog agudo, oportuno y prudente.

Juan Felipe Vélez Tamayo

Economista, escritor y liberal.

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