EL PROBLEMA DE LAS DROGAS EN LA CIUDAD DE MEDELLÍN PARTE II: LO QUE MEDELLÍN PUEDE HACER

En una ocasión anterior compartí la primera parte de este escrito, hable sobre el contexto general y como veo yo hoy la radiografía de la ciudad en cuanto al problema de drogas, ahora bien, el punto no es solo criticar por hacerlo, es criticar para evidenciar algo que a mi juicio está mal y basándome en ello poder proponer, lo que también a mi juicio, debe hacerse.

Para partir a leer este documento le recomiendo que como lector analice la primera parte del mismo, igualmente se disponga a hacerlo sin tapujos, ni moralismos y finalmente lo lea pensando en el consumidor como un miembro más de la ciudad y si usted lo es, hágalo pensando la ciudad como una sola, sin los estigmas a los que se ha visto sometido.

Agradezco de antemano a todos aquellos que en redes sociales me han agregado y las invitaciones recibidas. Honor me hace cada uno de ustedes al leer lo que en medio de las noches pienso, leer lo que plasmo después de estar con mis amigos y sobre todo, darse la tarea de pensar la ciudad de una manera diferente, una manera donde la diversidad es parte de la normalidad y donde se respeta el pensamiento y el actuar del otro tanto como el propio.

Reitero por ultimo que mi mirada trato de darla desde la academia y ahora para esta segunda parte le agrego el componente de sociedad civil, este escrito lo hago también como una persona que se recorre y se piensa una Medellín donde se prioriza la ciudadanía para poder hacer ciudad.

Considero desde lo planteado anteriormente que la ciudad, como municipio, está en capacidad de generar acciones enfocadas en la ciudadanía, en el día a día y no en un deber ser que otrora era válido, querido y esperado, hoy la ciudad es diferente al momento que se hicieron las normas sobre el consumo de drogas, hoy la ciudad demanda mas activismo en lo dañino y empieza a visualizar de manera natural algunos de los consumos. Hoy Medellín puede:

  1. Priorizar la persecución de drogas sintéticas.
  2. Educar en el uso, consumo y efectos drogas.
  3. Dar atención especial a la familia de los jóvenes que consumen para dar a conocer los alcances de la decisión y ayudar en el proceso de salida o adaptación.
  4. Crear espacios de conversación sincera sobre la materia.
  5. Educar la fuerza pública en el trato y procedimientos con respecto a lo legalmente portable y consumible.
  6. Hacer campañas de respeto y aceptación cultural a los consumidores.
  7. Impulsar una política de regulación a nivel nacional.

En estos puntos resumo, más que desde el ideal lo que se puede hacer desde la realidad.

Lo primero que debe hacerse es conocer cuál es el verdadero problema de la ciudad en cuanto a las drogas para poder ser asertivos en la toma de decisiones y la adopción de medidas que busquen finalizar con lo que se desea acabar.

La ciudad, al igual que el país y el mundo tienen conocimiento de una cantidad de estadísticas, datos, percepciones y opiniones de expertos, esto es importante verlo, según datos de la OEA, entre el 70 y el 80% de consumidores de algún tipo de drogas se ubican en la cannabis o sus afines, también datos de este organismo internacional clasifican la cannabis como una droga poco dañina, no se conoce en el mundo muertes por efectos directos al consumo de la misma.

El proceso de siembra hasta el consumo final de la cannabis a diferencia de otras drogas no necesariamente implica procesos químicos, extensos, dañinos para el medio ambiente o que se hagan de maneras tecnificadas, hoy en la ciudad es cada vez más recurrente que los mismos consumidores o allegados a estos siembren lo que requieren para su uso personal, esto no quiere decir que no haya procesos de siembra, narcotráfico y venta ilegal o por parte de actores al margen de la ley, pero si es importante analizar el fenómeno de autocultivo como un proceso incluso de pacificación, es preferible ver y convivir con esto que pensarnos a cada momento que este 80% de consumidores están aportando dinero a la guerra de manera consciente o inconsciente.

Hoy la ciudad debe priorizar la persecución de drogas sintéticas, estas generan mayor violencia, daño al ambiente, efectos secundarios en el cuerpo humano y sobre todo mayor daño social.

