LAS BUENAS INTENCIONES NO LE GANAN AL BILLETE

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El derroche del gobierno en publicidad fue una de las particularidades de las campañas al Congreso el año pasado. Repartieron mermelada con el argumento de que era para «invertir en las regiones». Caricatura por @Pata_Leo (2013).

Si a la Procuraduría y a la Contraloría les queda imposible velar por los intereses generales de los 1.123 municipios del país, y de cada uno de sus habitantes, entonces es verdad que a la corruptela por lo visto no le gana nada ni nadie.


Por @ElJesusurro


El calendario electoral establece que entre el 25 de junio y el 25 de julio se podrán inscribir oficialmente los candidatos de las distintas campañas políticas para gobernaciones, alcaldías, asambleas departamentales, concejos municipales, o juntas administradoras locales. Todos aquellos que aspiren a resultar elegidos en las urnas el 25 de octubre, tendrán esos treinta días de plazo para ratificarse en sus intenciones y ahí sí promocionar legalmente su propaganda política; hasta entonces, valga recordarlo, con determinadas acciones podrían estar infringiendo la ley electoral.

Debido a que son más de 15 mil cargos a nivel nacional los que se reparten cada cuatro años, resulta recurrente que muchos candidatos tengan expedientes cuestionables para estar habilitados para ocupar cargos públicos. Sin embargo, como ciertos partidos están dispuestos a darles el aval, y el Ministerio Público a ignorar las investigaciones y uno que otro pasado judicial, logran participar en las elecciones y, tras de todo, resultar elegidos. Así es la democracia, qué le vamos a hacer.

En Colombia no hay una monarquía absoluta como en algunos países de África y Oriente Medio, pero el poderío que tienen los caciques electorales en las regiones se les compara. Del gobernador para abajo empieza la subyugación, transan con su porción de burocracia al que sea con tal de obtener el poder. No se justifica, sobre todo porque las consecuencias de esa corrupción las paga la infraestructura del país en general y se costean con el presupuesto de la nación. El problema es que desde el ejecutivo y el Congreso hay complicidad con estos personajes, que aparte de no reconocer la consanguinidad de ciertos delitos creen que el poder se hereda por derecho natural.   

No es sino mirar cómo están, después de años de saqueo, algunos lugares del país, como Sahagún, Córdoba: donde los ‘Ñoños’ y los ‘Musas’ (parlamentarios reyes de la mermelada nacional) determinan a sus anchas quién se queda con la gobernación del departamento y con la alcaldía. Lo cierto es que ese municipio, a decir verdad, sigue teniendo los mismos centros de salud de atención básica y carreteras sin pavimentar que aparecen pavimentadas varias veces en el Plan de Ordenamiento Territorial.

La gestión de muchos de los parlamentarios, gobernadores y alcaldes, se está quedando en un cruce de favores con los funcionarios de los ministerios y de otras entidades del Estado que disponen de presupuesto para obras, como por ejemplo el Departamento Nacional de Planeación. El DNP es fundamental para que se ejecuten los grandes proyectos del Plan Nacional de Desarrollo, aunque desgraciadamente esté en manos de un tipo como Simón Gaviria que ni siquiera lee lo que firma. Aún así, hay que entender que a ese delfín le asignaron la dirección de la DNP en vista de que la reelección dejó al Presidente Juan Manuel Santos con un déficit de ministerios para repartir y tocaba meterlo donde fuese para pagarle el apoyo a César Gaviria. Así reparten los intereses del país, a dedo.       

El trapo rojo
La reelección de Santos sacrificó intereses superiores del país para pagar favores a los que lo apoyaron, entre ellos al expresidente César Gaviria. Caricatura por @Pata_Leo (2013).

No queda de otra, por lo pronto, como bien han advertido varios analistas en el país, entre ellos el columnista León Valencia en entrevista con el periódico El Espectador (12/05/15), hay que aceptar “que vuelven las misma casas políticas ligadas a la parapolítica, que surgen nuevas casas financiadas con recursos enorme e ilegales, que aparecen unos nuevos personajes vinculados a la corrupción administrativa y tienen posibilidades de llegar al poder”. Con resignación, pero hay que aceptarlo… Habrá que esperar que llegue octubre y que se conozcan los resultados de las elecciones para saber si el billete sigue siendo la ideología más fuerte. Como decía Jaime Garzón, igual, “el billete no tiene moral”; y si la tiene, ya veremos qué tanta…    

INVITACIÓN: Desde ya es bueno que definan con qué criterio votarán en las próximas elecciones para que no les vendan la idea de que estas se deben polarizar alrededor de la paz, como sucedió en la segunda vuelta presidencial de 2014.

Jesús David Carrillo Aranda

Escribo en Times o Arial para que la letra no me quede chueca. @ElJesusurro

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