Los libros, el arma más poderosa

Hay un regalo que es más grande que todos los que materialmente se pueden dar. No hablo del amor y tampoco lo desestimo, hablo de los libros como un punto de emergencia. Una salida precisa que rompe las encrucijadas en las cuales nos hemos metido. La lectura es un camino, una forma de entender aquello que nos parece tan absurdo, tan difícil, tan doloroso. Leemos porque esta realidad ya no basta y queremos conocer otras, otras formas de entender el mundo que pueden ser descabelladas pero aun así, son tan importantes que nos logran cambiar el panorama, la forma de entendernos y de entender a los demás.

Los libros sobreviven porque siempre hay quien los busca desesperado, los encuentra curiosos o simplemente llegan, como muchos llegamos al primer libro, por una recomendación y a su vez, por un impulso incomprensible que nos “obligó” a iniciar una historia y detener el tiempo que nos mueve para darle vida a otro tiempo, un tiempo inventado por el escritor, por la historia que se está conociendo. Lo mágico de la lectura se conoce cuando el tiempo inventado en el libro se roza con el propio, cuando lo contado allá, en el libro, se asemeja a lo que he vivido, estoy viviendo o que alguien vivió. Lo bueno de la lectura es que siempre habrá un encuentro entre lo real y la ficción.

Estos son mis seis recomendados, libros que proponen un viaje entre la historia y la ficción, entre la reflexión y el embellecimiento de un mundo mejor. Será odiosa y abusiva la lista que pondré a su disposición, pero eso es lo bueno de estas listas, que siempre generan un punto de discusión y de inconformidad.

Ni un paso atrás – Enrique Patiño (Editorial Seix Barral): El escritor y periodista colombiano dedicó ocho meses a la investigación de la muerte de Luis Carlos Galán. Es una crónica en donde se narra los últimos días del candidato a la presidencia por el partido liberal. Es arriesgado y expone más de 200 nombres presuntamente inmersos en uno de los genocidios más dolorosos de la historia de Colombia.

 

 

 

 

 

 

 

Los hermanos Cuervo – Andrés Felipe Solano (Alfaguara): Es un libro entre ficción y no ficción. Andrés Felipe Solano pone sobre la mesa todo su ejercicio periodístico y su pasión por las letras. Inicia con la historia de los hermanos Cuervo que es una ficción, pero deja la puerta abierta para narrar la historia de Vicente Aguirre, ganador tres veces consecutivas de la vuelta a Colombia en los años sesenta. Le hace el seguimiento yendo hasta la guajira, Bogotá, los Llanos, Boyacá y algunos lugares de Europa. Un trabajo de archivo y con fuentes verídicas de la existencia de este grande del ciclismo que perdió la cabeza por la desaparición de su esposa.

 

 

Las Formas de las Ruinas – Juan Gabriel Vásquez (Alfaguara): La mejor novela para mí del 2015-16. Hablar del autor es quedarse corto en palabras y menciones de su nivel literario reconocido en Europa. La novela habla de la muerte de Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliecer Gaitán. Es la historia de las conspiraciones, de los intereses políticos que no dejaron que estas dos promesas del partido liberal pudieran tomar las riendas de Colombia. La novela tiene dos actos verídicos y es la experiencia de Juan Gabriel Vásquez con una vertebra de Jorge Eliecer Gaitán y una parte del cráneo de Rafael Uribe Uribe. Desde allí se empieza a desglosar la historia de estos dos caudillos y su relación con la política colombiana. El pasado y el presente de un país.

 

 

Cinco Esquinas ­- Mario Vargas Llosa (Alfaguara): La última novela del escritor peruano ha dejado un sabor amargo a los críticos y algunos lectores de la obra de este grande del Boom. Sin embargo, yo defiendo la historia que propone Vargas Llosa porque pone el dedo en la llaga a diversos problemas sociales. Aunque la historia está narrada en los años 90, no impide hacer un análisis de la actualidad. Son tres problemas en uno solo, la dictadura, el poder de la información y el sexo como una experiencia personal. Todo esto se une en un paquete llamado: periodismo amarillista.

 

 

Impromptus– André Comte-Sponville (Andrés Bello Editorial): El filósofo y escritor francés publicó en los años noventa doce ensayos sobre el arte de vivir, los problemas de la existencia y los cuestionamientos del ser humano. No es un libro con leguaje filosófico, no es un libro académico en el sentido de la palabra. Es un libro que sirve para reflexionar y analizar un poco la existencia, sobre todo para aquellas personas que están pasando por diversidad de problemas: la pérdida de un ser querido, el valor del suicidio o el poder de la angustia. Así cada uno de los ensayos envuelven al lector en un ámbito personal.

 

 

Cien Años de soledad– Gabriel García Márquez (Random House): Este fue un libro releído, sin embargo nunca pasará de moda recomendar un clásico. En tiempos donde nos domina la lectura fácil, es fundamental volver a los clásicos para entender cuál es el verdadero sentido de la lectura, del escribir bien, de dejarse contagiar por las historias de la familia Buendía que como diría Gabo: “este libro está escrito con las historias que contaba mi abuela y como ella las contaba”. El libro tiene tantas conexiones con nuestra realidad colombiana que vale la pena leerlo para entender muchas cosas que aunque se ocultan en la ficción, tienen sus lados más reales y precisos de la Colombia que nos ha tocado vivir.

 

 

La lectura es un viaje y nadie está obligado a emprenderlo. Miles y miles de libros andan por ahí y nosotros somos conscientes de que la vida no nos alcanzará para leerlos todos, sin embargo, es bueno entender las palabras de Borges: “si un libro no les gusta déjenlo, ese libro no está hecho aún para ustedes. Algún día, ustedes estarán al nivel de ese libro y el libro estará en el suyo”. Esta lista arbitraría no es más que un consejo que espero puedan disfrutar.

Editor Cultura: Juan Camilo Parra Martinez

Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Santo Tomás, columnista y periodista freenlace. Ha escrito para varios medios de comunicación. Su pasión entre la literatura y el periodismo lo llevó a buscar un punto central en donde la ficción y la realidad se crucen, se toquen pero no se confundan.