España durante la Segunda Guerra Mundial (segunda parte)

[Viene de España durante la Segunda Guerra Mundial (primera parte)]

A medida que la Segunda Guerra Mundial se convertía cada vez más en una losa para el Eje, la actitud descaradamente contraria a los intereses de las democracias occidentales acabó por poner al régimen de Franco al pie de los caballos. Si durante el conflicto las medidas de bloqueo y boicot británicas y estadounidenses a las actividades económicas estrangularon más aún a la autárquica España de Franco, el final de la guerra no podía traer sino el ostracismo más severo a un país que bastante tenía ya con la grisura de una vida social mermada por la penuria y la represión.

En octubre de 1943, un año después de la salida de Serrano Suñer de Asuntos Exteriores, se retornaba a la figura de la neutralidad. Y es que el nuevo jefe de la diplomacia española, Francisco Gómez-Jordana Sousa, primer conde de Jordana, venía intentando equilibrar el descarado acercamiento franquista a los nazis y a los fascistas aproximándose a Estados Unidos, potencia de la que había conseguido en noviembre del 42 la seguridad de que el desembarco aliado en el norte de África no violaría territorio español, algo explicitado en una carta del mismísimo presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt dirigida a Franco.

Lo que salvó pues a España de verse involucrada por completo en el conflicto no fue la actitud de la diplomacia del régimen a lo largo del mismo sino su declaración formal finalmente de la explícita neutralidad.

Todo apunta, no obstante, a que esas últimas manifestaciones de la diplomacia española anteriores al final de la guerra, queriendo venderse como la auténtica clave para frenar al bolchevismo internacional más que como la defensora de fascismos o nazismos trasnochados, no consiguieron su eco a tiempo. Llegaron demasiado tarde.

En efecto, el lavado de imagen a toda prisa del año 45 no bastó. No bastó el Fuero de los Españoles ni bastó la amnistía parcial de ese mismo mes de julio, ni la evacuación de Tánger y la derogación del carácter oficial del saludo fascista de septiembre de ese año, ni la Ley del Referéndum Nacional.

La neutralidad española durante la Segunda Guerra Mundial sería esgrimida por los franquistas durante las tres décadas siguientes, y aún hoy en la actualidad, como un logro descomunal de la política de Franco. Nada más falso. Si España no entró en la guerra fue por la situación paupérrima del país tras la debacle de su propio conflicto interno transcurrido entre el año 36 y el 39. Y porque Hitler prefirió que no entrara y consideró que le bastaba con su descarado apoyo logístico naval y con ser una de sus bases tecnológicas y humanas de espionaje.

 

Adaptado de mi libro El franquismo (Sílex Ediciones, Punto de Vista Editores)

José Luis Ibáñez Salas

Comencé a ser algo parecido a un editor cuando en 1990 trabajé a las órdenes de Ricardo Artola en la indispensable Enciclopedia de Historia de España que dirigía su padre, Miguel Artola. Desde 2008 hasta 2012 dirigí la colección Breve Historia de Ediciones Nowtilus y a partir de ese año la colección Biografías de Sílex Ediciones. Un año más tarde publiqué para esa misma editorial El franquismo. Soy asimismo editor de libros de texto en Santillana y fui el editor responsable del área de Historia de la Enciclopedia Multimedia Encarta de Microsoft. En la actualidad dirijo la revista digital de divulgación histórica Anatomía de la Historia (anatomiadelahistoria.com), escribo para la revista digital española Fernando Martínez y soy el director editorial de Punto de Vista Editores.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.