Fugacidad

Quienes me conocen saben que amo las redes sociales. Es increíble ver con cuánta facilidad la información puede darle la vuelta al mundo con solo dar click y llegar a millones de personas agrupadas en comunidades virtuales como Facebook, Twitter, Instagram, entre muchas otras. Sin embargo, es sorprendente también con cuánta facilidad nos indignamos por este medio: sacamos el politólogo que llevamos dentro, el activista, el teólogo, el fanático, el ambientalista… para alimentar esa ola de indignación que crece precipitadamente. Así somos, una masa efervescente que tan rápido como brota así mismo se disuelve.

La corona de Miss Universo, el IVA al 19%, la pólvora, el maltrato animal, el trasero de Marbelle en Instragram. No importa qué tan banal o qué tan coyuntural sea el tema, siempre que levante ampolla y de pie a la crítica, allí se formará la ola de indignados. Lo curioso es que más allá de la creación de un hashtag #JeSuisCharlie #NoALaAlborada #EraGolDeYepes… no pasa absolutamente nada. Compartimos fotos en Facebook de personas con cáncer para que lleguen a 100 mil likes: me pregunto con cuántos se curará la enfermedad. Insultamos, despotricamos, amenazamos, pero siempre nos quedamos estancados esperando el día siguiente donde, probablemente, se forme un nuevo tema de discusión virtual.

Llegamos incluso a publicar información falsa o desactualizada como la foto de un niño perdido al cual sus padres buscan desesperadamente pero lo que no sabemos es que fue encontrado hace 4 años y ahora es todo un adolescente, o grandes concursos donde se rifan celulares iPhone y hasta camionetas Range Rover sólo con dar like y compartir. En otras palabras, hay de todo para todos.

Yo no tengo autoridad para determinar a qué debemos prestarle más atención y qué debemos dejar pasar sin más, pero sí puedo decir que sería fabuloso mirar más allá de la pantalla de nuestros computadores o celulares y activarnos como comunidad, tratar de cambiar lo que realmente nos indigna y ser parte de un grupo con convicción dispuesto a actuar.

Carolina Hoyos Bolívar

Musicalmente anacrónica. Apasionada por la radio, la danza y la literatura. Amo los perros y quiero reencarnar en una tortuga carey. Siempre lista para el debate político.

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