El habitante de los manicomios

Leopoldo María Panero dedicó su vida a la literatura y al malditismo. Su vida perturbada por la heroína, la esquizofrenia y la obsesión con la muerte lo llevaron a internarse voluntariamente en el manicomio o el ‘espanto’ como él le bautizó en uno de sus poemas, los manicomios en los que habitó gran parte de su vida y que con bella y sutil ironía los señalaba de lugares siniestros, de campos de exterminio lo inspirarían a escribir las más sublimes poesías llenas de frustraciones y críticas, apresado por su propia locura lo llevarían a odiar su encierro como repudiándose a sí mismo, expresando toda esa rabia y esa podredumbre que sentía en el alma, y a la vez su elegante cordura le hizo saber siempre que su lugar era junto a los loqueros.

Aunque siempre insinuó y escribió sobre la autodestrucción no se suicidó, eso es lo más importante, vivió junto al monstruo, él habitó los manicomios y el monstruo lo habitó a él, así le encontró sentido a su vida en el encierro, y sus letras reflejan el sentido de su vida. Pero el poeta murió… murió entre los pasillos y las rejas de una obscura soledad y los recuerdos que siempre lo atormentaron e hizo de su cadáver el último poema, y desde entonces me he preguntado ¿quien sabe si fue el monstruo el que murió y no el poeta?, ¿o fue el monstruo el que ahogó al poeta en su sucia agonía?

Hoy, muy atento quiero dedicarle estas letras al poeta, porque el mundo literario no olvida y no olvidará jamás al poeta maldito que habitó los manicomios. Leopoldo María es el último poeta maldito; malditismo éste del que renegaba: «Estoy aburrido de esto. Yo no soy un poeta maldito. De paso, en España me creen loco. Podré ser un monstruo pero no estoy loco. Sabes, te diré que sigo esperando que me den el Premio Nobel de Literatura. Ya llevo cuatro años y no me lo dan. Tal vez no me lo darán porque vivo en un manicomio y me llaman lo peor de España, el anticristo, el demonio». (En entrevista para Augusto Rodríguez).

Pero su distintiva marginal y siniestra biografía lo posicionan siempre en el último poeta maldito y su obra en el mejor escritor que ha dado España en las últimas décadas, sino en el último par de siglos.

Alejandro Agudelo

Las letras son el sacrificio de miles de hombres que se perpetuaron en la historia.