Las drogas sintéticas tienen un aporte alto al conflicto en cuanto a financiación puesto que sus precios son muchos más elevados, sus procesos más tecnificados y su oferta más exclusiva, el valor de estas drogas en el mercado conlleva a que sus productores tengan que cuidar no solo el producto de su inversión sino también su nicho de mercado y claro está, como todo proceso de negocio buscar nuevos espacios para distribución y venta, en términos concretos, se deben “cuidar” los territorios, “eliminar” la competencia y “atraer” nuevos clientes.  Todo esto se traduce en mayor inversión el armas, mas delimitación ilegal de los territorios y más violencia derivada de estos procesos de “mercadeo”, hoy pocas zonas de la ciudad están a salvo de los grupos ilegales que trafican con estupefacientes, esto implica que la entrada de un nuevo narcotraficante a la ciudad o a un territorio especifico distinto al que ya controla se refleje de manera directa e inmediata en enfrentamientos que ya son incluso con armas largas.

Priorizar la persecución de las drogas sintéticas llevara además a lo realmente dañino, peligroso y repugnantes del problema de drogas, a los narcotraficantes, cualquiera puede sembrar una planta de cannabis, pero no cualquiera puede procesar una anfetamina, esta persecución priorizada de drogas sintéticas nos llevara a la persecución de los verdaderos capos del tráfico de estupefacientes, las personas al margen de la ley con capacidad de generarla, de “protegerla” y de traficarla, son estos realmente los objetivos que debemos perseguir. Es posible que en esta búsqueda se encuentre grandes cantidades no solo de drogas sintéticas, también los bienes de quienes están a la cabeza de estos procesos, los armamentos que usan y todo el material necesario para su procesamiento.

La priorización de las drogas sintéticas nos llevara incluso desde lo económico a permitir que se de una mayor oferta en cannabis, por lo cual será menos lucrativo su negocio y porque no, que quienes hoy no siembran para su uso empiecen a hacerlo y acabar por falta de demanda con este flagelo.

En segundo lugar he planteado como necesario educar en el uso, consumo y efectos  de las drogas.

No podemos en modo alguno desconocer la realidad jurídica del país, no podemos pensarnos en ideales lejanos a lo permitido por la ley, hoy en Colombia no puede prohibirse el porte y consumo de drogas, ya se explico y se evidencio en el primer escrito los fundamentos legales de esta afirmación, entonces tenemos una realidad ya evidente que debemos tratar de manejar.

De todos los problemas sobre las drogas, el mal uso, consumo y el desconocimiento de sus efectos son quizá el mayor problema para el consumidor, hoy llevados por tradiciones o costumbres moralistas no hablamos abiertamente sobre este tema, satanizamos su consumo y segregamos al consumidor, esto implica que cuando una persona (joven por lo general) inicia en el mundo de la drogodependencia, se ve obligado a “huir” del resto de nosotros,  y empezamos a alejarlo y alejarnos de este sujeto para muchos tildado de “malo” y “delincuente”, incluso lo etiquetamos  solo por el hecho de consumir drogas como peligroso.

Hoy en nuestra realidad como ciudad se hace necesario empezar a conversar sobre el tema, a contar con espacios de amigos, familias y sociedad donde podamos evidenciar las formas correctas de uso y consumo de las drogas, donde podamos contar sobre los efectos que causa, esto se hace necesario para que quienes tomen la decisión de hacerlo o que ya lo hagan tomen también consciencia sobre los efectos que su decisión les conllevara, es necesario que eduquemos no desde la satanización de las drogas sino desde la evidencia científica los efectos de las mismas, que hablemos del tema no solo desde lo legal sino desde lo humano, lo físico y lo químico, que pongamos a la persona como eje fundamental de la discusión sobre el uso, consumo y efectos.

No hablo en modo alguno de hacer apología a las drogas o de ofrecerlas, pero si hablo que desde la ciencia conversemos con los niños y jóvenes de lo que pasa cuando se consume, como es la manera correcta en que debe consumirse si se hace y que va a pasar durante y después del consumo, es difícil ser asertivo en la manera de cómo llevar esto a las escuelas y universidades, pero hoy las drogas, en este sentido, pasan por lo mismo que la sexualidad en su momento, debemos conversar del tema, debemos educar para que con conocimiento de causa nuestros ciudadanos puedan decir “no” a las drogas o al menos asegurar que quienes las tomen lo hagan de una manera responsable, estoy seguro que si conversamos de la manera adecuada sobre el tema, sobre los efectos de estas, sobre los modos de consumo, las personas pensaran dos veces antes de meterse en esta problemática, serán conscientes de la problemática como tal  y lo que puede implicar una mala decisión.

