Metro elevado

Debate Sano
el Metro de Bogotá debe quedarse en aspectos técnicos y económicos, no en ideologías oxidadas

Si hay un tema, pese a no ser real, que ha despertado un mundo polarizado, es el Metro de Bogotá. El Distrito Capital es una de las pocas metrópolis con más de cinco millones de habitantes en el mundo, que no posee el tan anhelado sistema de transporte. Ya se han dado importantes pasos con el Transmilenio y el SITP, a pesar de sus dificultades, sin olvidar el camino dejado por los Tranvías y Trolebuses eléctricos. Desde hace más de 70 años se han hecho propuestas, estudios de factibilidad, planos, y hasta amagos de abrir licitaciones, pero cuando falta dar el último paso, preciso, llega algo que lo hace aplazar, como si hubiese una maldición gitana a su alrededor, ¿o será la regla general de los colombianos, dejar todo para después? Y al final, se olvida. Unos quieren metro totalmente elevado, argumentando que existen diseños que respetan el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible; otros lo prefieren subterráneo, porque supuestamente evitaría la desvalorización de los predios urbanos y rurales; lo único cierto en ambos casos es: el Metro de Bogotá debe quedarse en aspectos técnicos y económicos, no en ideologías oxidadas; porque el populismo quiere hacer de las suyas con este álgido tema y convertirlo en un punto de partida para una sucia y desagradable campaña presidencial en el 2018.

¿Cómo mirar sin apasionamientos innecesarios el metro? En la columna Cheque Chimbólico ya se hablaba de este tema, luego de una reunión muy peculiar entre el Presidente Juán Manuel Santos y el Alcalde Mayor de ese entonces, Gustavo Petro; donde hubo la entrega de un cheque simbólico para el sistema de transporte por parte del gobierno nacional a la Alcaldía Mayor por un valor de 9.65 billones de pesos. Se puede considerar este cheque no real todavía bajo las siguientes premisas: “Eso sí, salieron a flote las diferencias entre la Casa de Nariño y el Palacio Liévano; mientras que la prosperidad propuso un metro subterráneo que iría desde Soacha hasta la carrera séptima con calle 100 pero conectado mediante trenes de cercanías con varios municipios de la sabana como Zipaquirá, Cajicá y Chía, la Bogotá humana (¿o inhumana?) quiere llevarlo hasta la 127 y nada más. ¿Así es creíble este metro? Complicado”. Se sabía de antemano que ese no sería el eje central del metro, que por lo que se ve, en mínimo diez años, se alcanzaría a ver la primera línea, de ahí es importante tener en cuenta la palabra del Alcalde Mayor recién posesionado, Enrique Peñalosa Londoño.

Peñalosa propone un sistema de Metro Elevado en unos tramos, para abaratar costos, agilizar su construcción con base en diseños serios, que sean amigables con lo ambiental y sostenible, que no implique la desvalorización de los predios y que sea agradable viajar en el mismo. Hay que tener en cuenta lo siguiente; si hay un alcalde que ha estado coordinado con el gobierno nacional para trabajar en diversos temas (por algo, Santos fue a la Casa de Nariño) es Peñalosa en su segundo mandato, bien sea porque su campaña electoral estuvo de la mano del movimiento político del vicepresidente Vargas Lleras, o, porque su máximo rival de ese entonces, Rafael Pardo (ahora Ministro del Postconflicto), en nombre de la unidad nacional, ha mostrado su disposición de colaborarlo en todo lo que sea necesario para recuperar a la Atenas Suramericana del caos que le dejaron las tres administraciones de izquierda, quienes no se preocuparon por el tema del metro como se merecía, sino que lo utilizaron para un proyecto politiquero, perdiendo doce años para su construcción; así es imposible que sean una alternativa para este país.

Hay diversas opiniones sobre el tema, pero hay dos que valen la pena leerlas. Una, la del experto en Movilidad, Fernando Rojas: “Los cambios de última hora en el proyecto del metro para la capital confirman que este sueño se puede quedar en anuncios y en maniobras de corte electoral. La irresponsabilidad del presidente y del alcalde da ganas de llorar”, cuando hubo la entrega del cheque chimbólico. Otra, se da en una columna de Portafolio, a cargo de Louis Kleyn: “Dado su potencial transformador, el metro es una encrucijada excepcional para repensar a Bogotá como una gran metrópoli, que, en vez de apeñuscarse contra los cerros orientales, debe seguir su expansión hacia el occidente, donde aún las densidades son bajas y hay más oportunidades de desarrollo urbano moderno. La ALO, el parque líneal del río Bogotá y las nuevas salidas hacia occidente que proyecta la administración Peñalosa apuntalan esto”.

Es preferible escuchar y poner en práctica las propuestas del actual Alcalde, ya que tiene presupuestado con fechas y costos, el metro que propone, eso sí, con una rigurosa vigilancia; que seguir pensando en el metro subterráneo, propuesto por exalcaldes que no quisieron llevar a cabo el proyecto durante sus administraciones.

PD1: Buen paso dado en los Diálogos de Paz, sobre la aceptación de la ONU como garante en el proceso de desmovilización y entrega de armas, por parte de las Farc.

PD2: ¿Qué pasa con Fedegan?, ¿porqué la paranoia del fhüribista José Félix Lafaurie?

Pedro José Rivera Giraldo

Ingeniero de Petróleos de la Universidad de América (Bogotá, 1994) y Especialista en Gerencia de Mercadeo de la Universidad del Rosario (Bogotá, 2002). Consultor Independiente en Materia de Mercadeo así como el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible en la Industria. Creador de la Conciencia Ambiental (tiene su propio blog: Conciencia Ambiental (Nuevo Petroides), algo que falta en Colombia; escritor en Al Poniente. Ha elaborado varios ensayos como Marketing Político Alternativo, Marketing Ambiental Alternativo (EMA), Marketing Curriculum Alternativo, Marketing Empresarial Alternativo, y Tips de Marketing Alternativo.

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