Los teólogos de la economía

Siguiendo la interesante reflexión del economista Luis Guillermo Vélez Álvarez quien publicó un artículo de opinión en éste medio de comunicación, quisiera señalar un par de perplejidades sobre el saber o conocimiento de los economistas y en general de las ciencias sociales. Para empezar, basta con señalar que los economistas de casi todas las vertientes, navegan entre la apología y la incertidumbre de un saber que está lejos de ser científico, es decir, con vocación explicativa y predictiva de la economía.

Por ejemplo, si usted toma la geometría de Lobachevsky podrá explicar buena parte del movimiento de los objetos en el espacio exterior donde la geometría euclidiana es bastante limitada; mientras que si toma, por ejemplo, la distintas teorías monetarias de Milton Friedman, el amigo de Pinochet, no podrá entender las fluctuaciones del valor de la moneda, salvo que se fuercen algunas variables para que las propuestas prescriptivas parezcan ligadas a la realidad, de una forma bastante errática. Quizás ello se deba a su compleja postura metodológica que lo alejó de un realismo científico y lo acerco a un idealismo metodológico.

En este sentido, es preciso señalar sobre Friedman y muchos de los economistas que disfrazan sus teorías con fórmulas matemáticas, que un razonamiento valido formalmente no supone un carácter científico y mucho menos una aptitud explicativa. En tanto las ciencias sociales, entre ellas, la economía, sigan sumergidas en el afán prescriptivo y no descriptico, no serán más que una ideología apologética de una determinada forma de pensar, aunque se envuelvan en una fórmula matemática.

Pero entremos en materia. De forma cándida, el economista Luis Guillermo Vélez Álvarez le imputa al senador Jorge Enrique Robledo ser un reaccionario en términos económicos y además de proponer fórmulas que llevarían al fracaso económico al país. No es mi interés defender al Senador, pues ya tendrá la oportunidad de defender su posición económica. Me interesa más analizar las premisas desde las cuales parte su argumentación.

Si se mira con precisión las afirmaciones que subyacen al texto, parten de un supuesto saber técnico, cuando no, científico, de la manera cómo operan las relaciones económicas, lo que le permite el columnista descalificar la visión económica de Jorge Enrique Robledo. Incluso se parte de algo bastante problemático, esto es, que existe la posibilidad de predicar verdad o falsedad de las propuestas de política económica que se hace desde determinada orilla de pensamiento. Nada más impreciso en términos epistemológicos; y no estoy tomando una postura postmodernista como algunos podrían pensar ligeramente. Hablo desde una orilla que privilegia el conocimiento científico y reivindica su utilidad, es decir, desde una visión positivista.

Al respecto, quisiera señalar que lo que estamos experimentando en nuestra cotidianidad cuando escuchamos, leemos o asistimos a formaciones en economía, es la dificultad de algo que se viene debatiendo de tiempo atrás en las ciencias sociales, entre ellas la economía, esto es, el problema del estatus ontológico y epistemológico de dichos conocimientos y su vocación explicativa. ¿Explican los economistas, los abogados o los politólogos las relaciones sociales de su objeto de estudio o tratan de forzar la realidad a sus esquemas justificatorios o prescriptivos?

Permítanme realizar algunas afirmaciones puntuales sobre el saber de la economía que también se predica en casi todas las ciencias sociales. Lo que enseñan o enseñamos los profesores (i) no tiene ningún asomo de tener una vocación científica y mucho menos un actitud descriptiva. (ii) Lo que se hace es una transmisión de saberes prescriptivos que históricamente han sido legados por diferentes escuelas, bastante problemáticas, que no tienen como propósito explicar el fenómeno económico, político o social, sino justificarlo, es decir, hacen política económica, jurídica o social disfrazada de saber científico.

 

  • Ese tipo de saber no explicativo que adquirimos y transmitimos, está cargado de todas las (iv) preferencias políticas de quienes propusieron esas formulaciones prescriptivas (Smith, David Ricardo, Keynes, Friedman) y además de nuestras propias preferencias políticas (liberales, conservadores, izquierda, derecha, socialismo, capitalismo, entre otras) y epistemológicas (iuspositivismo, iusnaturalismo, CLS, entre muchas)

 

En ese orden de ideas, el panorama del saber científico social es bastante desolador para la ciencia –ser-, pero bastante fecundo para la política –deber ser-, y ¿por qué no? para la democracia.

En términos políticos, entre más voces y diversidad, mayor pluralidad y supongo yo, mejores opciones de gobierno. Eso sí, desde ésta orilla que ya todos saben-positivista-, también se puede afirmar que (vi) estamos muy lejos de trasmitir un saber ecuánime, imparcial o intersubjetivo.

De tal forma que conviene, si quieren, que acordemos algo para continuar el diálogo sobre ciencia y política. Cuando hagamos afirmaciones descriptivas podemos acudir a eso que llamamos realidad y cuando hagamos afirmaciones prescriptivas, suspenderemos la deliberación sobre la intersubjetividad de la verdad de nuestras premisas, para dar paso a la opiniones, y de ellas, todas son respetables, no verdaderas.

Alejandro Matta Herrera

Alejandro Matta Herrera. Docente Universitario. Abogado. Especialista en derecho administrativo y constitucional. Magister en Filosofía del Derecho en la UBA-Arg. Estudiante de doctorado de la misma universidad. Secretario de la Juventud Medellín 2020-2022. Secretario general IU Pascual Bravo 2018-2019.