Hoy se hace necesario evitar a través de la educación que mas y mas personas tomen decisiones erróneas llevados por información incorrecta, a medias o falsa sobre si van a hacerlo o no. La ignorancia sobre el tema es uno de los factores de llegada a él, no se sabe en que se están metiendo hasta que ya se están inmersos completamente en consumos que finalmente nunca desearon, consumos a los que llegaron desinformados y que no saben cómo controlar.

Educar a la ciudadanía sobre esto puede realmente ser el primer paso para un consumo consciente y una disminución en el uso o abuso de drogas.

Por otra parte es necesario reconocer que el consumidor no está solo, no es un ente ajeno a un núcleo familiar, por eso en el tercer punto planteo desde las realidades posibles para Medellín, dar atención especial a la familia de los jóvenes que consumen para dar a conocer los alcances de la decisión y ayudar en el proceso de salida o adaptación.

Sin duda alguna, el primer obstáculo que debe superar una persona para reconocer públicamente sobre el consumo, es el tema de cómo afrontar a la familia, hoy por hoy la familia misma tratara inclusive de que este “bochornoso escándalo” no sea público, no se enteren los vecinos, no sé de cómo tema de conversación en una reunión familiar, hoy esta tan satanizado el tema que hay familias que conociendo sobre el consumo de uno de sus miembros por pena a afrontar socialmente este hecho prefieren que consuman por fuera de la seguridad de la vivienda familiar.

Si bien es claro que hoy existe un desconocimiento y por ende un descontento generalizado con el tema de drogas, es importante recordar que quien está consumiendo es una persona, además recordar que desde lo legal esta en uso y goce de sus derechos, pero aun cuando la persona pueda asumir y afrontar dicha decisión es importante que la familia como su núcleo natural pueda conocer que es la realidad que les aborda con esta situación.

 El mero consumo, no significa en modo alguno la drogodependencia y aun así la dependencia de sustancias estupefacientes no quiere decir que la persona debe segregarse, aislarse o que por ello signifique un peligro para la familia, la sociedad o el estado. El consumo en algunas personas es autocontrolado, toman dosis a las que ya su cuerpo se ha acostumbrado y los efectos son casi nulos en casos como la cannabis, es posible incluso que no logre ser percibido por muchas personas que los rodean.

En cuanto a drogas más fuertes es común que su consumo se de por fuera y en lugares donde es improbable un encuentro con miembros de su familia o círculos sociales cercanos a la misma.

Medellín como municipio está en capacidad de tener centros de atención para el consumidor y su familia, no se trata de lugares donde se de un acompañamiento como tal al consumo, no se trata de reemplazar a las EPS, se trata es de acompañar a las personas, al consumidor para que asuma su nuevo rol y esté preparado para socialmente afrontar esto y tratar de dejar el consumo si así lo desea, en cuanto a la familia, también se trata de acompañar sobre las implicaciones, al proceso, a los deseos y a los cambios que van a ver en el consumidor y claro está un acompañamiento para este proceso que como familia y miembros de la sociedad deberán afrontar, enseñarles el cómo deber asumir esto sin segregar pero tampoco fomentar el consumo.

El municipio debería tener la posibilidad de acompañar a estas familiar con y sin el consumidor, un espacio donde se acerquen a conocer sobre las realidades de sus parientes y sobre todo donde puedan romper con el estigma que pesa sobre estas personas, un espacio donde puedan desahogar sus penas y tranquilizarse sabiendo que no son los únicos, que conozcan que esto no hace malos a sus familiares, que sepan que por ello no son objeto de persecución por parte de la fuerza pública y sobre todo que sepan que reconocer y apoyar a sus seres queridos es lo más importante para los procesos que vivirán como familia.

Esta es una realidad que además no debe asumir solo la familia, es una realidad de ciudad y que como tal debemos aceptar, afrontar y asumir, la ciudad esta quedada a la hora de crear espacios de conversación sincera sobre la materia.

Crear unos espacios desde lo político, lo administrativo, lo civil, espacios donde toda la ciudad pueda sentarse a conversar con cifras y casos reales, donde como ciudad decidamos reconocer una problemática que necesariamente debemos afrontar y tomar decisiones con respecto a lo que debemos y queremos hacer, un espacio para reconocer que hoy el narcotráfico está ganando mas y mas espacio en la ciudad, reconocer que tenemos miedo de enfrentar estas realidades, donde reconozcamos que cada vez son mas y mas la personas que a menor edad entran a consumir, y sobre todo reconocer que como sociedad ignoramos el tema y hemos cometido el error de ignorar a las personas que están estigmatizados como consumidores.

