Los «héroes de la patria»

Mucha parece ser la indignación (¿o hipocresía?) nacional con motivo de la muerte de 11 miembros del ejército estatal en el departamento del Cauca, a causa de una acción del grupo subversivo de las FARC- EP.

El hecho, ha producido infinidad de reacciones caracterizadas por su visceralidad, mezquindad, hipocresía y sobre todo por su irracionalidad, siempre bien animadas por el sensacionalismo en la propaganda de guerra que CARACOL y RCN difunden y de la cual sacan los más altos beneficios económicos y políticos, como medios mercantiles para la difusión ideológica de los sectores más reaccionarios de la sociedad colombiana que son. No hay postura más despreciable que sacar provecho de la muerte y la desgracia ajena.

Expresiones como: “¡Golpe de Estado Ya!” y “Que los bombardeen” acompañadas de imágenes irrespetuosas que muestran los cuerpos destruidos de los soldados son difundidas por los propios integrantes del ejército encargados de las labores forenses y luego por las personas del común que supuestamente sienten afecto por los caídos, pero a quienes no les incomoda vulnerar la privacidad de las familias, la memoria de los fallecidos o su dignidad. Posturas así reducen a la gente al estado de barbarie, a lo más bajo y vil de la condición humana, a actuar, y peor aún decidir políticamente, con base en las pasiones que despiertan estos hechos. Debe ser grato que tras llevar la vida dura de la guerra y de haber sido adoctrinado para creer que se le sirve a la “patria”,  poder tener la certeza que uno le va a seguir siendo útil a la causa aún como cadáver (tal vez más que en vida), saber que los compañeros estarán ahí para filmar lo que quede de uno y debe ser satisfactorio también saber que, si se sobrevive, los políticos irán al hospital para tomarse a una foto con uno cuando no tenga piernas.

Nos tienen a muchos hastiados con la propaganda de guerra sobre “los héroes de la patria”; tal vez si la publicidad te tiene que dar ese título entonces no lo mereces, porque solo la historia concede tal calificativo. Tengo que decir que para mí no son héroes, aún muertos no los reconozco como tales, ni creo que hayan dado su vida por nosotros, porque quienes conocemos la realidad del conflicto y su historia sabemos que la función de las fuerzas militares oficiales de cualquier país, y Colombia es excelente ejemplo de ello,  es defender al statu quo, defender a los poderosos de los débiles, defender a los que están arriba de los que están abajo, siempre con la eterna contradicción de que las componen personas extraídas de los sectores más empobrecidos: “siempre le dijimos que dejara el ejército y contestó que aquí no había nada más que hacer” dijo una de las madres de los fallecidos, de modo que la guerra fue su única opción laboral, no algo que haya escogido de manera verdaderamente libre.  Al respecto, surgen cuestiones intrincadas, como que para poder admitirlos como adalides defensores de la democracia me vería obligado a desconocer toda la historia de Colombia y a modificar el concepto de héroe para hacerlo coincidir con la realidad  de los militares colombianos. No puedo considerar héroes a los soldados del Estado por el insignificante detalle de que son responsables de: desapariciones forzadas, torturas, desplazamientos, ejecuciones extrajudiciales, genocidio, magnicidio, violaciones, amenazas, persecución política, asesinatos, corrupción, atentados, pillaje y muchos más actos indignos, ninguno peor que haber protegido durante doscientos años a las élites que han conducido a la sociedad colombiana a la desgracia. Solo por citar un ejemplo, apenas hace una semana en el Cauca agentes de la policía asesinaron un joven indígena de 19 años, cuyo crimen fue luchar por las justas reivindicaciones de los suyos, por una tierra que el Estado les prometió para “compensarlos” por la llamada “Masacre del Nilo” en 1991, así hay muchos otros casos en que los “héroes de la patria” disparan a cualquier inocente en ese departamento, pero esto no es nunca noticia. Es esta una patria muy mala entonces si esos son su héroes.

Tal vez una de las más despreciables características del discurso oficial que promueven los medios masivos y que llega a un pueblo intelectualmente incapaz de cuestionarlo es su hipocresía. La realidad es que el ejército ha asesinado (o dado de baja) a decenas de rebeldes en plena tregua, algo perverso, pero esto no suscitó ninguna expresión de indignación, como si no fueran vidas humanas, colombianos. Tan bajo caemos que las personas de a pie se saborean y frotan las manos al ver en HD el cuerpo destrozado de un guerrillero y sufre (o finge sufrir) al ver un soldado llorando. A los que claman más guerra no les importan los soldados, si les importaran pedirían el cese bilateral de hostilidades. La hipocresía de muchos es tal que piden a gritos que viva la guerra y muera la paz, pero pocos de esos estarán en primera fila para ir a recibir las balas o pisar las minas. Sumado a todo esto, se suele usar la artimaña de que “una cosa es la acción legítima del Estado y otra el terrorismo” muy útil para embaucar a cualquier desinformado, pero carente de cualquier verdad. No puede haber “acción legítima del Estado” donde no hay un Estado legítimo, y el Estado colombiano no es legítimo porque no  respeta los derechos de la gente: vida, participación política, trabajo, salud, educación, vivienda etc., es un Estado instrumento a los intereses de una minoría.

La irracionalidad que ha revelado este acontecimiento es propia de un nivel cavernario, la gente dice sufrir por los que perecieron, pero pretende que se elimine la única posibilidad de que hechos así cesen para siempre, lo que implicaría que cientos de miles más sucumban en la conflagración. Otros creen que hay que retornar a un gobierno despótico como el anterior, en el que estos hechos ocurrían contra civiles inocentes y con mayor salvajismo(a manos de “héroes de la patria” en muchos casos). Algunos más asumen posturas tan toscas como que la subversión está en obligación de dejarse matar si es sujeto de persecución por el Estado. No me preocupa que el señor Montealegre aparente caer en estos absurdos, porque entiendo que es solo una posición mediática, en efecto, no se trató de una violación al DIH por tratarse de combatientes, que se encontraban en labores de conflicto (hacer presencia para controlar ese territorio), con capacidad para combatir y ocurrida en una zona de conflicto. Bajo el argumento de que “se encontraban durmiendo” habría que considerar  delito contra el DIH la muerte por bombardeos de cientos de guerrilleros ¿y en caso de que estén trasnochados qué ocurre señor fiscal? Me preocupa mucho más la posición del malabarista político que tenemos por presidente, que primero exige que se negocie en medio del conflicto y luego no asume las consecuencias de ello ni avanza al cese bilateral.

Termino con esta frase del vocalista de una agrupación española, propuesto para doctor honoris causa por Pablo Iglesias:

 

“Las medallas son chapas de hojalata. Las banderas son trapos de colores. En la guerra moriréis por su dinero. En la guerra moriréis por su interés”: EVARISTO

 

 

Robinsón Arenas

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