Lecciones del Foro Económico Mundial en Medellín

La Ministra de Comercio, Industria y Turismo explica por qué Colombia tiene en su capital humano la clave para cerrar la brecha con los países que le llevan ventaja en el desarrollo.

La lección más gratificante del Foro Económico Mundial, que se llevó a cabo en Medellín, es haber comprobado que las grandes empresas, los líderes políticos internacionales y los analistas del sistema financiero mundial ven el posconflicto colombiano como una extraordinaria oportunidad. En los conversatorios, en sus entrevistas y en sus documentos, los panelistas, los participantes con los que conversé –sin excepción– manifestaron, con mucho optimismo, la oportunidad de la paz en el cercano horizonte.

Un banquero mexicano me dijo que la paz aumenta su interés de instalarse en nuestro país para ofrecer sus servicios a la población de menores recursos, incluso a las víctimas, a aquellos que abandonaron sus hogares, que fueron forzados a dejar sus tierras y que hoy necesitan desarrollarse y acceder al sistema financiero.

Un miembro del Banco Mundial me reiteró que la paz va a impactar en la inversión extranjera, y también me habló del reto de incorporar a quienes ya están dejando las armas al aparato productivo. El desafío es tener una sociedad y una economía inclusivas y hacer buen uso de la tecnología, lo que será el denominador común para acelerar al desarrollo en este escenario de posconflicto y reconciliación.

Entender cómo los avances tecnológicos permean cada uno de los eslabones económicos y sociales y cuán importantes son para impulsar la productividad y el desarrollo del capital humano es una reflexión fundamental que nos deja el Foro Económico Mundial. La cuarta revolución industrial llegó para quedarse y Colombia debe subirse a ese tren de alta velocidad que ya está transformando el mundo.

Líderes empresariales en tecnología de empresas como Cisco o CA Technologies resaltaron cómo Colombia tiene en su capital humano la clave para cerrar la brecha con países que le llevan ventaja en términos de desarrollo. Tener una nación joven, en constante aprendizaje y con la facilidad de adoptar y adaptar las nuevas tecnologías a su entorno, es clave para hacer los cambios que necesitamos y es un atractivo de peso para fortalecernos como destino de negocios.

Otra reflexión es la urgencia de especializar la oferta exportable de la mano de la tecnología y continuar la integración entre países. Son desafíos que el Gobierno tiene claros y que desde el comercio se hacen indispensables: un ejemplo está en el sector de la agroindustria, cuya evolución dependerá del valor agregado y su capacidad de insertarse en las cadenas globales.

Comparto las palabras del presidente de Argentina, Mauricio Macri, quien invitó a Latinoamérica a unirse a la agenda de la cuarta revolución industrial: agregar valor, marca, diseño y tecnología a la oferta y apostarle a las energías renovables y al desarrollo sustentable. Es el momento de pasar de ser proveedores de materias primas a “proveedores de supermercados”.

Pero el crecimiento no será igual si Colombia y Latinoamérica siguen encontrando barreras arancelarias para la exportación de productos con innovación y alta tecnología.

De ahí la importancia de los acuerdos de libre comercio para agilizar la comercialización de bienes, especialmente con estas características.

Un buen ejemplo, exaltado durante este encuentro por representantes de la Ocde, y con quienes tuve la oportunidad de compartir escenario, es la importancia de la Alianza del Pacífico como facilitador del comercio entre regiones y también hacia mercados como el asiático. Es un bloque que no busca competir entre sí, sino complementar su oferta para hacerse más fuerte; y esta filosofía van en línea con uno de los retos debatidos durante estos dos días: unirnos para atender un mercado tan grande como es el mundo.

Por supuesto, la agroindustria tuvo un capítulo especial en este encuentro. Es un camino con oportunidades, entendiendo que América Latina será la despensa para un mundo que demandará más alimentos. La inclusión social, la inversión extranjera y el desarrollo de tecnologías serán imprescindibles para aumentar la productividad de las tierras, aumentar la oferta, mejorar los procesos y venderle productos que respondan a lo que busca el consumidor.

Cabe destacar que en la cuarta revolución industrial el consumidor adquiere un papel más relevante y determinante, especialmente en los negocios. Los avances tecnológicos crean nuevos modelos de negocios, en los cuales la intermediación cede su terreno para abrirle espacio al contacto directo con el consumidor.

Y esto le suma una tarea a los empresarios: adecuar y utilizar la tecnología no solo como una herramienta para aumentar su producción, sino para elevar su competitividad, estar en contacto en tiempo real con los clientes y empleados, anticiparse a las necesidades de los clientes, a las tendencias futuras y sus demandas.

También fortalecer el recurso humano especializado en tecnologías de la información (TI). Colombia ha dado pasos importantes y comienza a ser un referente de calidad como proveedor de este tipo de servicios. El país tiene empresas que están haciendo la tarea, pero se necesitan muchas más.

Me uno al llamado de Marisol Argueta, directora del Foro Económico Mundial para Latinoamérica: necesitamos nuevos motores que impulsen el crecimiento económico, y uno de ellos está en la industria TI. Fortalecerla es vital para responder a los desafíos de la cuarta revolución industrial y para que, a través de sus desarrollos, aporten y eleven el potencial del aparato productivo colombiano.

 

María Claudia Lacouture

Ministra de Comercio, Industria y Turismo.

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