Necesitamos espacios desde lo cultural que nos permita abarcar de manera generalizada una aceptación al consumidor como miembro de la ciudad, un espacio que nos permita conocer y reconocer a estos ciudadanos como miembros de la ciudad que también tienen opiniones que dar, la cultura es el eje fundamental en el cual debe embarcarse cada acción que se tome frente al tráfico, así mismo como nos permite conocer lo que pasa con el consumidor es necesario que desde lo cultural empecemos a acabar con la cultura mafiosa, narco y facilista que rodea todo lo relacionado con los traficantes de estupefacientes, estos son los espacios para discernir como ciudad, rechazar a quienes nos hacen daño y aprender a aceptar y conocer a quienes son consumidores.

Necesitamos espacios de conversación desde lo académico, estos nos permitirán conocer realmente cuales son los procesos de generación de las drogas, los verdaderos daños que pueden causar en el cuerpo y cuales las mejores maneras de prevenirlos, pero también de corregir los daños que se han generado por el consumo, desde la academia educar en lo realmente peligroso de las sustancias estupefacientes y con datos científicos contrarrestar los muchos mitos que se generan en cuanto a los efectos de cada una de las drogas.

La sociedad civil, especialmente los consumidores consientes, deberán reclamar espacios de participación ciudadana, las cuentas son muy claras, hoy no son tan minoría como muchas veces lo queremos hacer parecer, según datos de periódicos de circulación nacional en la ciudad de Medellín marcharon 70.000 personas en la marcha cannabica, esto es alrededor del 30% de lo sacado por el actual alcalde de la ciudad en los anteriores comicios electorales, es suficiente para montar al menos 10 concejales, es una cifra realmente diciente en participación si quiere hacerse sentir en las urnas. Hoy pueden generar conciencia sobre lo que hacen, el porqué y el para qué. Es importante que como miembros de una “minoría” expresen claramente a la ciudad que están ahí, que desean trabajar en pro de su forma de pensar, es importante que se unan para mostrar fuerza y trabajo en equipo ante una ciudad que siempre esta satanizando a quien es diferente.

Deberán generar espacios por si mismos para conversar con la ciudad, y es necesario que estemos preparados para escucharlos, debemos dar pasos adelante en esta lucha partiendo de las víctimas de este flagelo, son victimas puesto que sufren persecución por parte del estado que piensa en muchos de sus policías y funcionarios que el consumidor es malo, pero también son perseguidos por la sociedad que los estigmatizo como un problema y finalmente sus mismos proveedores solo los ven como una parte de la cadena de mercado.

Los consumidores deberán ser los encargados de hacer y generar una nueva cultura frente al consumo, hacer consientes a quienes apenas quieren empezar a hacerlo, y generar la pregunta del por qué y el para qué se consume, es su responsabilidad hacer consumidores consientes en las próximas generaciones y romper con la imagen que tenemos del actual consumidor.

Generemos espacios que como ciudad nos permitirá crecer.

Es acá donde entra un actor fundamental para la creación de una nueva cultura en la ciudad frente a las drogas, es importante rehacer las relaciones entre los consumidores y el estado, esto es en el primer intermediario o el actor de unión natural que es la fuerza pública.  Es necesario entonces educar la fuerza pública en el trato y procedimientos con respecto a lo legalmente portable y consumible, ya que hoy desde lo expresado por parte de los consumidores se da de una manera arbitraria y poco ajustada a la ley.

La fuerza pública ejerce un control con respecto a lo relacionado con el orden, es importante acá hacer una claridad, si bien es posible en el país portar unas cantidades permitidas por ley y es legal el consumo de estupefacientes, es de anotar que el código de policía establece que cuando un miembro de la fuerza pública encuentra así sea cantidades menores a lo establecido por la norma, debe tomarlo, retenerlo, custodiarlo y velar por su destrucción, es claro entonces que la retención de los estupefacientes es parte del procedimiento.

También es importante anotar que el porte en estas cantidades permitidas por la norma hace parte del uso de los derechos como ciudadanos de los consumidores, debe velarse entonces por generar unas relaciones de confianza, partiendo de este escenario donde uno debe retener lo que el otro puede portar.

Es necesario hacer consiente al consumidor de su obligación legal al dar “papaya” y ser encontrado portando su dosis, pero también es necesario hacer consiente al activo de la fuerza pública sobre su responsabilidad por velar por los derechos de este ciudadano, hacer el procedimiento indicado y de la manera correcta, manteniendo así el orden y  asegurando los derechos del consumidor.

La fuerza pública deberá desmitificar a quienes portar o consumen estupefacientes como delincuentes, deberá asumir de la misma manera que la sociedad que son ciudadanos en uso y goce de sus derechos, deberá romper con un paradigma creado sobre el consumidor como un delincuente.

El consumidor también deberá poner de su parte, es necesario que se de un proceso de culturización también de ese lado y se empiece a ver en el miembro de la fuerza pública un representante del estado con las obligaciones legales que le conlleva su cargo, pero también es necesario que se le desmitifique como un “enemigo natural”.

Se debe educar en ambos sentidos pero primero es necesario que la fuerza pública de el primer paso en este acercamiento, que vele por los derechos y respete al ciudadano consumidor, que genere espacios dentro de la institución de capacitación en los procedimientos rutinarios y que dejen de “perseguir” a los jóvenes que casi pudiera afirmarse se les presume la mala fe.

Romper ese paradigma hará necesario romper lo que se considera el perfil de un delincuente, con seguridad serán los más jóvenes los más beneficiados, sus “pintas” saldrían del casillero de sospechosos y esto realmente permitiría a los organismos del estado ser más objetivos e incluso la concentración en la persecución de los verdaderos delincuentes.

Educar a la fuerza pública es necesario pero también darles la orden desde la municipalidad de  concentrarse en los verdaderos delincuentes y dejar tranquilos a quienes hacen uso y goce de los derechos. Velar por los procedimientos correctos y por lo más importante los derechos fundamentales de cada uno de los habitantes de nuestra ciudad.

Ahora bien, no puede considerarse solamente como falto de “cultura” o “conocimiento” frente a los derechos de los consumidores a los miembros de la fuerza pública, esta problemática es generalizada en todos los ciudadanos, por eso uno de los últimos puntos que planteo como las posibilidades de lo que puede hacer la ciudad es hacer campañas de respeto y aceptación cultural a los consumidores, esto mas allá de un acto de “caridad” o un buen acto como ciudadanos, es una necesidad como ciudad de poder aceptar lo que somos realmente, los consumidores hacen parte viva, real y activa de nuestro día a día, es importante reconocerlos como tal y sobre todo asumir lo que realmente significa que sean consumidores.

Como lo he planteado desde el documento anterior los consumidores han sido estigmatizados y para ello debemos romper paradigmas y culturizarnos con respecto al significado de lo que es un consumidor, pensar que no es un delincuente sino una persona en uso y goce de sus derechos que puede aportar a la ciudad.

La problemática de la estigmatización es un problema bien ganado, esto dado que durante mucho tiempo por considerarse ilegal el consumo de estupefacientes quienes lo hacían debían asumir la ilegalidad como una manera de vida, era necesario retar la justicia para acceder a lo que hoy es su derecho. Esto conllevo a la comisión entonces de delitos y con ello de mostrarse fuertes ante una cultura que los segregaba, ahora es importante dar un paso adelante y reconocerlos como son, ciudadanos como cualquier otro, es importante que como ciudad asumamos el reto de acompañar a quienes desean dejar el consumo, pero también como ciudad debemos asumir un respeto por aquellos que desean hacerlo.

Esta es una problemática que no debe ser ajena a nadie, no debemos pensar que se trata del vecino, o del que vive en otro barrio, o de unos delincuentes del centro, es importante asumir que puede ser uno de nosotros o alguien cercano.

Reconocer y aceptar al consumidor como un individuo normal es vital para cualquier proceso que como ciudad, sociedad y estado deseemos poder llevar a cabo, son estos miembros de la sociedad los que pueden realmente darnos pistas sobre cómo proceder si queremos disminuir el consumo inconsciente y generar consumidores activos en la proposición y creación de ciudad, es importante tener la claridad que no se trata de desaparecer el consumo, se trata disminuir los problemas ocasionados por este y acabar con los delincuentes que siembran (para la venta) procesan, producen, trafican y venden estas sustancias, que en ningún caso el objetivo es el consumidor.

Si generamos una cultura de ciudad que incluya a estos miembros ahí estará el primer aliado para generar una sociedad donde este no sea un problema, sino una solución diferente en la forma de ver y hacer ciudad.

Acompañar una nueva generación de consumidores conscientes, con familias educadas en un acompañamiento digno y una sociedad incluyente asegura que los problemas de violencia conexos al narcotráfico se disminuirán de manera notable.

Por último pero no menos importante, aunque necesariamente paralela a las demás acciones es Impulsar una política de regulación a nivel nacional desde la sociedad civil y acompañada desde la institucionalidad.

Medellín ha sido pionera en muchas propuestas, ha sido innovadora (y no me refiero a ese premio que nos dieron) en la búsqueda de soluciones para las poblaciones, se ha destacado por generar políticas municipales que son asertivas y por implementar de forma exitosa medidas del orden nacional.

Hoy la ciudad como una de las principales del país hace un llamado en sus jóvenes, a pensarse una nueva manera de ver las drogas, no digo en modo alguna legalización para todas, pero si digo, legalización para la cannabis, regulación para las drogas fuertes, persecución para los narcotraficantes, respeto para los consumidores, acompañamiento a las familias y todo el apoyo como sociedad a quienes siendo consumidores desean generar consciencia en las nuevas generaciones.

Debemos abrir espacios a la ciencia, a la academia, a la sociedad civil para dialogar sobre una realidad que no es ajena a nadie, que no se trata de unos pocos sino de muchos, es importante generar espacios de discusión que pongan en la agenda nacional este tema.

Medellín puede ser pionera en este tema donde como ya lo exprese se busque enfocar de manera fuerte, clara y sistemática una persecución contra los narcotraficantes como verdaderos delincuentes y concentrarnos en los consumidores actuales como personas y no como miembros peligrosos, esto nos permitirá avanzar en propuestas de prevención no solo de los delitos sino de los consumos abusivos que son realmente los más dañinos para el cuerpo.

No digo que una discusión como estas se vea condicionada a terminar en una legalización general del consumo de cannabis, pero si debe ser un espacio donde nos permitamos conocer a quienes consumen cualquier tipo de estupefacientes y sobre todo que nos rompa los paradigmas que tenemos unos de otros.

Hablo de generar espacios donde se puedan sentar los activistas, consumidores aislados, los políticos, la fuerza pública, la sociedad civil, la academia y hablemos de lo que como ciudad tenemos hoy, queremos y juntos podemos buscar, hablemos de que cada parte de la ciudad puede aportar y sobre todo de cómo trabajar de manera mancomunada en pro de la ciudad.

Esto implica sentarnos como he pedido que se lea este escrito, sin prejuicios, sin estigmas, sin segregaciones, sentarnos como una sola ciudad.

El país en general ha buscado de muchas maneras erradicar el problema de las drogas, ha intentado hacer lo mismo durante años y tener resultados diferentes, ha adoptado medidas propias de otros países; esto ha fallado, debemos reconocer que no hemos sido asertivos en la búsqueda de esta solución, es importante entonces agregar el actor que mas conoce del tema, es importante tener de nuestro lado el consumidor.

Medellín está preparada para afrontar este reto, para hacerse grande no por ser innovadora, o buscar eventos internacionales, está preparada para hacerse grande por concentrarse en sus habitantes y buscar con ellos soluciones, no es la alcaldía a la que le corresponde esto, es la ciudadanía, Medellín esta lista para hacer ciudadanía antes que ciudad. Para apoyar a sus habitantes antes que pensar en escenarios o infraestructura.

Las soluciones no podrán ser más esperadas desde la centralidad, desde los escritorios o desde los “genios” de la municipalidad, esto es un llamado a la ciudadanía a que haga ciudad, un llamado a quienes consumen a que creen el país que quieren, un llamado a la administración que escuche todo lo que hay que decirle.

Con este punto termino la segunda parte, quedo pendiente de una mucho mas sencilla, lo que no se puede hacer que finalmente esta de una u otra manera implícita acá, y presentare algunas conclusiones posteriormente para quienes evitan leer tanto, algo como un resumen.

Hasta acá lo que considero por ahora puede hacer la ciudad, recuerden que este escrito es versión beta y hay mucho por agregarle.

Nota: pendientes que el próximo 31 de julio se votara en el parlamento uruguayo la posibilidad de la legalización de la marihuana.

Diego Alejandro Marin Cifuentes  Cofundador y exdirector de Fundación visibles,Director de industria cultural de graffiti de la 5 Estudiante de derecho Investigadores de acoso escolar Asesor de organizaciones culturales y juveniles.
Diego Alejandro Marin Cifuentes
Cofundador y exdirector de Fundación visibles,Director de industria cultural de graffiti de la 5
Estudiante de derecho
Investigadores de acoso escolar
Asesor de organizaciones culturales y juveniles.

Notas Al Poniente

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